En un giro sorpresivo en la política francesa, Sébastien Lecornu presentó su renuncia como primer ministro apenas 13 horas después de haber dado a conocer su nuevo gabinete.
Lecornu había sido recientemente nombrado para liderar el gobierno y, sin embargo, citó que las condiciones para gobernar “no estaban dadas” y denunció los “apetitos partidistas” que, según él, minaban la unidad del Ejecutivo.
Una de las causas centrales que motivaron su decisión fue el descontento expresado por el partido Los Republicanos, cuya dirección rechazaba la composición del gabinete y amenazaba con abandonar la coalición gubernamental.
El Palacio del Elíseo confirmó que el presidente Emmanuel Macron aceptó la dimisión de Lecornu, lo que abre la puerta a escenarios como la formación de un nuevo gobierno o incluso elecciones anticipadas.
Lecornu fundamentó su renuncia en tres razones principales: primero, la dificultad de aplicar sin consenso el artículo 49.3 de la Constitución; segundo, la actitud de algunos partidos como si todos tuvieran mayoría absoluta en la Asamblea Nacional; y tercero, las tensiones internas en el núcleo común del gobierno – integrado por fuerzas de centro y derecha – que impidieron una colaboración fluida.
Este episodio se produce en un momento delicado para Macron, cuyo índice de aprobación ha descendido recientemente y enfrenta crecientes críticas por sus políticas económicas y sociales.
