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Ingenuidad

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

En el Partido Acción Nacional (PAN) como el en
Revolucionario Institucional (PRI) y en el de la Revolución Democrática (PRD)
hay gente ingenua que piensa que teniendo una relación cordial con el
presidente Andrés Manuel López Obrador le garantiza que si son los candidatos a
la presidencia por la oposición les respetará su triunfo o que la contienda
será limpia. Error.

El presidente, perdón por si no se han dado cuenta, no
es un demócrata. Su gobierno está criticando al PRI y sus mañas del pasado pero
en cada decisión está emulando a ese partido que, a punta de fracasos, ha
entendido que o se adecua a la realidad del país o seguirá perdiendo las
elecciones.

En el PAN, los neopanistas o esa gente de nueva
camada, cree que emulando los vicios de otros partidos logrará convencer a los
ciudadanos y por ello se aleja cada vez más de sus principios democráticos
internos y tradicionales. Los partidos, como todos los entes políticos, tienen
que irse adecuando a las realidades del país y el mundo y darle a los electores
y ciudadanos los elementos que permitan hacerlos válidos y vigentes.

Ante la crisis de partidos tradicional que se atraviesa
en el mundo, es normal que la exigencia de una sociedad nueva y que no padeció
los excesos del pasado, se dejen seducir por personajes como López Obrador. Su
manera de decir las cosas puede resultar atractiva para muchos, pero la
realidad es un lenguaje que muchos ya conocíamos y que nos trae a reflexión por
el mensaje oculto.

Un presidente como López Obrador añora los tiempos del
carro completo del PRI y su hegemonía absoluta en todo el país. A finales de
los 60´s, Mérida tuvo un despertar cívico que le hizo ver al partidazo que
cuando la sociedad se une y se cansa de las tropelías, sale a votar y con su voto
masivo no podían cometer fraude. La participación masiva de la sociedad
desactiva las mapacherías.

Se entiende que muchos actores políticos nuevos en
estas lides, crean que el poder presidencial los puede hacer no sólo candidatos
sino presidentes y ahí es donde está su más infantil error: López necesita a
quien le garantice la continuidad de su proyecto y antes negocia con priistas
que con panistas. Para él, el PAN representa ese conservadurismo que el PRI
combatió por año y lo llevó a financiar a partidos emergentes como Morena en
sus inicio, sin darse cuenta que la sociedad votaba en contra del gobierno
tricolor y al financiar a opositores que ellos creían le quitarían votos a la
oposición fueron cavando su tumba.

El artículo firmado esta semana por Erica Millet en el
Diario de Yucatán es un reflejo claro de lo que la sociedad está viendo en el
gobierno de Vila y que se replica, por desgracia, en otros gobiernos panistas
del país.

Lo vimos en Chihuahua con Javier Corral y su alianza
con López Obrador que no evitó que el PAN ganara aún con la candidata que el
gobernador no apoyó y vaya que le apostó a su derrota e invirtió en ello.

En Guanajuato Morena no ha logrado triunfos y fue la
única entidad donde López Obrador perdió su elección presidencial. En Querétaro,
Pancho Domínguez le ganó a José Calzada la gubernatura a pesar del excelente
trabajo del priista, y el gobierno panista ratificó el triunfo de Mauricio Kuri
que acaba de tomar posesión en 2021.

Es verdad que hay estados donde los panistas jamás
irían en alianza con el PRI como sucedió en Campeche y al haberse convertido en
una elección de tres, se coló Layda Sansores y Morena por escasa diferencia. La
gente no entendió que la oposición unida neutraliza a Morena, pero los partidos
tampoco entendieron que los candidatos tienen que sentirlos suyo y su proyecto
incluyente. En Campeche ni el discurso de gobierno de coalición sirvió y hoy
lamentan haber llevado al poder a una mujer que violenta las leyes todos los
martes en su show político-musical-cómico.

Estoy muy lejos de creer que cualquiera puede ganar la
presidencia con sólo aliarse. La realidad es que el handicap de la oposición es
muy grande ante un presidente que sabe para qué sirve el poder electoralmente
hablando y reproduce todos los vicios que veíamos en el siglo pasado desviando
recursos, usando la ley para criminalizar a opositores y comprándolos cuando es
necesario: ahí vemos los priistas que son embajadores y cónsules.

Si alguien tiene dudas de que el presidente hará hasta
lo ilegal e imposible para quedarse con la elección de 2024, no tiene idea de a
quién se está enfrentando. López no es el último presidente de la revolución
como se decía López Portillo pero si será, si se le permite, el que regrese al
país a esa condición de que las elecciones no sirven para que los ciudadanos
escojan gobernantes sino que esa misión le toca al presidente que, maldita la
hora, México se abrió a la democracia y a la alternancia política por esa veta
neoliberal instaurada por Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.

Panistas como Vila y Kuri, en Querétaro, por citar a
un par, que llegaron al PAN cuando este ya ganaba elecciones, creen que el
ejercicio de gobierno tiene que ver con la cooptación de éste en aras de su
imagen y si bien tienen un gabinete y cumplen con las formas políticas,
económicas, sociales y legales, todos los órganos están supeditados a sus
intereses y a su visión personal y proyecto político.

Si su vida pública se garantiza, Vila entregará la
entidad al presidente porque, al final, no es panista ni ciudadano convencido
sino un personaje que cree en la autocracia y que los halagos al presidente son
cosas inherentes al poder.

La descripción que hace la que fuera su secretaria de
cultura refleja en mucho esa percepción generalizada de que al gobernador Vila
sólo le interesa su proyecto, el de él, el de su persona y que estaría
dispuesto a sacrificar lo que fuera para conseguirlo, para consolidarlo.

Si su proyecto es ser presidente y fingir ser
demócrata, como lo hace el presidente, eso justificaría el apoyo a Jorge Carlos
Ramírez Marín, con un pie en Morena. No lo sé, lo que dice la ex miembro de su
gabinete devela muchos argumentos que he escuchado en la calle, de gente que es
cercana al gobernador.

Lo innegable es que hay resultados en Yucatán aunque
la realidad sea esa cooptación de todos en su gobierno y esa opacidad en temas
que son fundamentales para la vida política y económica del estado.

¿Por qué el precio de su proyecto personal lo
tendríamos que pagar los yucatecos cediéndole el gobierno a Morena?

¿Por qué el precio de su proyecto personal tendría que
pasar por traicionar al partido y los yucatecos que le han dado su confianza y
su aval?

¿Por qué el precio de su proyecto personal tendría que
pasar por la opacidad de su gestión y la concreción de su impunidad?

No lo sé. Yucatán desde los 60´s dio muestras de no
bajar la cabeza ante el poder político y supo elevarse su voz para decidir su
futuro, ¿por qué no sería así hoy?

Los yucatecos valoramos los resultados, pero no a ese
costo. Definir al sucesor por una vía que no sea electoral es una ofensa a los
ciudadanos y los pactos clandestinos tarde o temprano saldrán a la luz, pero si
algo deben de tener claro quienes hoy gobiernan el país con un signo distinto
al de Morena es que el presidente, si pierde, no aceptará la derrota y hoy ha
hecho todo para dejar claro que el INE le estorba y que la sociedad civil es su
adversaria y no permitirá que el gobierno pierda un ápice de su poder absoluto,
y menos para ser escrutado por ciudadanos independientes. Así son los
autócratas, así son los tiranos.

José Francisco Lopez Vargas
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