El huracán Erin ha mostrado una trayectoria de rápida intensificación que lo llevó, en apenas un par de días, de ser una tormenta tropical a alcanzar la categoría 4 en la escala Saffir‑Simpson, constituyéndose como el primer gran huracán de la temporada 2025 en el océano Atlántico.
Según el Centro Nacional de Huracanes (NHC), Erin alcanzó vientos sostenidos de hasta 215 km/h (130 mph) tras haber escalado de categoría 1 a categoría 5 en menos de 24 horas. Esta intensificación ha sido calificada como una de las más rápidas registradas en el Atlántico, fenómeno que se ha vuelto más frecuente debido al calentamiento global.
Aunque no se espera que el ojo del huracán toque tierra directamente, sus bandas exteriores ya han provocado lluvias intensas, inundaciones repentinas y cortes de electricidad en Puerto Rico. En la isla, más de 100 000 personas se han visto afectadas por apagones.
La amenaza principal ahora proviene del mar: se pronostica que Erin generará oleaje elevado, corrientes de resaca potencialmente mortales e inundaciones costeras, especialmente en la costa este de Estados Unidos y en Bermudas.
En Carolina del Norte, el condado de Dare (en los Outer Banks) ha activado un estado de emergencia y ordenado evacuaciones obligatorias en la isla Hatteras. Según el pronóstico, “se espera que las inundaciones costeras y el desbordamiento del océano comiencen tan pronto como el martes 19 de agosto de 2025 y continúen hasta el jueves 21 de agosto de 2025”, advirtieron las autoridades.
A lo largo de la costa este de Estados Unidos —desde Carolina del Sur hasta Nueva Jersey— se espera un aumento del riesgo de corrientes de resaca durante los días martes a jueves, incluso bajo cielos despejados.
Erin también ha causado alertas en otras islas del noreste del Caribe: hay advertencias de tormenta tropical vigentes para las Bahamas, las Islas Turcas y Caicos, y partes de las islas Leeward. En esas zonas, se prevén lluvias abundantes —hasta 150 mm— que podrían derivar en inundaciones y deslizamientos.
En resumen, Erin representa un desafío significativo por su rápida intensificación y su amplio campo de viento, que ya genera impactos indirectos importantes en el Caribe y la costa este de Norteamérica, especialmente mediante fenómenos costeros peligrosos.


