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Familia de Medianoche

David Moreno
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En la Pantalla, por: David Moreno. 

Al inicio de Familia de Medianoche la película presenta un dato escalofriante: en la Ciudad de México solamente existen 45 ambulancias estatales. 45, para una ciudad con una población de 9 millones de habitantes. Evidentemente ello genera una situación precaria la cual ha tenido que ser subsanada con los servicios de ambulancias particulares. En un fragmento del filme, Juan Ochoa el conductor de una estas unidades se encuentra abrumado ante el nulo reconocimiento que tiene su labor por lo que emite una brutal sentencia: “Me gustaría” – dice – “ver que es lo que pasa si un día ninguna particular sale a trabajar”. Su comentario es crudo, certero, y es una muestra de lo que ha sucedido con el sistema de salud en México, un sistema en el incluso la reacción ante una emergencia médica está sometida a una serie de circunstancias en las que el estado ha renunciado a su labor y la ha cedido a una iniciativa privada que también opera en precarias condiciones.

Pero uno de los aspectos más destacados del estrujante, emotivo, y apasionado relato del director norteamericano Luke Lorentzen, es que a pesar de la precariedad en la que se desenvuelven los protagonistas de su película intentan hacer una labor profesional, entienden perfectamente el tipo de trabajo que tienen y muestran una gran empatía por las personas a las que bridan sus servicios, personas que viven – tal vez – los peores momentos de su vida. Lorentzen sigue con su cámara el devenir diario de una de la familia Ochoa. Una familia que posee una ambulancia la cual es su principal medio de subsistencia. Los miembros de la familia que salen todas las noches a ganarse la vida tienen características muy particulares. Juan, un joven de tan solo 17 años, es el chofer de la ambulancia. Es claro que las circunstancias le han obligado a madurar más allá de su edad, es ordenado y es sumamente empático con los pacientes a los recoge. El padre, Fernando sufre de algún tipo de cardiopatía, es desordenado y resulta evidente que hace todas las noches un enorme esfuerzo por soportar las pesadas cargas de trabajo. A ellos se les suma Josué, un carismático chico de tan solo 8 años que adora subirse a la ambulancia a acompañar a su padre y hermano en sus largos recorridos por la ciudad de México. Lorentzen hace un estupendo retrato de una buena familia que se encuentra dentro de un sistema roto, destruido, uno en el que – insisto – el estado ha renunciado a su papel y lo ha dejado en las manos de un mercado tan libre como injusto.

La cámara sigue a la familia mientras tienen que lidiar con policías que les impiden su labor o que les cobran por haberles avisado del sitio en el que ha ocurrido algún tipo de incidente, lo hace cuando llegan a un hospital y algún familiar de un paciente se niega a pagar por los servicios o cuando se encuentran con una joven que ha sido agredida por su novio y dan muestras de una desbordante comprensión ante la situación. Y los sigue mientras intentan ganarle a otras ambulancias al escuchar el reporte de algún percance, lo que provoca auténticas carreras entre las unidades en las que el ganador tiene más posibilidades de salvar a la noche con algunos pesos para la ambulancia. Al mismo tiempo, Lorentzen da una lección de como cubrir este tipo de percances sin explotar el morbo que muchos medios derivan de ellos. Nunca muestra alguna de las heridas de los pacientes, incluso éstos o sus familiares – salvo en un caso, en el cual hubo consentimiento explícito – siempre permanecen en el anonimato. Ello no va en detrimento del drama que los Ochoa han incorporado a sus propios dilemas familiares, por el contrario lo que hace es potenciar la acción a través de los rostros y las reacciones de los tripulantes de la ambulancia.

Al final, Familia de Medianoche es un estupendo relato sobre un grupo familiar que busca ganarse la vida de manera honrada, que intenta sobrevivir en un país y en un sistema que mira para otro lado mientras ellos y muchos otros tratan de llevar todos los días el pan a casa. Uno como espectador termina completamente compenetrado e identificado y hasta agradecido con los Ochoa, mexicanos que son ignorados pero que terminan convertidos en los pilares de una sociedad resquebrajada, caótica y que sin gente como ellos ya estaría completamente derrumbada.

Familia de Medianoche está disponible en Netflix.

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