En su campaña para las elecciones presidenciales de 2024, Kamala Harris, actual vicepresidenta de Estados Unidos, ha prometido intensificar la lucha contra el crimen organizado, con un enfoque particular en el Cártel de Sinaloa. Durante un discurso en Pensilvania, Harris enfatizó que, de llegar a la presidencia, tomará medidas firmes para desmantelar esta poderosa organización criminal que ha sido responsable de gran parte del tráfico de drogas en Estados Unidos.
Harris destacó su experiencia como Fiscal General de California, cargo en el que ya había enfrentado a redes de narcotráfico, y aseguró que tiene el conocimiento y la determinación necesarios para llevar a cabo esta batalla contra el Cártel de Sinaloa. Esta promesa surge en medio de una creciente preocupación por la influencia de los cárteles mexicanos en el tráfico de drogas, especialmente de fentanilo, una sustancia responsable de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos.
El Cártel de Sinaloa, fundado por Joaquín “El Chapo” Guzmán, ha sido una de las organizaciones más poderosas y violentas en el hemisferio occidental. A pesar del encarcelamiento de “El Chapo” en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos, el cártel ha continuado operando bajo el liderazgo de Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos de Guzmán, conocidos como “Los Chapitos”. Harris advirtió que perseguirá tanto a los líderes visibles como a los operadores menos conocidos, reafirmando su compromiso con desmantelar las operaciones del cártel.
Esta promesa de Kamala Harris también se alinea con los recientes esfuerzos de la DEA y el Departamento de Justicia de Estados Unidos, quienes han intensificado las operaciones contra el tráfico de drogas y el lavado de dinero vinculado al Cártel de Sinaloa. La candidata afirmó que su administración pondrá especial énfasis en cortar las rutas de distribución de drogas ilegales, enfocándose en el flujo de fentanilo, heroína y metanfetaminas, que están devastando comunidades en diversas partes de Estados Unidos.
El combate contra el narcotráfico es una de las principales preocupaciones de la campaña de Harris, ya que el tráfico de drogas no solo afecta la seguridad interna de Estados Unidos, sino que también tiene repercusiones significativas en la relación bilateral con México. En este sentido, Harris subrayó la necesidad de una cooperación estrecha entre ambos países para combatir las redes criminales transnacionales que se han arraigado en ambos territorios.
A lo largo de su discurso, Harris no solo prometió intensificar las operaciones contra el Cártel de Sinaloa, sino que también mencionó la necesidad de abordar las causas fundamentales del tráfico de drogas, incluyendo la pobreza y la falta de oportunidades en las regiones donde los cárteles tienen mayor influencia. Según la candidata, la solución al problema del narcotráfico pasa por un enfoque integral que combine la fuerza de la ley con programas de desarrollo económico tanto en Estados Unidos como en México.
Sin embargo, esta postura ha generado críticas por parte de algunos sectores, que consideran que la política de “mano dura” contra los cárteles no ha sido eficaz en el pasado. Críticos señalan que el enfoque militarizado para combatir el narcotráfico solo ha aumentado la violencia en ambos países y que se necesitan nuevas estrategias para abordar el problema de manera más efectiva. A pesar de esto, Harris se mantiene firme en su promesa de ir tras el Cártel de Sinaloa y otros grupos delictivos, comprometiéndose a proteger a las comunidades estadounidenses del devastador impacto del tráfico de drogas.
En un escenario electoral cada vez más competitivo, esta promesa de Kamala Harris podría ser un factor decisivo en su campaña, atrayendo a votantes preocupados por la seguridad y el narcotráfico. A medida que se acercan las elecciones, queda por verse cómo responderán sus oponentes políticos y qué acciones concretas tomará en caso de llegar a la Casa Blanca.
El compromiso de Harris marca un precedente de una posible nueva era en la lucha contra el crimen organizado transnacional, con implicaciones tanto para Estados Unidos como para América Latina, en particular para México, donde la influencia de los cárteles sigue siendo un desafío crítico.
