La escalada de violencia entre Israel y Hezbollah ha alcanzado nuevos niveles, con múltiples ataques aéreos y ofensivas terrestres. Según informes recientes, el ejército israelí ha lanzado más de 2,000 bombardeos en el sur y este del Líbano, impactando posiciones clave del grupo Hezbollah. Estas acciones, que comenzaron el lunes, han dejado un saldo de al menos 558 muertos y más de 1,800 heridos en un solo día, siendo el ataque más mortífero en el país desde el final de la guerra civil.
En respuesta, Hezbollah intensificó sus ataques lanzando misiles hacia Israel, incluidos proyectiles que alcanzaron las cercanías de Tel Aviv, lo que representa una significativa escalada. Hezbollah afirmó que su objetivo era la sede del Mossad en Israel, en represalia por lo que calificaron como “asesinatos” de sus líderes, y las explosiones recientes de dispositivos electrónicos vinculados a su red.
La situación ha generado alarma en la comunidad internacional. El secretario general de la ONU, António Guterres, advirtió sobre el riesgo de que Líbano se convierta en “otra Gaza”, destacando la urgencia de detener la violencia. Irán, por su parte, ha prometido apoyar a Hezbollah por “todos los medios”, lo que aumenta las preocupaciones sobre un conflicto regional de mayor escala.