Editorial La Revista Peninsular
La semana pasada fue una de las más complicadas para
el presidente Andrés Manuel López Obrador en lo que ve su administración. La
filtración de millones de documentos de la Secretaría de la Defensa Nacional
(SEDENA) hizo ver graves deficiencias en el aparato gubernamental en cuanto a
ciberseguridad y protección de datos, y también quedó demostrado que el
gobierno actual no es tan diferente a los anteriores. Aunque el mandatario
mexicano ha tratado de minimizar lo sucedido, el escándalo es evidente y no
parece que vaya a desaparecer pronto.
A finales de la semana anterior, se dio a conocer que
se filtraron seis terabytes de información de la SEDENA. La filtración fue
hecha por una organización hacktivista llamada “Guacamaya”, la cual se dedica
hacer activismo mediante el hackeo de sistemas de gobiernos que consideran
opresores para exponer información de relevancia con el fin de promover la
digna rabia entre la población. Esta organización había operado anteriormente
en países latinoamericanos como Chile y Guatemala.
En el caso de México, la filtración es significativa
pues durante el actual sexenio ha habido una intensa militarización del aparato
gubernamental, acompañada de una opacidad en el actuar de las Fuerzas Armadas
que no se había visto en las últimas administraciones federales. Por esto, la
liberación de los documentos permitió a los mexicanos tener acceso a
información que ha sido escondida o negada por el Ejército.
Entre lo trascendido tras la filtración, destacó el
estado de salud del presidente, información referente a la liberación de Ovidio
Guzmán, la hostilidad hacia colectivos de Derechos Humanos y datos sobre las
megaobras que el Ejército tiene a su responsabilidad. Debido a la cantidad de
documentos filtrados, aún no se conoce toda la información relevante que salió
a la luz, por lo que se espera que el tema se mantenga en la discusión pública
durante las próximas semanas.
Además de representar un golpe al actual gobierno por
evidenciar sus debilidades en cuanto a ciberseguridad, la filtración también
manchó la imagen del ejecutivo federal ya que se demostró que el Ejército
continúa espiando a civiles. Un grupo de medios nacionales reveló que la SEDENA
contrató el controversial software de espionaje “Pegasus” en el 2019. Esto se
pudo comprobar gracias a uno de los documentos filtrados por el grupo
“Guacamaya”.
El software fue utilizado para espiar a activistas y
periodistas durante el gobierno de Enrique Peña Nieto. Esto fue criticado por
el presidente López Obrador, quien dijo que en su gobierno no se repetirían
estas prácticas.
Hasta el momento, se ha confirmado que por lo menos
los celulares de tres civiles mexicanos fueron intervenidos en el actual
sexenio: el activista Raymundo Ramos, el columnista Ricardo Raphael y un
colaborador de Animal Político. Estos 3 tienen en común que investigaban casos
de violaciones de Derechos Humanos presuntamente cometidas por el Ejército.
En la “mañanera” de este martes, la periodista Nayeli
Roldán de Animal Político cuestionó al presidente sobre el uso del software
“Pegasus”. El mandatario mexicano respondió que no era espionaje sino “labores
de inteligencia”, se victimizó afirmando que los medios querían hacer una
crisis de lo ocurrido y sostuvo que su palabra era suficiente para tomar por
hecho que no se estaba espiando a ningún civil.
La realidad es que las pruebas que han trascendido en
medios de comunicación parecen pesar más que la palabra del presidente pues no
hay lugar a dudas de que el Ejército sí contrato dicho software y que se han
intervenido las comunicaciones de civiles inocentes.
En la conferencia matutina del día siguiente, al
sentirse acorralado con argumentos y pruebas, López Obrador respondió a Animal
Político con hostilidades. El presidente presentó información de pagos que
dicho medio recibió legalmente del gobierno anterior con la intención de
desacreditar, como antes hizo con el periodista Carlos Loret de Mola. Sin duda,
esto es lamentable pues representa un abuso por parte del mandatario mexicano y
un claro acto de intimidación en contra del periodismo crítico.
Esta es sólo una de las muchas aristas que tiene la
filtración de los documentos de la SEDENA. En los próximos meses, seguirá
siendo un tema de relevancia para el país por todo lo que falta por descubrir.
Si la situación ya es difícil para el ejecutivo federal, se vienen tiempos aún
más complicados pues la imagen del Ejército se desgasta a medida que se da a
conocer más información. Estas no son buenas noticias para un gobierno que ha
apostado tanto por la militarización de la administración pública.