Por Raúl Sales Heredia
México está envejeciendo, la pirámide está cambiando, menos niños y más personas de mayor edad, me saltan dudas si nuestro sistema de pensiones aguante y no colapse como el de Chile del cual tomamos el modelo, me brinca el que nuestras personas mayores puedan subsistir con la módica pensión en un entorno económico complicado en el que el valor adquisitivo se pierde de manera constante con la presión del dólar pero podría solucionarse si empezamos en este momento.
Los niños por otro lado, también presentan una situación compleja, nuevamente fallamos en el examen de PISA y México lleva 15 años en el último lugar en educación de los países que conforman la OCDE. El Secretario de Educación dijo que para que la reforma educativa empiece a dar frutos tiene que madurar, que tienen que pasar 10 años para empezar a ver resultados y aquí me brinca otra situación pues en dos años tendremos elecciones presidenciales y quien está a la cabeza según las encuestas es el actual presidente de MORENA que ha sido un crítico de la reforma educativa y aunque en los últimos meses moderó su discurso, cabría esperar que la modifique en caso de que se siente en la silla presidencial.
Nuestro sistema educativo, junto con nuestro sector salud, son dos de las áreas que más recursos tienen asignados por nuestro Congreso y no obstante, ambos tienen carencias importantes. Regresando a educación, tenemos que hacernos varias preguntas ¿Qué queremos como país? ¿Cuál es nuestro impacto dentro de la globalización? ¿Estamos formando personas que puedan cambiar nuestro entorno?
No, no pretendo responderlas pues mi opinión es una y esto tendría que ser un consenso entre varios sectores de nuestra sociedad y generar un plan nacional que esté más allá de cualquier cambio político, que no se pueda negociar entre partidos a cambio de ciertas prebendas, que sea completamente transparente para evitar usar su presupuesto en otras cuestiones y ya que se tengan las respuestas a lo que queremos, vendría la más importante de todas ¿Cómo lo haremos?
No podemos medir a todos nuestros estudiantes de la misma forma por la simple razón de que no son iguales, no podemos pedirles proactividad y creatividad si los atamos de manos y les decimos que pensar, no podemos seguir modelos tradicionales unidireccionales cuando la tecnología está presente y no podemos esperar que rindan mejor si no se trabaja en un plan de nutrición y salud. Vamos, si la mayoría de nuestros problemas nacionales son multifactoriales, también lo tiene que ser la solución.
La mejor escuela, con la mejor infraestructura, con las mejores herramientas pedagógicas, la escuela de avanzada, debería estar ubicada en la zona de mayor pobreza y marginación del país pues ahí es donde se necesitaría con urgencia.
Tenemos que pensar en no solo enseñar a leer sino, enseñar lectura de comprensión; no solo enseñar a escribir sino, enseñar a redactar, a sintetizar, a crear;no enseñar matemáticas nada más sino, como aplicarlas. En otras palabras (no mías, de Gary Schoeniger) “No hay que preguntarle a los niños qué quieren ser sino, qué quieren resolver”.
Nos quejamos amargamente de la corrupción del país, de la falta de honestidad de nuestros políticos, de la poca o nula congruencia entre lo que dicen y hacen pero, si queremos acabar con todo esto, es necesario que nuestro sistema educativo de un paso al frente viendo hacia el futuro, que revaloricemos a nuestros técnicos, que no dividamos el humanismo de la ciencia, que incorporemos las emociones, las sensaciones, que dejemos a los niños aprender con todos sus sentidos, que los dejemos imaginar, crear, construir, ser únicos e irrepetibles y que nosotros nos adaptemos a ello y formemos generaciones que piensen globalmente pero actúen localmente y que escuchemos las palabras del mayor científico de nuestros tiempos: “En tiempos de crisis, la imaginación es más efectiva que el intelecto” (Albert Einstein).
