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Kubrick, el neoyorkino del Bronx

José Luis Aguirre Huerta
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Por José Luis Aguirre
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El cineasta de la pantalla de plata, nacido en el seno de una familia judía, pero sin la inclinación religiosa, se consagra en la fama frente a “Naranja Mecánica” el film con un sello que ingresa a las entrañas del análisis del origen de la mente criminal, ese joven marginal de la sociedad inglesa, con despliegues conductuales psicópatas, estupendo bebedor de korova milk, aquel brebaje plus infecto de velloceta, almizclado de adrenalina y bencromina, alucinógenos psicotrópicos opiáceos, conductores para acabar en una caja mortuoria.
Es la mezcla de una perversión violenta combatida con la liberación sinfónica de la quinta de Beethoven, los valses de Strauss, con proyecciones fílmicas de contenido subliminal, así es como Stanley ingresa en el estudio de la criminología para conjurar la violencia criminal, evocando mecanismos cientificistas que anulan la voluntad, un manejo equiparado a la lobotomía, como método de control brutal.
“Naranja Mecánica” nos revela la imposibilidad de readaptación social del delincuente violento, sin la intervención de la especialización psiquiátrica.
Kubrick inicia su carrera cinematográfica con “Day of the fight” en 1951, un documental sobre el boxeador Walter Cartier, aquel irlandés quien se enfrenta contra el púgil negro Bobby James, una historia del boxeo para después narrar el día de la pelea, se observa a Cartier desayunando en su departamento de Greenwich Village, después comiendo en su restaurant favorito, para empezar el entrenamiento a las cuatro de la tarde, y esperar la contienda a la ocho de la noche, ganado el partido, un exponencial de la lucha racista Black & White.
“The Seafarers (1953)” cortometraje de navegantes y muelles; “El beso del asesino”, la lucha de dos hombres por la taxi dancer, una mujer bailarina evocadora de lujuria y violencia pasional entre rivales, quienes luchan encarnizadamente para obtener su posesión.
El navegante del alma humana Kubrick, consagra su fama en el mundo de las candilejas con su afamado film “Spartacus 1960”, el esclavo romano de origen serbio, icono de la lucha liberacionista, la rebelión de los esclavos.
Stanley es productor de más de diecisiete films, “Casta de malditos (1956)”, “Senderos de gloria (1957)”, “Dr. Insólito (1964), “Lolita (1982)”, “Cara de guerra (1987)”, entre otros.
El cineasta un amante ajedrecístico, sostiene tomar las cosas con calma y pensar si tu idea es buena, buscando terceras opciones bajo la estrategia de acción impactante en su trabajo de dirección fílmica, un elemento del cuadro y aportación tecnológica, son una jugada meticulosamente pensada en su selección de imágenes, dotando a sus películas, un colosal tablero de ajedrez, con piezas estratégicamente movidas para jugadas maestras, todo lo cual lo constituye como un personaje dueño de su oficio, apasionado con la locura del mundo retratada en su lente, en medio de la recreación de la guerra de Vietnam en “Cara de guerra”, o en imágenes de “Lolita” con apasionada dulzura, es una mezcla que pretende plasmar el entretelambre del alma humana, bajo diversas temáticas.

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