Puntual a su cita como cuando en vida vistió el terno para llegar el coso de la plaza Monumental de Guadalajara, Rodolfo Rodríguez “El Pana” estuvo en el ruedo de la “Nuevo Progreso” para dar su última vuelta el ruedo ahora dentro del catafalco de madera que contenía sus restos mortales pero sin faltar ese sarape de Saltillo que junto a su “lio” estaban al frente sobre el cofre de la carroza que le llevó a la arena donde en muchas tardes el genio tlaxcalteca sacó su inspiración de artista que hizo que los corazones del publico jalisciense vibraran al máximo.
El sol caía a plomo pero eso no importó para que un gran número de público y aficionados le recibieran con gran cariño y retumbara fuerte el eco en la plaza del grito de ¡Torero, Torero! ante un aroma de sentimiento y nostalgia de la gente que como en cada tarde cuando “El Pana” bajaba a los duendes del arte le ovacionaron con ese calor que tiene el aplauso mexicano.
Cerca siempre del féretro estuvo el matador Alfonso Hernández “El Algabeño” quien no hubo día que no estuviera en el hospital visitando a su amigo, al compañero de andanzas con el que fueron muchos los kilómetros que con su ilusión corrieron juntos la legua tratando de pegar un muletazo en sus épocas de maletillas, además de otros matadores como, Miguel Ángel Martínez “El Zapopan”, Alfredo Gutierrez, Guillermo Martínez, además de subalternos y novilleros como Alejandro Fernández, Cristian Verdín, Arturo de Alba, así como también los miembros de las peñas taurinas, “De Guadalajara”, “Mal de Montera” e infantil también hicieron acto de presencia para darle el adiós al “Brujo de Tlaxcala”.
Emotivas intervenciones de quienes con el sentimiento a flor de piel hicieron uso de la palabra siendo don Pedro Moreno, papá del empresario y ganadero Pablo Moreno el que hizo remembranzas de la carrera de Rodolfo y su voz se quebró cuando recordó que fue el un privilegiado ya que “El Pana” le brindó el novillo de su presentación en la desaparecida plaza “El Progreso de Guadalajara” y el último toro que lidiara en la Monumental tapatía. Acto seguido el matador Alfonso Hernández “El Algabeño” intentó recordar algunos momentos de sus andanzas pero la voz se le quebró por completo y ya no pudo hablar.
Muy sentida fue la última vuelta al ruedo ya que desde el inicio hasta el final cuando volvió a la carrosa fúnebre el grito de ¡Torero, Torero! con gran fuerza le acompañó para luego iniciar camino al aeropuerto de Guadalajara para ser llevado a su natal Apizaco en donde se le dará cristiana sepultura.
¡Hasta siempre “Pana”!!!.