La Revista

Gatos encerrados

Especial La Revista
Especial La Revista
Sígueme en redes sociales:

Por: Laura Méndez.

Twitter: @mapirosa26
Instagram: @lauramendezmx
Email: mapirosa.work@gmail.com

Recuerdo escuchar las gotas taladrando mi ventana. Sentí un dolor en la cabeza que me provoco un mareo, como de alguien que en la oscuridad está buscando la salida de emergencia y no la encuentra. La lluvia que en los primeros días de encierro disfrutaba desde mi balcón, con una taza de café, se había vuelto ahora una nueva forma de seguirme sofocando. Ya tengo claro que mi lugar es en casa y para bondades de mi trabajo, no tengo que salir a exponerme y con ello cuidar de todos. En mis días de pandemia he escrito sobre la importancia de no salir ante la reapertura, como animales salvajes, sino como seres vivos pensantes, pero hoy, llegué al limite del encierro. Me puse los tenis y una chamarra, abrí la puerta y volví a analizar que me puedo resfriar, que no voy a saber si será una simple gripe. Respiré y volví a entrar, a ese cuarto que ha dejado de ser mi espacio de paz.

A la mañana siguiente, volví a tener la misma sensación de asfixia, ya sin lluvia, traté de salir, pero quería hacerlo sin cubre bocas, porque no solo quería que me diera la luz del sol… quería respirar. Tener esa sensación de meter mucho aire en mis pulmones y exhalar hasta quedarme vacía. Sin pensarlo, me puse los tenis de nuevo y ropa deportiva, sin embargo, sabía que era mi responsabilidad. Aunque no quería tomé un cubre bocas y me dispuse a correr, como solía hacerlo. El poco viento me regalo minutos de libertad añorados por mi alma – si queremos dar un tinte romántico – pero la realidad, es que la libertad se sentía más en mi cuerpo, como un hormigueo.

No llegué muy lejos. El aire, el sol, la respiración, la vida sedentaria y – como cereza de pastel- el miedo. Apenas avancé un kilómetro y empecé a pensar que haber salido era una mala idea, si no tenía necesidad. Mi respiración agitada, mis piernas con ese hormigueo que dejaron de sentirse libres y la sensación de haber tomado una pésima decisión. Regresé a casa, como quién regresa a la cueva que lo mantiene cautivo, porque es mejor escuchar los aullidos de los lobos dentro de ella, que fuera del bosque.

Y es que esta moneda tiene dos caras, ante la reciente reapertura económica, ya no quedo de otra más que salir, como se dice, a ganarse la papa. Para quien tiene que hacerlo por que su trabajo lo requiere, son ampliamente reconocidas las razones para reintegrarse al mundo laboral. Hemos aceptado que debemos aprender a vivir de una manera diferente. Sin embargo, la otra cara es la de las personas que estamos cumpliendo con solo salir para lo indispensable. ¿Cuántos, seguimos prisioneros, con nuestros caos internos, en casa?

La cantidad de desempleos y el impacto en la economía mundial ha sido además de imprevisto, muy alto, y no deja de acrecentarse. Según el sitio del Banco Mundial, la economía se reducirá a 5.2% este año, que de acuerdo con la edición de junio 2020 del informe Perspectivas económicas mundiales del Banco, sería la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Por lo que salir, nos queda claro, es además de necesario, urgente.

Pero, ¿qué pasa con los estamos encerrados? Sin duda, seguimos generando y movilizando parte de la economía, pero ¿qué facturas trae para la mente y el cuerpo, seguir en casa?, ¿cuánto nos va a costar readaptarnos a la vida? porque yo ya no sé como levantarme temprano para ir a la oficina. ¿Cuántas horas más vamos a pasar girando, en nuestro propio espacio, como mi compañero felino, que solo ve la puerta y quiere huir? porque hay un virus afuera, que no ha dejado de existir.

Quién no se ha contagiado por fortuna de Covid… ¿Qué vivencias le están tocando tener en el hogar? ¿Cuántos quieren salir corriendo como yo?

Los expertos en salud mental, han expuesto que estar en cuatro paredes también ha llevado graves consecuencia, que va desde gente en el hartazgo, hasta los suicidios. ¿Cuántos matrimonios no van a seguir después de esta pandemia? ¿Cuántos descubrieron que el amor de su vida no es el que duerme al lado? ¿Cuántos sueños y planes ya se vinieron abajo?, porque sin duda la crisis financiera es importante, pero las crisis emocionales, esas que poco se tratan, también están cobrando vidas, porque también hay familias que están muriendo, amores que se están marchitando, paciencia que se está acabando y una llama de esperanza que ya solo espera encenderse con los foquitos de Navidad.

Seres humanos que están colapsando, jugando en laberintos para entretenerse, como gatos encerrados, dando vueltas, que nos regresan al mismo lugar: casa.
Ese lugar que ya se volvió escuela, oficina, cocina, búnker, gym, en fin, todo menos hogar. Estoy segura que como yo, habrá muchos que ya probamos de todo, desde el ejercicio, la música, dormir a las horas, no tengo idea de cuántas series ya vi. Es cierto, he hecho muchas cosas productivas, pero, necesito aire. Mi mente necesita oxígeno.

Recuerdo perfecto cuando mi gato recién acababa de llegar a vivir conmigo, solo quería escapar por las ventanas y salía intrépido. Apenas se abría la puerta, se iba con una agilidad que, en ocasiones, no lo podía atrapar. Después de algunas horas regresaba. Un día tardó demasiado y llegó un poco lastimado. Decidí clausurar todas las posibilidades de escape. Se acostumbró de alguna manera, a no volver a salir y a vivir esa vida a la que, bajo mi sentido de protección, era lo mejor para el y lo encerré, de tal forma que solo pudiera deambular dentro de casa. Me di cuenta que yo no podría acostumbrarme a eso. Que ya necesito salir, que quiero salir, sigo entendiendo que debo, si puedo, permanecer en casa, pero eso no oprime mi sentido de libertad.

Ayer quite todos los sellos, lo dejé libre para que regrese cuando quiera, le dejé un collar con la dirección, me quedo en la puerta vigilando que no vaya muy lejos, avise a mis vecinos que si ven a mi inquilino soy responsable de el. Y aquí estoy, esperando que regrese con bien.

Esperemos que todos ante esta reapertura, lo hagamos con conciencia y sobre todo, que regresemos con buena salud. Para los que seguimos dando vueltas, tal vez debamos contemplar, salir a tomar una pequeña pizca de aire fresco, con los protocolos y tenis bien puestos, sin correr… solo caminar.

Especial La Revista
Especial La Revista
Sígueme en redes sociales:

No quedes sin leer...

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img
- Advertisement -spot_img

Lo último