Por: Cristina Padín.
Era el templo de la sabiduría. La casa de la diversión, el hogar de la alegría, la cuna de las letras, el cofre de las palabras. Iba con gran placer Amelia, que a sus cien años leía cada noche un capítulo de las hermosas novelas románticas.. siempre fue una enamorada del amor!
Era una ventana al respeto, una puerta a la libertad, el pase hacia la cultura. Iba con mucha ilusión Pablo, que ya leía genial a sus seis años, y escogía historias de piratas y de barcos y de toreros. Iba con entrega Lourdes, a preparar bien su trabajo de Economía. La economía es fundamental!
Menos odio y más bibliotecas, decía siempre Manuel. También iba.. recordaba lo mucho que le gustaba leer cuando era pequeño y para sus padres comprar un libro entrañaba siempre un gran esfuerzo. Rapaz de aldea… la vida le había ido bien!
Ahora donaba muchos libros… y leía…
…vivan las bibliotecas… Leer es vivir mejor!
Dedicado a las bibliotecas
A los libros y a la cultura
A Pablo
A Lourdes
A cada abuelo que lee. La protagonista se llama como mi centenaria y amada abuela Amelia, leyó hasta el fin de su vida
A mi querido Luis
A Manuel
A los rapaces de aldea
Al toreo
Y a las personas con sensibilidad
