Imágenes satelitales recientes han revelado una alarmante disminución en los niveles de los ríos de la Amazonía, destacando el impacto devastador de la sequía que afecta a la región. En particular, el río Negro, uno de los mayores afluentes del Amazonas, ha alcanzado mínimos históricos cerca de Manaus, en Brasil. Según datos del servicio geológico brasileño, el nivel del agua desciende aproximadamente 17 centímetros diarios, exponiendo vastas áreas del lecho fluvial. Estas condiciones son reflejo de la peor sequía en Brasil desde 1950.
El río Solimões, otro afluente clave, también enfrenta niveles históricamente bajos, dejando embarcaciones varadas y exponiendo grandes bancos de arena. La falta de lluvias ha afectado no solo a los ecosistemas acuáticos, sino también a las comunidades locales que dependen de estos cuerpos de agua para transporte, alimentación y sustento.
Los científicos advierten que esta situación podría empeorar en las próximas semanas, ya que los niveles más bajos normalmente se registran en octubre. Además, la sequía ha incrementado la mortalidad de especies vulnerables, como los delfines de río, cuya población ya está sufriendo a medida que disminuyen sus hábitats.