Un informe policial publicado en un tribunal de Sídney ha revelado nuevos detalles sobre el ataque terrorista ocurrido el 14 de diciembre de 2025 en la playa de Bondi, en Australia, durante una celebración de la festividad judía de Janucá, que dejó al menos 15 personas muertas y decenas de heridos. Según los documentos judiciales hechos públicos, los presuntos autores del atentado, un hombre de 50 años identificado como Sajid Akram y su hijo de 24 años, Naveed Akram, arrojaron artefactos explosivos caseros contra la multitud antes de iniciar la fase del ataque con armas de fuego, aunque esas bombas no detonaron. Los dispositivos incluían al menos tres artefactos construidos con secciones de tubería metálica y uno ensamblado dentro de una pelota de tenis, todos considerados “viables” por los peritos forenses aunque no explotaron en el lugar de la masacre.
Los documentos policiales describen que padre e hijo estacionaron su vehículo cerca de Archer Park, donde se desarrollaba la celebración, portando armas largas y bombas caseras, algunas ocultas en mantas para evitar ser detectadas. Tras colocar banderas vinculadas con el grupo Estado Islámico en el automóvil, presuntamente sacaron tres armas de fuego, los explosivos improvisados y se dirigieron a la pasarela peatonal que domina parte de la zona de la playa. Fue en ese punto donde arrojaron los artefactos hacia los asistentes, aunque ninguno detonó, antes de comenzar a disparar indiscriminadamente contra la multitud.
Los hechos, descritos en el marco de la causa que enfrenta Naveed Akram, quien fue trasladado desde un hospital a prisión bajo fuertes medidas de seguridad y enfrenta cargos por 59 delitos, incluidos asesinato y terrorismo, muestran una planificación meticulosa del ataque por parte de los dos sospechosos. La investigación ha revelado que ambos realizaron reconocimientos previos del lugar al menos dos días antes del atentado y que practicaron con armas de fuego en zonas rurales de Nueva Gales del Sur, según imágenes y testimonios incluidos en el expediente judicial. También se encontraron materiales para la fabricación de explosivos, piezas impresas en 3D para componentes de armas y copias del Corán en la residencia utilizada por los Akram.
Las imágenes y documentos presentados ante el tribunal reconstruyen con detalle la preparación del atentado, que incluyó la adquisición y ensamblaje de dispositivos improvisados que podían causar gran daño. Aunque las bombas lanzadas no estallaron, su potencial destructivo fue confirmado por expertos en explosivos que evaluaron los artefactos tras ser asegurados por las fuerzas de seguridad. Ese componente del ataque, junto con la elección de un evento festivo al aire libre, profundiza las preocupaciones sobre los motivos detrás de la masacre y las posibles motivaciones ideológicas de los responsables, sin que hasta ahora se haya aclarado del todo el trasfondo de sus objetivos.
El ataque en Bondi Beach ha tenido repercusiones políticas y sociales de amplio alcance en Australia, donde se ha reabierto el debate sobre las leyes de control de armas y las medidas para combatir el extremismo violento. Tras los hechos, el Parlamento del Estado de Nueva Gales del Sur fue convocado para considerar reformas que limiten la posesión de armas de fuego, prohíban la exhibición de símbolos terroristas y fortalezcan la capacidad de las autoridades durante actos públicos tras atentados de esta naturaleza. El primer ministro australiano, Anthony Albanese, ha instruido un enfoque de unidad nacional para enfrentar las consecuencias de un ataque que ha sido calificado como uno de los más graves en décadas y que ha generado un profundo impacto en la comunidad local y en la sociedad australiana en general.
Las autoridades continúan recopilando pruebas y analizando el contexto de la masacre, incluyendo la conexión de los presuntos autores con ideologías extremistas y el proceso de radicalización, mientras la investigación judicial avanza con la presentación de cargos formales y el desarrollo de procedimientos legales que podrían prolongarse en los próximos meses. El caso ha puesto de relieve la complejidad de enfrentar atentados que combinan elementos de terrorismo, violencia armada y uso de dispositivos explosivos improvisados en un solo acto criminal.


