En un hecho que ha desatado una intensa polémica internacional, Israel deportó este lunes a 171 personas implicadas en una flotilla humanitaria con destino a Gaza, entre las que figura la activista sueca Greta Thunberg.
El grupo activista formaba parte de la denominada “Global Sumud Flotilla”, una iniciativa civil que buscaba romper el bloqueo marítimo que Israel mantiene sobre la Franja de Gaza y entregar ayuda humanitaria a una población que sufre condiciones extremas.
Las autoridades israelíes interceptaron las embarcaciones en aguas internacionales, detuvieron a sus tripulantes y llevaron a cabo procedimientos de deportación hacia países como Grecia y Eslovaquia.
Activistas que volvieron a sus países denunciaron tratos degradantes durante su detención: falta de agua potable, sanciones disciplinarias, vigilancia constante, humillaciones simbólicas y retención en condiciones precarias. Por su parte, el gobierno israelí rechazó las acusaciones y aseguró que todos los detenidos recibieron atención, acceso legal y tratos dignos.
Greta Thunberg, al arribar a Atenas, expresó que podía hablar durante horas sobre los abusos vividos, pero que ese no debía ser el foco central de su denuncia. Calificó la situación en Gaza como un “genocidio” con conocimiento público y exigió el fin de la complicidad internacional.
Este suceso se enmarca en un escenario geopolítico complejo: mientras se desarrollan negociaciones indirectas entre Israel y Hamas, el bloqueo de Gaza y el acceso de ayuda internacional se mantienen como puntos candentes en el debate global.


