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Farsa

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas

Cada presidente ha visto el país que gobierna con esos ojos de quien cumple una misión, un proyecto personal que, se imagina, no tendrá comparación con ningún otro.
Eso pensaban los priistas que nos gobernaron desde la presidencia hasta el año 2000, pero esa visión personal no cambió cuando Vicente Fox o Felipe Calderón gobernaron y terminaron por cederle de nuevo el país al priista Enrique Peña Nieto.

En pocas elecciones se volcó tanto la frivolidad: !Hazme un hijo!, candidato, le gritaban al ex gobernador mexiquense que, más de una, se fijaba en su guapura más que en su capacidad, profesionalismo y honradez.

La gente se había quedado con el sinsabor de Fox, que prometía tanto, y con el temor de una lucha contra el narco que se emprendió sin tener una estrategia más que la aplicación de la ley.

Veníamos del asesinato de Colosio, del error de diciembre del 94, de la desilusión que el panismo se había mimetizado con las formas del PRI, cómo le había pasado al PRD invadido de expriistas e izquierdos que veían una rendija para llegar al poder.
El PRD prometía, el PAN se convertía en oposición sería que convencía. El PRI se mimetizaba, tomaba del PAN y del PRD, la izquierda dejaba de oponerse, y se lograron grandes aciertos que desdibujaban a lo demás logrado antes. Era como si el sueño acariciado por Salinas se estuviera convirtiendo en realidad con Peña. Sin embargo, de nuevo apareció la corrupción, la impunidad reinaba y los excesos del presidente guapo y su esposa de telenovela enojaron a más de uno, desilusionaron a otros y confirmaron lo que algunos siempre dijeron: Son expertos en quedarse con los privilegios del poder… Casas, autos, viajes, frivolidades. Mientras el país seguía su marcha, lenta pero marcha al fin, para disminuir las inequidades, el gran contraste social que abruma a la sociedad. Esa enorme desigualdad que hace que muchos abusen de los que pueden y cada vez pueden más.

Y López Obrador seguía haciendo sus campañas, seguía dando sus diagnósticos y proponiendo lo que el sentido común le decía, hablando a cada auditorio en su lenguaje, vendiéndoles sus aspiraciones legítimas, mimetizando su oferta al auditorio: a cada uno le decía lo que quería escuchar… Y cómo ya estábamos muy desilusionados, pocos se pusieron a reflexionar sobre sus ideas, sus propuestas, sus proyectos. Menos pensaron que no sabía cómo hacerlo, otros pensaron que se rodearía de expertos, otros más que les dejaría poner en práctica las mejores opciones para sacar al país del crecimiento “mediocre” del 2 por ciento anual.

Hartos de las desilusiones no voltearon a ver las capacidades acreditadas en ese gobierno capitalino que navegó a punta de decretos, a punta de desobediencia a los jueces, a punta de secrecía en la obra pública. Él, que hablaba de transparencia, exhibido en sus más cercanos metiendo fajos de dólares en las bolsas.
Nadie reparó en el daño a los negocios de Reforma, nadie reparó en su presidencia “legítima” con el “gabinete” de caricatura. Es la lucha social, decían.

Hoy, cuando el tercer informe de “gobierno” se parece tanto a una mañanera, tanto a los otros diez plagados de mentiras y de datos imposibles de corroborar mientras otros son absolutamente falsos como el respeto a los derechos humanos la desilusión se asoma.

Los hechos lo contradicen y para ello basta ver lo que ocurre en Chiapas donde la documentación de los excesos de la Guardia Nacional llega hasta la tortura y amputaciones a migrantes.

Por la pandemia aunque no se haya frenado la crisis gracias a los programas sociales, la realidad es que hubo un aumento de personas en situación de pobreza entre 2018 y 2020, además de que los programas del gobierno federal ahora benefician más a hogares ricos.

El porcentaje de personas en situación de pobreza en México pasó de 41.9% en 2018 a 43.9% en 2020. En este mismo periodo las personas en pobreza extrema aumentaron de 7% a 8.5%.

En 2018 el 60 por ciento de los hogares más pobres eran beneficiados con programas sociales, hoy de acuerdo con el Coneval, solo el 35 por ciento. Los apoyos a hogares ricos subieron de 7 a 19%.

El aumento de las remesas que también presumió poco tiene que ver con su gobierno y se dio precisamente porque los migrantes le mandaron más recursos a sus familias porque en EU si hubo un programa de apoyo por la pandemia.

El informe solo acredita que en tres años las mentiras que dice el presidente todos los días ha tenido una difusión tan vehemente que sus seguidores se la creen sin verificarlas.

La desilusión de los mexicanos tardará un poco en llegar porque todos los días las encuestas marcan que menos gente aprueba a este gobierno, a pesar de que el presidente pasó de un 86% de aprobación a un 56% lo que no es muy diferente a lo que tenían Fox o Calderón en el tercer año de mandato.

Si seguimos votando guiados por los sentimientos y no por los datos y el análisis de las capacidades de los candidatos, las elecciones serán una desilusión y con ello la percepción de que falló la democracia nos llevará a regímenes autoritarios como el que hoy se alza desde palacio.

Además, en la visión de Fréderic Saliba, en Le monde, queda claro que el peor escenario hoy está claro ante el mundo en un trabajo que evidencia la “Geopolítica de las mafias”.

Las elecciones de junio dieron lugar a una avalancha de delitos. Con el fin de garantizar protecciones políticas para su tráfico de drogas, los cárteles de la droga han derramado sangre no solo para infiltrarse más en el estado, sino también para gobernar con él.

Mientras se desarrollaba la votación más grande en la historia de México, el asesinato de Alma Rosa Barragán dejó una impresión duradera. Esta dirigente empresarial nueva en la política, que se postulaba para la alcaldía de Moroleón en el estado de Guanajuato (centro), estaba realizando una reunión en un estacionamiento de este pequeño pueblo decrépito el 25 de mayo, cuando apareció un comando a bordo de dos camionetas pick up y cuatro motos. Disparos en ráfaga, la mujer de 50 años colapsó, micrófono en mano.

La escena, inmortalizada por un video que circula en bucle en las redes sociales, arrojó una cruda luz sobre la increíble violencia que ha jaloneado este proceso electoral como ningún otro. Para influir en el resultado, los cárteles de la droga han blandido miedo y derramado sangre.

Métodos que, sin embargo, son solo la parte visible de la “narcopolítica” mexicana, cuyas redes en expansión dan a la República Federal un aire de “mafiocracia”.

Esta mega encuesta destinada a renovar, el 6 de junio, los 500 escaños de la Cámara de Diputados, quince de los treinta y un cargos de gobernador y elegir a más de 20.000 funcionarios locales –entre ellos 2.000 alcaldes– habrá costado la vida a treinta y seis candidatos.

Un total de 143 políticos han sido asesinados desde el inicio del proceso electoral el 7 de septiembre de 2020. “Este récord histórico [en la cantidad de vacantes] explica la avalancha de delitos”, dijo Carlos Rubio, subdirector de Integralia, una consultora de asuntos públicos.

Ataques a plena luz del día, secuestros, cuarteles de campaña acribillados a balazos… Integralia ha contabilizado 239 ataques físicos en treinta de los treinta y dos estados mexicanos.

“Más de mil, si sumamos las amenazas contra los candidatos”, dijo Rubio.

El trágico viaje de la candidata Barragán refleja la frágil democracia de México. Tras su asesinato, su hija ganó la alcaldía – con el 48,5% de los votos – bajo la bandera del pequeño movimiento de izquierda Movimiento Ciudadano.

Luego, la prensa reveló que el hijo de la víctima fue acusado de liderar la rama regional del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), según un informe judicial que supuestamente permanecerá confidencial.

“¿La Sra. Barragán era candidata a drogas o hubo un intento de desacreditarla para justificar la masacre? Pregunta el experto en crimen organizado David Saucedo. La controversia está retumbando en un país asolado por una guerra sangrienta, con 34 mil 523 homicidios enumerados en 2020 por el Departamento de Seguridad Pública, en los que los carteles están involucrados para controlar las carreteras que abastecen a Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas del mundo.

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