Reflexiones en Voz Alta, por Carlos Capetillo Campos.
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Antes, Yucatán tenía fama de ser la tierra del Faisán y del cultivo, pero no del cultivo de la tierra, sino del cultivo a las personas, que es como le llamamos cuando elogiamos con inteligencia a una persona sobre sus supuestas cualidades y lo hacemos de tal manera, que el sujeto se lo cree.
Pero esa práctica muy local se ha vuelto, por lo visto, nacional.
Y los periodistas que son especialistas en este mundo del cultivo, tomaron como objeto de su cultivo, al Presidente Nacional del PAN, al que empezaron por llamarlo “el niño maravilla” y desde luego, ninguna de las dos cosas es, pero él se lo creyó y ya solo falta que, en su inmensa soberbia, firme así.
Y al igual que su ídolo y ejemplo a seguir, Andrés López, pretende ser el dueño del Partido Acción Nacional y querer imponer su voluntad como si su palabra fuera la verdad absoluta y maneja la política de que “lo que yo diga es la verdad absoluta y quien ose en pensar diferente estará cometiendo sacrilegio y será condenado al infierno y al ostracismo político”, el mayor temor de los políticos hoy en día.
Y con las carretadas de dinero de los contribuyentes mexicanos a su disposición como Presidente del Partido Acción Nacional, ya sabemos cómo tiene medios de comunicación a su disposición, y empezaron a hablar de él como el salvador de la política y dejaron que evadiera el tema de su inmensa fortuna, de los moches de los panistas, quizás porque estaban en el juego panistas simpatizantes de él y con un enorme cinismo y oportunismo político, sin importar los principios ideológicos de su partido, arma un Frente Ciudadano con Alejandra Barrales, Presidente del PRD, cuyos propósitos están a la vista: él para candidato a Presidente y Alejandra candidata a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Que chulada de personajes, juntando el agua con el aceite, todo con el único fin de obtener el poder.
Y como creen que eso debe de decir y ante una falta absoluta de valores personales, se dedican a decir como disco rayado, que todo lo que hacen mal es culpa del PRI.
Desde la acumulación de su fortuna hasta la salida de Margarita Zavala, es culpa del PRI y obviamente una de sus favorecidas escribe en su columna como título, “Mesera del Priismo”, término demasiado ofensivo para quien renunció a su partido ante el bloqueo y cerrazón. Hay que recordarle que quien se lleva se aguanta.
Pero el PRI con prisa y sin pausa, viene fortaleciendo su estructura, ya de por sí la más robusta, organizada y eficiente de todos los partidos políticos, teniendo muy claro de lo que significa las actuales leyes electorales, que presenta contenidos que por novedosos necesitan especial atención, como la Reelección y el porcentaje de 50 por ciento de las candidaturas se le asigne a mujeres y además un porcentaje para los jóvenes, aparte de que los aspirantes catalogados como independientes, lo que significa una elección con características especiales, que sin duda agrega un ingrediente a lo que una elección presidencial representa.
Pero a más de lo que cada uno de los aspirantes independientes representa, por la cantidad de aspirantes inscritos, parece que se pretende volver una pachanga esta oportunidad.
Pero fiel a sus estrategias de los partidos de oposición, ante su falta de programas y fortaleza de sus ideologías, inexistentes en algunos casos, van por el camino fácil de culpar de todos sus males al PRI y al gobierno federal, sobre todo ahora que perciben una mejoría constante en la aceptación social del Presidente Peña Nieto, al apreciar que el combate a la corrupción va en serio, y ahora no se detiene a carteros, sino que ya hay en la cárcel Gobernadores y funcionarios de alto nivel comprometidos en actos indebidos en el manejo del presupuesto y bienes del Estado, y por otra parte la actitud del Presidente Peña Nieto ante las tragedias sufridas por diversas entidades, en las que el Presidente estuvo incansable, coordinando esfuerzos del gabinete para que fluyan los recursos y apoyos a la población y a los Estados, y alentando a la sociedad que se hizo presente con la característica solidaridad del pueblo mexicano, a no disminuir su ánimo y esfuerzo para las tareas de rescate.
Y por más reacios a la figura presidencial, la sociedad sabe reconocer los apoyos y la conducta de sus gobernantes.
