¿Se están gestando superbacterias resistentes a los antibióticos capaces de ‘propagar’ esa peculiaridad y con ello esparcir esa resistencia, una grave amenaza a la salud humana, a otros microrganismos que pueden desatar infecciones e incluso epidemias? En cierto modo, como narra el portal Vocativ, de acuerdo a un reciente estudio científico eso es factible y podría estar ya sucediendo.
El uso de antibióticos contra las enfermedades infecciosas es uno de los mayores hitos de la humanidad. Desde que la penicilina comenzó a ser usada ampliamente para combatir infecciones bacterianas, el nivel general de la salud de la población se ha incrementado y el desarrollo de nuevos antibióticos ha permitido abatir enormemente las infecciones, salvado a millones de pacientes e incrementado la expectativa de vida de las personas.
Pero el uso extensivo de antibióticos tiene un efecto negativo que, de acuerdo a científicos, podría llegar a anular la eficacia de esos medicamentos en la lucha contra las infecciones: con el paso del tiempo, bacterias expuestas a antibióticos comienzan a desarrollar resistencia y en ciertos casos han llegado a volverse de muy difícil erradicación, algunas en cierto modo inmunes a esos fármacos. El resultado es que personas infectadas por esas bacterias resistentes enferman más severamente y enfrentan riesgos de deterioro y muerte más elevados.
El abuso de los antibióticos, prescritos y muchas veces automedicados sin que exista una justificación médica relevante ha exacerbado el proceso de creación de resistencia a esos fármacos en las bacterias.
¿Es inevitable, así, que una bacteria superresistente genere una epidemia de grandes proporciones, muy difícil de combatir y frenar y de elevado índice de mortalidad o que, sin que se trate de una propagación a escala mayor, se establezca entre la población firmemente una enfermedad bacteriana incurable con los antibióticos disponibles y muy dañina a escala social, una vuelta por decirlo así a las condiciones previas al descubrimiento de la penicilina?
En realidad eso ya ha sucedido a escala limitada, aunque no por ello pequeña. Bacterias hospitalarias resistentes y muy difíciles de tratar han existido desde mucho tiempo atrás y, por ejemplo, infecciones causadas por el estafilococo dorado resistente a la meticilina (SARM, o MRSA en inglés) han causado miles de fallecimientos. En Estados Unidos se han asociado unas 18,650 muertes a infecciones de SARM, y hay quien considera que esa cifra es mayor, de acuerdo a la organización MRSA Survivors.
El punto es que, al margen de esas bacterias, podrían surgir otras aún más agresivas y resistentes. Una investigación publicada por la Sociedad Americana de Microbiologíaseñala que se ha detectado que genes que provocan resistencia a los antibióticos pueden saltar de una bacteria a otra propagando esa peculiaridad y que, una vez adquiridos, es raro que la bacteria pierda esos genes en sucesivos procesos de división y reproducción.
Eso implicaría que es factible, incluso cuestión de tiempo aunque no por ello inevitable, que aparezcan nuevas bacterias resistentes y agresivas que pueden propagarse y causar infecciones de modo más extenso que las que actualmente se han reportado. Y el gen mcr-1, que puede ser transferido y genera resistencia bacteriana al antibiótico colistin (considerado el último recurso en caso de infecciones no tratables con otros medicamentos), ha sido ya detectado en China, Europa, Canadá y Estados Unidos, de acuerdo al Centro de Control y Prevención de Enfermedades.
Otros, en cambio, si bien consideran que esa posibilidad es real no por ello se desataría necesariamente una situación de emergencia de salud pública o un súbito retorno a las condiciones anteriores al descubrimiento y uso de antibióticos. Otro estudio, publicado por investigadores de la American University, indica que se encontró una forma de revertir la resistencia en bacterias mediante el uso de diferentes antibióticos de modo rotativo y se logró con ello identificar un modo de frenar la evolución de esos microorganismos resistentes.
La investigación médica al respecto sigue en marcha y es de importancia crítica, pero la sociedad en general puede poner también su grano de arena para mitigar una de las condiciones que propician la aparición de bacterias resistentes: detener el uso indiscriminado de antibióticos, tanto en humanos como en animales.
La televisora pública PBS recomienda, por ejemplo, que para evitar infecciones de bacterias resistentes y para reducir el proceso de creación de resistencia es conveniente mantenerse en general en buen estado de salud (las bacterias resistentes afectan con mayor poder a personas ya enfermas y dentro de hospitales), estar atento ante evidencia de síntomas de posible infección en general y acudir al médico de cabecera, lavarse muy bien las manos con agua y jabón, moderar el uso de jabones antibacterianos, vacunarse contra la influenza (se ha visto que enfermos de ese padecimiento son más susceptibles de contagio de bacterias resistentes como la SARM) y sólo recurrir a los antibióticos cuando el médico los prescriba.
Otros, por ejemplo, buscan que el uso de antibióticos en animales se reduzca también. Recientemente, como narra el periódico Courier Journal, activistas han urgido a la cadena de restaurantes KFC a que deje de usar en sus alimentos carne de animales inoculados con antibióticos, como ya lo han hecho otras cadenas como McDonald’s o Papa John’s. El uso de antibióticos a gran escala en las granjas avícolas y ganaderas, y no sólo para tratar a los animales enfermos, sería también un factor en la evolución de bacterias resistentes a esos fármacos.