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Incongruencias

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

A mi no me paga Repsol, me pagan los mexicanos, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador, durante una gira de supervisión de una planta termoeléctrica en Nava, Coahuila.

La airada respuesta presidencial tiene que ver cono esa visión parcial que él tiene de que sus ideas son las correctas y son reales. Sin embargo, la realidad, como suele hacer, le pegó un golpe en el rostro porque desprecia a la iniciativa privada, que genera más del 90 por ciento de los empleos en el país, privilegiando a ese 10 por ciento que aporta el gobierno federal a la economía de México.

En Campeche y en menor medida en Yucatán, hay que decirlo, la visión presidencial dista mucho de ser benéfica y las políticas públicas presidenciales van directamente contra el desarrollo de ambas entidades que vaya que necesita de la iniciativa privada para cambiar no sólo su futuro sino una realidad que a muchos nos golpea.

Por desgracia, muchos gobiernos creen que son muy listos cuando su operación la financian con sus proveedores y no con las instituciones que se dedican a ello. Lo correcto, antes de endeudarse, es ver la capacidad real de la entidad para hacerlo y si los ingresos propios servirán para hacer frente a esos compromisos.

Los gobiernos de Jorge Carlos Hurtado y de Antonio González Curi, en Campeche, le apostaron a ese error. Santiago Pérez Aguilar, tesorero en los dos periodos, no sólo financió al gobierno con los proveedores –excepto los consentidos- sino que condenó a muchos de ellos a la desaparición, exactamente como lo hace hoy Petróleos Mexicanos y muchas dependencias del gobierno federal.

Las cuentas en la sucursal Torres de Cristal de Santander reflejaban los cientos de millones de pesos que el secretario de Finanzas de Campeche tenía a su disposición y a su nombre en inversiones. El tema, tocado por este columnistas en diversos medios, no sólo lo ratificaron los abogados nacionales y regionales del banco sino que al entrevistarse con el periodista su preocupación siempre fue la fuente de los datos, sin que jamás se hayan molestado por negarlos. Les importaba quien fue el informante no si ese dinero era sucio o desviado del gobierno local.

Hoy, la visión y la argumentación contradice al presidente cuando señala que a él le pagan los mexicanos precisamente porque habemos miles de mexicanos que sí le apostamos a las energías alternativas y no sólo aceptamos que estén incluidas en el Tratado de Libre Comercio sino que al rechazar a esa parte de la iniciativa privada, el Ejecutivo violenta lo que la Constitución señala como una obligación de Estado en el artículo 25 constitucional:

“Corresponde al Estado la rectoría del desarrollo nacional para garantizar que éste sea integral y sustentable, que fortalezca la Soberanía de la Nación y su régimen democrático y que, mediante la competitividad, el fomento del crecimiento económico y el empleo y una más justa distribución del ingreso y la riqueza, permita el pleno ejercicio de la libertad y la dignidad de los individuos, grupos y clases sociales, cuya seguridad protege esta Constitución. La competitividad se entenderá como el conjunto promoviendo la inversión y la generación de empleo”.

Campeche y Yucatán, por ejemplo, no sólo tienen vocación para las granjas de energía solar sino terrenos costeros que bien podrían servir para instalar corredores de generadores de energía eólica y no sólo dar empleo sino también promover la industrialización de un estado que vaya que necesita desarrollarse. En la costa yucateca esa inversión ya está en marcha y es una realidad.

El presidente tampoco entiende del tema de gas natural y en lugar de esos mecheros que lo queman, cada día son menos por la baja en la producción, consumen ese combustible que sale al perforar pozos y extraer petróleo, podrían inyectarse para alimentar las centrales eléctricas de la zona y con ello reducir el consumo de combustóleo, altamente cancerígeno y prohibido ya en la mayor parte del mundo por su alto nivel de contaminación.

El dinero que recibe como pago el presidente si es de los mexicanos, de su trabajo -en esas empresas de capital extranjero que confiaron en un país que se abría al mundo- vía impuestos.

Cerrar el país a la inversión privada es condenar a regiones pobres y sin infraestrucutra ni industrias a seguir siendo sometidas por gobiernos que no sólo los esquilman vía impuestos sino que comenten el error económico de extrangularlos financiandose con ellos y con sus trabajadores.

En Campeche y Yucatán sabemos de esos errores. La economía campechana es de quincenas y elegir a gobiernos como el de López Obrador nos encadena a seguir viviendo de la dádiva gubernamental. Habemos quienes ya no queremos eso y precisamente por ello hay una Alianza Federalista que hoy le exige al gobierno federal y al presidente no sólo modificar los esquemas de distribución de los impuestos que cada entidad aporta al pacto federal sino un trato digno y respetuoso de la presidencia hacia ellos.

El tema, que ha ido escalando, provocó que los siete gobernadores de Morena se plantaran ante los diez opositores en un intento por mitigar la dura crítica, hasta hoy justificada, de los gobernadores de oposición a los que el presidente ni escucha, ni atiende ni les da citas y para ello argumenta que se daña la investidura presidencial.

La actitud presidencial de ignorar a quienes no se alían con él y no le rinde pleitesía contrasta en el trato que les da a los otros gobernadores.

El presidente, según quienes lo conocen y así lo han descrito, entre otros Dante Delgado, sólo respeta a los que se doblegan ante él y aún haciéndolo deberán pasar por un periodo en el que no sólo se ensañará con ellos sino que los humillará públicamente.

El contraste en la queja, es que muchos de los gobernadores no se han unido a la Alianza Federalista quizá porque ellos tienen otro trato o le apuestan a lograr más negociando directamente con Hacienda o con el presidente.

La incognita, que en verdad no lo sería tanto, es por qué el presidente los mide a todos con varas distintas si todos ellos, como él, son tan legítimos y ganaron sus elecciones y representan a los ciudadanos que los eligieron.

López Obrador sólo exhibe que no gobierna para todos y que, como bien dicen sus críticos, promueve la división y el enfrentamiento aun entre quienes deberían de tener una relación de coordinación con su gobierno.

Estilos de gobernar que sólo exhiben que ni son diferentes, traiciona, mienten y, por lo que se denuncia, también roban. Pobre México, otro sexenio perdido…

José Francisco Lopez Vargas
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