Por Santiago Altamirano Escalante
sae969@hotmail.com
La tarea del tiempo resulta ser una de las pocas cosas que el ser humano aún no controla, cumple a cabalidad su función, hace que la naturaleza le recuerde a cada ser vivo que su tiempo es limitado.
Pero el hombre occidental parece olvidar ese pequeño detalle, dedica el tiempo que tiene de vida para lograr distintos satisfactores; según cada individuo, que le llevaran a la felicidad.
Esos satisfactores los enfoca directamente en las cosas materiales, pensando que le darán la felicidad. No dista mucho de la realidad ver en muchos, la extrema necesidad de tener y poseer más y más objetos.
Un auto, una casa o cualquier otro objeto que se pueda comprar, la convierten en aquellas cosas que los hacen sentir satisfechos y plenos. Pero ¿qué sucede cuando esto no se puede lograr, cuando no nos es posible comprar, que nos hace, que nos sucede, acaso nos hace sentir mal, sentir vacíos, sin rumbo, convencidos que no podremos vivir?
Pasamos por alto él como venimos al mundo, las cosas que trajimos, las que poseíamos. Pero no nos olvidemos, llegamos sin nada, es la concepción que tenemos de la vida, la que nos hace creer que todo lo que acumulemos será lo que nos haga ser.
Aún no nos queda claro que la vida no son los bienes materiales que poseemos, que acumulamos, que concentramos y que acaparamos, los objetos materiales que obtuvimos ahí se quedaran, se transformaran o se convertirán en lo que la naturaleza los quiera convertir.
Hay que disfrutar de la vida, saber vivir en la abundancia y más en la escasez, estar contento con los logros, con los éxitos y aprender de las derrotas, hay que entender el sentido de la vida. Saber reaccionar con cada consecuencia, es estar preparado para todas las hipótesis que el camino de la vida te dar.
El que el tamaño del corazón y de los actos de cada hombre, le servirá a la humanidad; en su momento, para colocar a cada uno en su lugar.
Sólo sé feliz.