Su abuelo, Manuel, les hablaba de Manolete, y del toreo, y de la vida y de la eternidad. Eran a su corta edad buenos aficionados, el abuelo les contaba de Dominguín, de Ronda, de los lances de Ojeda, del alma flamenca de Manzanares…
Y ellos, tan niños todavía, iban ya a plazas y aplaudían a Josè Tomás, a Juli, a Perera y a Talavante..
Ese 28 de agosto recordaban a Manolete, sus ilusiones, el calor, el lugar de Linares que ellos conocían, el miedo, la esperanza, la oración… Ya era eterno Manolete. Torero de valor estoico y junco de arte puro. Ya era historia. Rezaron por él, y le enviaron un beso al cielo..
Eterno Manolete!
Dedicado a Manolete y a todos los que dieron su vida por el toreo
A los toreros mencionados
A Ronda y mis rondeños
A los ojedistas
A mi Luis
A mi mago
A mi amigo Manuel
Y al flamenco de verdad