El bullying o acoso en la escuela que sucede entre los propios alumnos, el frenesí paranoico de algunas autoridades escolares y el prejuicio y la incomprensión se habrían combinado en Long Island, Nueva York, para configurar un caso que, de comprobarse, sería de singular abuso y escándalo.
De acuerdo al portal Fusion, la familia del niño Nashwan Uppal, americano paquistaní de 12 años y religión musulmana, ha demandado a la escuela East Islip Middle School de Long Island porque luego de que el menor, que padece problemas de aprendizaje y socialización, fue acosado reiteradamente por otros niños, que lo llamaban “terrorista”, sin que las autoridades escolares lo evitaran.
En cambio, cuando el niño en desesperación (y al parecer para tratar de escapar del bullying) aceptó ser un “terrorista” sin saber cabalmente el significado de ello, profesores lo interrogaron e incluso obligaron al menor a admitir por escrito que planeaba poner una bomba en la escuela y que era leal al grupo Estado Islámico (EI).
En la demanda la familia exige 25 millones de dólares como compensación por los sufrimientos y la violación de los derechos del menor que presuntamente habrían tenido lugar en la escuela con implicación de autoridades escolares e incluso de policías.
Todo habría comenzado, de acuerdo a la demanda (las autoridades de la escuela East Islip no habrían aún comentado al respecto), cuando el pasado 6 de enero el niño Nashwan se encontraba en la cafetería de la escuela. Allí, varios estudiantes de mayor edad comenzaron a acosarlo, le llamaban “terrorista” y le preguntaban con insistencia qué era lo que iba a hacer estallar. El acoso duró al menos entre 10 y 15 minutos y en un intento por escapar de él en un momento Nashwan les dijo a sus perseguidores que sí era terrorista y que planeaba hacer estallar la verja de la escuela.
Fusion comenta que eso habría sido dicho por el niño sin él saber realmente lo que significaba, pues de acuerdo a la demanda el menor estaba severamente afectado por el bullying y, dado que padece problemas para comprender cabalmente el lenguaje hablado y tiene limitaciones de vocabulario, lo que dijo habría sido una forma de escapar del bullying haciendo mímica de lo que se le estaba diciendo.
Mientras eso pasaba, ningún adulto intervino para evitar el acoso, si bien no es claro si había en la cafetería autoridades escolares en ese momento.
Todo habría podido no pasar de ser un desagradable e inaceptable incidente de bullying entre niños si las autoridades de la escuela East Islip no hubiesen actuado del modo como lo hicieron el día siguiente de lo sucedido en la cafetería. De acuerdo al periódico New York Post, el superintendente del distrito escolar y el director y el subdirector de la escuela sacaron a Nashwan de su clase de gimnasia y comenzaron a interrogarlo.
La demanda indica, comenta Fusion, que esos directivos comenzaron a preguntarle al niño sobre sus “lealtades terroristas” y el director de la escuela incluso llegó a inspeccionar las pertenencias del menor y le exigió que confesara por escrito que era un miembro del EI, que sabía preparar bombas y que planeaba atacar a la escuela.
El niño, presionado severamente por los adultos, habría escrito justo eso, que dijo que era terrorista y pensaba hacer volar la verja de la escuela. Es lo que el menor le habría dicho el día anterior a los estudiantes acosadores y en ese sentido solo estaría repitiendo lo que pasó.
Pero tanto en el primer como el segundo de los casos, se desprende de la demanda, esas afirmaciones del niño no fueron sino palabras desesperadas para tratar de zafarse de una extrema presión, para colmo en el segundo caso sacadas bajo presión de un adulto contra un niño que padece discapacidades de comunicación y al que no se le permitió en su momento llamar a sus padres ni responder los mensajes de texto y llamadas que su madre le hacía con insistencia.
La escuela y el distrito escolar no han comentado al respecto, pero el asunto no habría acabado allí. La policía fue llamada luego de la “confesión”, señala Fusion, y oficiales volvieron a interrogar al niño. Cuando finalmente la madre llegó al lugar y pudo encontrarse con su hijo, ella fue también vista y tratada con sospecha por las autoridades escolares y la policía. Incluso, señala la demanda, madre e hijo fueron llevados a la comisaría de policía y, luego, oficiales llegaron a su casa y hurgaron en el cuarto del menor, si bien de acuerdo a la televisora PIX11, eso habría sucedido con el consentimiento de los padres del niño. Solo entonces declararon el “caso cerrado”.
Nashwan aceptó, en entrevista con PIX11, que lo que dijo sobre ser terrorista no debió haber dicho, pero que en todo caso no era cierto. Y la actitud de las autoridades escolares ante ello resulta cuestionable.
Por añadidura, Nashwan fue suspendido por varios días de la escuela, los niños que lo acosaron inicialmente no fueron amonestados y, de confirmarse lo señalado en la demanda, tanto directivos escolares como policías habrían actuado de modo presuntamente abusivo y, así sea con la noción de prevenir un atentado, se habrían excedido, quizá por prejuicio o por delirio, en contra de un niño con discapacidades de lenguaje.
Aún tendrá que dilucidarse el caso en el ámbito judicial y allí deberá probarse lo dicho en la demanda, pero por lo que se ha alegado todo parecería un caso de histeria y xenofobia que redundó en un maltrato injustificado contra un niño a manos de quienes, por el contrario, deberían haberlo protegido.