La Revista

Gobierno de mentiras

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas. 

Para poder abrir una mina y explotar algún mineral, en
México se necesita una concesión del gobierno federal. Sin ella, no se podría
porque la ley vigente le da carácter de propiedad de la nación a todo lo que se
encuentre en el subsuelo así que la mentira de hoy es “nacionalizarlo” y abrir
una empresa del Estado Mexicano que lo administre: sueños de autoritarismo en
esa obsesión de pasar a la historia como el mejor presidente de México.

¡Vaya Semana Santa! Jamás hubo sesión en el Congreso
de la Unión, un domingo de resurrección y esta vez fue para darle un revés al
presidente López Obrador y, de paso, lavarle la cara porque él venderá la idea
de que él lo propuso y la oposición apátrida se lo negó y así no admitirá que
la presión de EEUU y Canadá lo forzó a recular ante las amenazas de demandas en
cascada por violentar los acuerdos del Tratado de Libre Comercio.

Pero como su papel del mejor presidente de México no
lo construye con base en resultados de su gobierno sino con golpes mediáticos y
mentiras, López Obrador se empeña en “nacionalizar” el litio.

Los días que nos ha tocado ver: La caricatura de
Calderón en Reforma no tiene desperdicio, cumple con la semana mayor en Jueves Santo:
se ve a un Judas colgado consumido por la culpa de su traición, por 33 monedas,
a Cristo, y la leyenda sólo dice: “No jodas, Judas”. El personaje tiene la cara
de Miguel Aysa Damas, que quizá jamás en su vida pensó ser inspiración del que
quizá sea el medio más prestigioso del país. Triste decisión, peor destino para
el diputado plurinominal, cargo que –por cierto- su papi negoció para él.

La salida del partido, el PRI, terminó de abrir un
boquete al nombre de su familia: primero su padre ex gobernador acepta una embajada
para representar al gobierno de la 4T y ahora él se va con Morena a votar una
ley que, no sólo hubiera sido perniciosa para el país por sus costos y por sus
consecuencias, sino que también hubiera provocado el fin de un tratado
comercial que vaya que nos ha sacado de apuros.

Y Morena se quedó sin discurso de corrupción en los
gobiernos anteriores y por ello la gobernadora Layda Sansores concentra sus
ataques a los que votaron contra la ley de energía eléctrica, pero se mete con
sus hijos, con su familia, abriendo con ello la puerta para que se metan con
los suyos y con su familia, aunque ella debe estar acostumbrada por el juicio
de la historia a su padre “El Negro” Carlos Sansores Pérez.

Le pide al presidente nacional del PRI, Alejandro
Moreno, explicar el tema de su casa y propiedades, pero ella no deja claro por
qué su familia contabiliza 974 en el registro público de la propiedad de varios
estados del país cuando en su familia sólo ha habido servidores públicos
encumbrados: dos gobernadores, diputados federales, varias veces, senadores y
él presidente nacional de su partido: el PRI y director del ISSSTE.

Y en un exceso de protagonismo, sus huestes asedian la
sede campechana del tricolor, construida por su padre y cuyo salón principal
lleva su nombre, y ahí vimos a las autoridades violentar las leyes y a una
legisladora grafitera que parece ignorarlas cuando ella debiera ser la más
sólida garante de su cumplimiento. Quienes juraron hacer cumplir las leyes, hoy
dan el ejemplo contrario y con ello ¿cómo esperan que la gente les tenga
respeto?

Mientras, en el Congreso Federal, en medio de una
sesión que más tuvo de histriónica que de histórica, la oposición le recetó un
revés presidencial a la iniciativa del Ejecutivo y con ello sumó tres a su
historial más reciente…

Felicitemos a los diputados federales que lograron la
hazaña de no venderse, de no aceptar beneficios y de no votar contra la lógica
y la ciencia.

Lo que ya nos deja la Semana Santa es un aprendizaje
que debería de enriquecernos a todos: Cuando la oposición se une, los
ciudadanos ganamos en representación y se evita que el poder de un gobierno
autócrata se consume en beneficio sólo de ellos y su narrativa.

Aquí no hubo apátridas ni traidores al pueblo. El
presidente pretendía convertir en monopolio a la CFE y hacer de esa empresa un
monstruo del estatismo al ser la única que podría diseñar el crecimiento
eléctrico del país además de ser el único vendedor del producto final. Su idea
de apertura era darles migajas a los particulares interesados. Mal!

Mientras se ganó la batalla, hoy Sabancuy y la zona de
los chencanes, en Campeche, deben de luchar porque haya una subestación que les
permita tener la energía suficiente para desarrollarse; hoy, Seybaplaya debe
pelear por lo mismo si quieren que el muelle de API sirva como un generador de
empleos y recursos para activar el crecimiento de la economía de la zona.

Eso aunado de que los ambientalistas deben de pelear
porque Calakmul y los cenotes de Tulum y Playa del Carmen, en Quintana Roo, no
sea arrasado por el despilfarro de un tren maya que vaya que nos está saliendo
caro, y no sólo por lo elevado del presupuesto y la corrupción a su interior.

Calakmul se perderá y con él, especies endémicas de
esa zona.

Mientras en Kanasin, en Yucatán, se para una obra imprescindible
para nivelar la producción eléctrica ante la exigencia del desarrollo acelerado
del Estado.

Paren al presidente, porque no tiene idea de cómo
opera el mundo de hoy.

José Francisco Lopez Vargas
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