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Guerra comercial; el precio vs el empleo

Carlos Mena
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Por: Carlos Mena Baduy.

Me decía el jefe de estudios
económicos de un banco suizo que México ya no tenía TLC desde que Trump anuncio su reducción de
impuestos, no puede haber un comercio justo cuando un país tiene condiciones de
económicas tan diferenciadas como tasa de interés, inflación e impuestos que
son determinantes en la inversión y comercio.

La guerra comercial de hoy es el
fondo el cambio de prioridad en el gobierno estadounidense de protección al
empleo y no a la dictadura del precio, la globalización fue un movimiento
empujado por los grandes corporativos para lograr precios bajos y capturar
porciones grandes del mercado en detrimento del empleo local.

El plan inicial del TLC era
bueno, abríamos el comercio del campo con productos subsidiados del Estados Unidos
que iban a desplazar campesinos para ser absorbidos por las industrias estadounidenses
que llegarían a México, iban haber más bancos para que floreciera la economía mexicana
y aumentara el ingreso nacional para comprar más productos norteamericanos,
todo se rompió cuando entro China al OMC y los empleos americanos y mexicanos
se fueron ahí.

Hoy Trump se enfrenta a Wall
Street y retoma la prioridad de empleo, su estilo rápido y personal es igual al
de Villa en la revolución, “primero dispara y luego averigua” es así como anunció
su rebaja de impuestos y hoy su aumento de aranceles al acero y aluminio, el
dato interesantes que el 80% de la producción de acero americano lo compran México
y Canadá pero ese costo a corto plazo no le importa, quiere revivir su
industria para dejar de importar acero del mundo, aunque sea a mayor precio al consumidor.

Insistir en sostener el TLC no va
cambiar la prioridad de Trump, con firma o sin firma, con árbitros o acuerdos
firmados está claro que no existe la intención de desarrollar una relación de
inversión y competencia justa o compartida.

De hecho el TLC puede ser un arma
de doble filo en el caso del acero porque por un lado quiere un integración más
alta de Estados Unidos en la industria automotriz (piezas de acero) asegurando
su producción y por el otro sube los aranceles encareciendo el acero de México
para el resto del mercado norteamericano.

Revivir las industrias locales y
proteger el empleo mexicano deber ser prioridad política nacional cuando el principal
socio comercial hace lo mismo, insistir en  el TLC es necio e inútil.

Carlos Mena
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