La Revista

Fortalecer las instituciones.

Carlos Capetillo Campos
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Reflexiones en voz alta, por:Carlos Capetillo Campos

En
1928 un grupo de mexicanos empezaron a analizar cómo crear una dependencia que,
al estilo de Austria, precursora de la seguridad social en el mundo le
proporcionaran básicamente el servicio médico a los trabajadores y sus
familias.

Desde
ese entonces se inició un amplio programa de discusiones y debates de todos los
sectores sociales, inclusive hubo marchas y plantones y finalmente nación el
Instituto Mexicano del Seguro Social, hoy por hoy, la mejor institución del
sistema político mexicano.

La
evolución del Seguro Social como le llaman popularmente, ha sido constante y
hoy protege a la mayoría de las familias mexicanas en una gran gama de
servicios que van desde el nacimiento hasta la muerte, siendo desde luego el
servicio médico y las jubilaciones y pensiones los servicios fundamentales,
pero al paso del tiempo se han ido sumando guarderías, centros deportivos,
seguridad en el trabajo, velatorios.

Independiente
de las fallas y deficiencias, así como los actos de corrupción que han aflorado
en algunas áreas de la institución, el IMSS hasta hoy es con mucho, la mejor
institución al servicio de la sociedad.

Ha
evolucionado de acuerdo con las demandas sociales, especialmente de los
trabajadores afiliados a él.

Es
un sistema tripartito, en el que participan los patrones, los trabajadores y el
gobierno, quien tiene a su cargo la administración a pesar de que hay un
Consejo de Administración, integrado por los representantes de los aportantes,
el gobierno propone y se autoriza a los principales funcionarios.

No
cambia a cada rato ni a cada cambio de gobierno.

Se
modifica y se ajusta de acuerdo a las circunstancias y se consultan las
modificaciones con los interesados y la sociedad en general.

Los
mejores servicios médicos del segundo y tercer nivel, o sea las cirugías
básicas y las de alta especialidad están el Seguro Social.

Lleva
75 años y no desaparece sino al contrario se fortalece, se ajusta y esta
reflexión la presento como un ejemplo de que a las instituciones se les
fortalece, se ajustan, se adaptan, pero no se les agrede. Se le supervisa, se sanciona a aquellos
funcionarios que hacen uso indebido de los recursos bajo su responsabilidad,
porque ha costado mucho dinero, mucho esfuerzo, muchas esperanzas, muchas
decepciones, escenario de muchas alegrías y muchas tristezas.

Hay
muchas instituciones del gobierno de México, que a mi juicio duplican
funciones, se estorban entre sí, y la sociedad no les ve ninguna utilidad y
desaparecen unas y se crean otras sin más explicaciones. Esto es muy grave.

La
sociedad en el último proceso electoral demostró estar suficiente madura para
calificar a un gobierno que no respondió a las expectativas creadas por los
mismos funcionarios, y dio un apoyo masivo a un aspirante eterno, que viene
mandando señales preocupantes, explosivas y sin contar todavía con el poder
legal que significa recibir la banda presidencial.

Sus
colaboradores y asesores tal parece que no se atreven a cumplir con su
responsabilidad y señalar con sus luces el buen camino.

No
hay que destruir las dependencias e instituciones, hay que procurar fortalecer
y actualizar lo que hay.

Y
es una obligación del gobernante fortalecer lo bueno, corregir lo malo, premiar
al que se lo merezca y castigar a quien no entienda qué es un servidor público
y está obligado a manejar los recursos que son de los ciudadanos que pagan
impuestos, con total transparencia, eficiencia y eficacia, honestidad.

Los
mexicanos saben cómo ejercer justicia a través del voto.

Carlos Capetillo Campos
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