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¿Indultar a un culpable?

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas

Conocí a Mario Villanueva en algún momento de mi vida periodística. Senador, alcalde de Cancún, gobernador, Mario siempre fue un hombre con el que me gustaba platicar. Su forma era muy cuidadosa, muy atenta, muy gentil.

Sin embargo, a Mario le pasó lo que le sucede a mucha gente que no está preparada para ser gobernador: perdió el piso y se creyó más importante de lo que era. Incluso se peleó con el presidente Ernesto Zedillo y empezó su debacle…

Quintana Roo es quizá una entidad donde la falta de transición política llevó a muchos políticos a pensar que el PRI y el gobierno eran todo poderoso. Gobernado por familias tradicionales, Chetumal y Cancún se han disputado ser el centro del poder político desde que Luis Echeverría obligó a todos sus secretarios a comprar terrenos e invertir algo de su dinero en Cancún, para fundar lo que se convertiría en el paraíso mexicano hasta que lo alcanzó el narcotráfico.

Cuando Jesús Martínez Ross gobernó el recién creado estado, tuvo a su lado a Pedro Joaquín Coldwel, primero como diputado constituyente y más tarde como presidente de la Gran Comisión de la 1era. Legislatura. Más tarde lo nombró su secretario general de Gobierno de donde salió para ser su sucesor al ser designado candidato del PRI a la gubernatura.

En el curriculum de Mario Villanueva Madrid no aparece alusión a los cargos que tuvo en esos gobiernos, pero con Joaquín ocupó el Comité para la Planeación del Desarrollo y la delegación de la Secretaría de Agricultura mientras se hablaba de una cercanía “demasiado afectiva” entre él y su jefe.

Oficial Mayor de la CNC al calor de Víctor Cervera Pacheco, secretario entonces de la Reforma Agraria, Villanueva se convirtió en un senador que primero fue alcalde, por un año, de Benito Juárez, con sede en Cancún, dejando como su sucesor a Jorge Arturo Contreras Castillo a quien encarcelaron por los desvíos que se cometieron en ese ayuntamiento para financiar la campaña al Senado de Villanueva.

Compañero senador de Joaquín González Castro, quizá el más seguro sucesor de Miguel Borge Martín, Villanueva recibe todo el apoyo de Cervera para hacerlo candidato a la gubernatura.

En su oficina de la Reforma Agraria, Cervera Pacheco le pide al columnista viajar a Chetumal al Mostrenco, el rancho de Villanueva, para indicarle que organizara un gran evento con toda la discreción. En el que se “destaparía” a Villanueva antes de que el gobernador Miguel Borge Martín impusiera a su candidato a sucederlo. Villanueva se enteró cuando el evento estaba listo.

Con la venia de Carlos Salinas, Cervera impone a Villanueva quien empieza su candidatura financiando a Lorenzo Pacheco González y otros tundemáquinas, una marcha a la capital del país acusando a Borge de represión, de perseguir periodistas. Ahí, en Iztapalapa, asesinan a uno de ellos y responsabilizan del asesinato a Borge, quien se defiende y se acredita que el difunto era un agiotista que publicaba una revista sólo para protegerse de las múltiples demandas que tenía en su contra, hasta de su propia familia.

Villanueva inicia su gestión en unos comicios polémicos donde las boletas de Cancún no tenían la imagen del candidato de la coalición del PAN-PRD y que renuncia a ella 48 horas antes de los comicios. Sin oponentes enfrente, gana la gubernatura a pesar de que hubo muchas irregularidades y la abstención llegó al 75 por ciento de los empadronados.

Cegado por el poder, Villanueva desconoce amigos, se habla de que él navajea al asesino de su padre que desaparece de la prisión donde purgaba condena, según narró un guardaespaldas que también desapareció, y acuña la frase de que el que mandaba en su estado era sólo él.

Villanueva se pelea con los hermanos de Ernesto Zedillo y con ello desata una indagación sobre sus vínculos con Juan José Esparragoza “El Azul”, operador de Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos” que termina cuando amenaza de muerte al cónsul de Estados Unidos en la Península de Yucatán, quien lo notifica a su gobierno y participan activamente en la investigación.

Villanueva utiliza a un medio regional para exhibir a Roberto Hernández cuando éste se niega a financiarlos y los acusa de estar implicados en el narco, en un intento pueril para desviar la atención que ya tenía sobre él.

El Chueco, como le decían, desaparece saliendo de las oficinas de su protector Cervera Pacheco en Mérida para luego ser aprehendido en Quintana Roo luego de que negocia su entrega.

Indultarlo no significa que sea inocente, sino que tiene ese derecho porque ya supero los 70 años, una concesión que ni a Elba Esther Gordillo quiso darle el gobierno. Hoy, veremos si Mario regresa a su casa, al menos para purgar su condena.

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