La Revista

Gobiernos de América Latina expulsores de migrantes

Facetas de México, por: Pascacio Taboada Cortina/Jorge Martínez Cedillo.

  • Necesitan contar con proyectos de desarrollo social, económico y educación.
  • Migrantes exponen la vida en transportes sin ventilación.
  • Francisco Garduño, comisionado del Instituto Nacional de Migración, será sustituido por el activista Alejandro Solalinde.

La pobreza y falta de preparación de millones de migrantes
que huyen de los países de América Latina –incluido México—en busca de mejores
oportunidades de trabajo y de vida en Estados Unidos, enfrentan altos riesgos
de perder la vida en un trayecto convertido en suplicio. Primero, por tener que
trasladarse cientos de kilómetros a pie, “de aventón” o en transportes
inapropiados, como “tráileres” sin ventilación, que los exponen a la muerte.

Si logran llegar con vida, pero sin dinero por haber sufrido
sobornos a que son sometidos por los llamados “polleros” y ahora la delincuencia
organizada, desde la frontera sur de México con Centroamérica, hasta la del
norte con Estados Unidos, se encuentran con la sorpresa de la negativa de
ingreso a territorio norteamericano por falta de documentos migratorios; sin
dinero por el robo impune, hambrientos y sin ninguna seguridad.

Esta
situación conflictiva es resultado de la falta de proyectos para el desarrollo
económico, social y educativo en niveles nacionales, regionales y locales. Los
gobiernos latinoamericanos destinan cuantiosos recursos económicos a sus
“proyectos militares” y protección de sus gobiernos, que al desarrollo de sus
sociedades.

Es verdaderamente lamentable que millones de migrantes tengan
que huir de sus países, porque no encuentran una forma de vida digna, acorde con
sus necesidades. Y lo peor, que los gobernantes de países expulsores y
receptores de migrantes, “se hagan de la vista gorda”. Los sufridos familiares
de las víctimas reciben de regreso a sus muertos, a veces con una compensación
económica que no sirve para nada.

¿Cuántas familias y sus hijos han quedado desamparados por la
muerte del padre, la madre, miles de jóvenes que salieron de sus casas con la
esperanza de encontrar trabajo en Estados Unidos y en otros países del mundo?
Es incontable, porque el problema de la migración es mundial, aunque hace falta
poner en contexto este problema ante organizaciones internacionales de Derechos
Humanos, y ante entidades como Naciones Unidas.

Desde hace décadas en México se padece un problema creciente
del fenómeno de la migración de connacionales hacia el país del norte. Datos de
analistas en esta materia, indican que en Estados Unidos viven y trabajan más
de 10.5 millones de mexicanos, que envían remesas cuantificadas en unos 50 mil
millones de dólares anuales. El gobierno federal ya cuantifica ese valor en el
esquema presupuestal de ingresos, por virtud de que significa más de la séptima
parte del presupuesto federal anual.

Para México, el problema de la migración de ciudadanos
latinoamericanos y del Caribe, de paso hacia Estados Unidos, se ha convertido
en un problema por la falta de estructuras de logística, de transporte y
alojamiento temporal, mientras que el gobierno de Estados Unidos no asume la
responsabilidad que le corresponde. Por lo pronto, no existen acuerdos entre
ambos gobiernos que den formalidad a la migración, de manera que se deja en
manos de la delincuencia organizada hacer “su agosto” con extorsiones, promesas
falsas y riesgos fraudulentos en el transporte.

En México operan más de 70 albergues –algunos llamados
centros de reclusión de migrantes—para ciudadanos latinoamericanos y caribeños,
provenientes del estado de Chiapas, que es la puerta de entrada de las
migraciones, hasta la frontera con Estados Unidos. Muchos de estos centros, se
convirtieron en lugares de reclusión, en tanto los interesados cumplen con
determinados requisitos para cruzar la frontera, lo cual puede durar meses o
finalmente les niegan el ingreso.

Precisamente, hace unos diez días, en Ciudad Juárez,
Chihuahua, ocurrió un incendio en un centro de reclusión de migrantes,
perteneciente al Instituto Nacional de Migración, que es una dependencia de la
Secretaría de Gobernación, con la penosa muerte de 40 migrantes y otro tanto de
heridos graves.

Este asunto abrió un tema de discusión entre las Secretarías
de Gobernación y de Relaciones Exteriores, por ambigüedades en la
administración del fenómeno migración con el manejo del problema diplomático
derivado del movimiento internacional de los migrantes.

La decisión directa del presidente Andrés Manuel López
Obrador, en torno de la definición de responsabilidades de Gobernación y SRE
sobre el incendio y las muertes y personas heridas, fue sencillamente ordenar
la desaparición del Instituto Nacional de Migración, junto con el comisionado de
esa área, de nombre Francisco Garduño (parece que anda prófugo, pero es amigo
del Ejecutivo Federal) y nombrar al activista y sacerdote Alejandro Solalinde,
como dirigente de la Coordinación Nacional de Asuntos Migratorios.

En estos asuntos hace falta poner orden. Primero, encontrar
al responsable de la muerte de 40 personas y heridos, como lo es Francisco
Garduño, y que no haya impunidad. Lo que sigue es procesarlo por convertir a
los centros de migración, en auténticas cárceles, sin servicios indispensables
de alimentación, sanidad y apoyo de alojamiento para los migrantes.

Por otro lado, que el sacerdote Solalinde se dedique a lo
suyo. “Zapatero a tus zapatos”, y que, de tener cualidades de funcionario
público, que renuncie a su vida pastoral y emprenda campaña. No puede cambiar
de la noche a la mañana de “pastor de la Iglesia” a “pastor de López Obrador”

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