Juan Guaidó asume que puede ser apresado o incluso asesinado en cuanto ponga un pie en Venezuela. Desde Brasilia, donde se ha reunido este jueves con el presidente Jair Bolsonaro, ha confirmado que volverá a Caracas este fin de semana, o el lunes como muy tarde, y ha confesado: “Claro que hay un riesgo, incluso de vida, pero tenemos un deber (…) entendemos ese riesgo de esta crisis que estamos viviendo, pero miramos al futuro de inmediato. Mi generación creció en esa dictadura, no vimos otra cosa, pero ahora estamos sintiendo el futuro”.
Guaidó ha llegado a Brasil a bordo de un avión de la Fuerza Aérea de Colombia, y a lo largo del jueves se ha reunido con embajadores de la UE y representantes del Congreso Nacional. Junto a Bolsonaro, se ha mostrado optimista sobre la resolución de la crisis venezolana, a pesar de la resistencia de Maduro. “Sólo le quedan las armas”, ha dicho, y ha atribuido a los miles de cubanos que trabajan en la “inteligencia y contrainteligencia” dentro de las Fuerzas Armadas la demora de la cúpula militar chavista en dejar de lado a Maduro.
“Estamos a las puertas de una transición, y el único que le pone coste en vidas humanas todos los días es Maduro. Estamos cada vez más cerca del triunfo de la democracia”, ha confiado.Guaidó ha insistido en que habrá amnistía y garantías para los militares desertores, y no ha aclarado si contempla la posibilidad de una intervención militar como salida, aunque ha subrayado: “No es cierto que en Venezuela haya un dilema entre guerra o paz, entre una ideología u otra, el dilema de Venezuela es entre democracia o dictadura, entre la miseria y la muerte de nuestra gente o regresar al camino de la prosperidad y el futuro de la región”.Bolsonaro, por su parte, ha dicho que no escatimará esfuerzos para restablecer la democracia en Venezuela, siempre dentro de la legalidad.
Más en su línea, ha dado gracias a Dios por el hecho de que en las pasadas elecciones los brasileños, viéndose en el espejo venezolanos, decidieran poner punto y final al “populismo y la demagogia barata” al dar la espalda a la izquierda.Prudencia en BrasiliaEl Gobierno brasileño está siendo muy cauteloso en los gestos con Guaidó. El presidente encargado no ha sido recibido con honores de visita de Estado y ha llegado al Palacio del Planalto por una entrada lateral. Bolsonaro no acudió a Cúcuta junto a otros presidentes de la región, y lejos de sus salidas de tono habituales, optó por el silencio en los días más tensos.
Los militares brasileños en la ciudad fronteriza de Pacaraima incluso ampliaron un cordón de seguridad para evitar disturbios entre manifestantes y los agentes de la Guardia Nacional Bolivariana que cerraban el paso a la ayuda humanitaria.Detrás de los movimientos para rebajar la tensión y que Brasil no aparezca como un vasallo de EEUU, está el vicepresidente brasileño: el general Hamilton Mourão insiste continuamente en que Brasil jamás apoyará una intervención militar y que tampoco cederá su territorio a otros países para actuar en Venezuela. También cree que hay un “riesgo real” de guerra civil y pidió la intermediación de la ONU, de la OEA y del Papa Francisco.Mientras tanto, en la frontera, el bloqueo persiste, pero las cosas empiezan a moverse poco a poco.
El gobernador del estado brasileño de Roraima, Antonio Denarium, se reunió con su homólogo en el estado de Bolívar, Justo Noguera, aliado de Maduro, para intentar que abra la frontera al menos al comercio. Hasta ahora, los militares venezolanos sólo levantaron el bloqueo para dejar pasar a 184 brasileños que quedaron atrapados al otro lado de la frontera y a las ambulancias que el fin de semana trasladaban a heridos a territorio brasileño. En Boa Vista, a 215 kilómetros de la frontera, aún hay 21 heridos. La noche del miércoles falleció un joven indígena de 24 años.