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Haití, donde la desgracia es permanente

Editorial La Revista Peninsular
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Los ojos del mundo se han postrado sobre Haití en
los últimos días debido al asesinato del presidente Jovenel Moïse. Después de
una semana de investigaciones, aún no queda claro cuáles fueron los motivos de
este magnicidio, pero todo apunta a que alguien contrató a mercenarios para
ejecutar al mandatario. Si bien, los haitianos han expresado su indignación con
respecto a lo sucedido, la mayoría no puede darse el lujo de preocuparse por
quién organizó el crimen o cuáles fueron los motivos pues su atención y
esfuerzos son acaparados por la severa crisis que aqueja a esta nación
caribeña.

En la madrugada del miércoles 7 de julio,
aproximadamente 25 individuos armados ingresaron a la residencia privada de
Jovenel Moïse mientras simulaban ser agentes de la Administración de Control de
Drogas de Estados Unidos (DEA) para confundir a la guardia del mandatario. Los
mercenarios entraron hasta la recámara del presidente y lo ejecutaron enfrente
de su esposa; los análisis forenses indican que recibió 12 balazos con armas de
alto calibre.

Martine Moïse, cónyuge del difunto, también fue
herida en el acto, pero ya se encuentra estable tras ser intervenida en Estados
Unidos.

Los elementos de seguridad del presidente Moïse
fueron tomados por sorpresa por lo que no mostraron resistencia cuando los
sujetos armados entraron al domicilio. Sin embargo, alertaron a las autoridades
haitianas y se desplegó a cientos de elementos para un operativo cuyo objetivo
era capturar a los agresores.

Dado que los agentes haitianos no conocían la
situación en el domicilio del presidente ni sabían si había rehenes, decidieron
no ingresar por la fuerza sino esperar a que los mercenarios salieran de la
casa para atraparlos en la retirada. Luego de varios días de persecuciones y
enfrentamientos, el gobierno de Haití ha atrapado a 20 individuos y abatido a
3, mientras que 5 continúan prófugos.

Horas después de que ejecutaran a Jovenel Moïse, el
primer ministro saliente de Haití, Claude Joseph, declaró en estado de
emergencia al país y ordenó el cierre de las fronteras mientras se investigaba
el crimen.

Asimismo, el ministro de Elecciones de Haití,
Mathias Pierre, pidió la intervención de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) y de Estados Unidos para proteger sitios estratégicos como puertos y
aeropuertos, pues se temía que quienes organizaron el asesinato también
tuviesen la intención de desestabilizar al país por medio de ataques a la infraestructura.
La ONU dijo que analizaría dicha petición y Estados Unidos envió a agentes del
FBI y del Departamento de Seguridad para apoyar en las investigaciones.

A pesar de que el primer ministro Claude Joseph ha
recibido el reconocimiento de las fuerzas armadas haitianas, gran parte del
aparato gubernamental, la ONU y Estados Unidos, existen dudas sobre la validez
de su poder pues otros personajes han afirmado ser los legítimos mandatarios.

Este es el caso de Ariel Henry, quien sostiene ser
el verdadero mandatario pues había sido presentado públicamente como sucesor de
Claude Joseph, pero el presidente Moïse fue asesinado antes de que pudiese
recibir la investidura de primer ministro. De igual manera, el Senado designó a
su titular, Joseph Lambert, como presidente interino; no obstante, éste órgano
parlamentario ha permanecido inoperante desde principios del año pasado, por lo
cual no ha tenido gran respaldo esta disposición.

Las autoridades haitianas no han compartido mucha
información sobre los motivos del asesinato ni quiénes están detrás de éste,
pero sí se sabe que prácticamente todos los capturados son de nacionalidad
colombiana, la mayoría exmilitares, y dos son de nacionalidad norteamericana
con origen haitiano. De acuerdo a lo que ha trascendido en la prensa sobre las
declaraciones de estos mercenarios, muchos de ellos alegan haber sido
reclutados desde internet para realizar trabajos de seguridad en Haití y no
sabían que se trataba de una ejecución.

Igualmente, se ha dado a conocer el nombre de
Christian Emmanuel Sanon, quien presuntamente forma parte de los autores
intelectuales del crimen. Según una de las versionas más difundidas, Sanon
habría contratado a CTU Security, empresa de seguridad con sede en Florida, con
el fin de reclutar a los colombianos, en un principio, para que le brindaran
servicio de protección en Haití.

El gobierno de Haití ha omitido revelar el nombre de
quiénes pudieron coadyuvar con Christian Sanon en la planeación del asesinato,
pero confirmó que éste individuo mantenía correspondencia con distintos
sectores del país.

Lo anterior ha generado muchas especulaciones
respecto a quiénes pudieron haber contratado a mercenarios para ejecutar al
presidente. Políticos de alto nivel han sido interrogados por las autoridades,
así como también se ha investigado a los elementos de seguridad que debieron
cuidar a Jovenel Moïse por su falta de respuesta inmediata a la agresión.

La tarea de identificar sospechosos no es sencilla
ya que el presidente Moïse se hizo de varios enemigos durante los 4 años de su
gestión por acusaciones de corrupción, desplantes autocráticos y el presunto
uso de organizaciones delictivas para ejercer violencia política contra
adversarios. Además, el alza de precios a productos básicos y el aumento de la
inseguridad habían hecho que su popularidad ante la población se desplomara.

De hecho, en el 2019 se organizaron movimientos
sociales para exigir su renuncia y, a principios de este año, el mismo
presidente Moïse denunció un intento fallido de golpe de Estado a su gobierno y
un atentado en contra de su vida.

Aunque no era secreto para nadie la impopularidad
del mandatario, se percibió una profunda indignación en la clase política,
tanto simpatizantes como opositores, por la magnitud del atentado y un interés
por conocer la verdad sobre lo ocurrido pues se considera que las explicaciones
compartidas al momento no son suficientes. Después de todo, al presidente de la
nación lo ejecutaron dos docenas de mercenarios en su propia alcoba mientras
dormía con su esposa.

Por otra parte, la población en general difícilmente
puede darse el lujo de preocuparse por quienes mandaron a matar al presidente o
porqué. Haití, uno de los países más pobres del mundo, actualmente afronta una
severa crisis económica por el alza de precios en productos básicos y una aguda
crisis de inseguridad que se refleja en el aumento de secuestros y
enfrentamientos entre grupos delictivos.

Debido a lo anterior, las preocupaciones de un
haitiano promedio son llevar comida a la mesa y regresar a casa a salvo; saber
quién mandó a matar al presidente, o por qué, no parece tan relevante.

Haití, un país de constantes tragedias, suma otro
episodio a su amarga historia. Esperamos que las autoridades puedan hacer
justicia respecto a este deplorable magnicidio, así como que el pueblo haitiano
pueda encontrar estabilidad y rumbo hacia una vida más digna. ¡Solidaridad a
Haití!

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