Dicen que dicen
En cuanto se hizo del conocimiento público la determinación de la Sala Regional Xalapa del Tribunal de Justicia Electoral del Poder Judicial de la Federación, respecto a la ratificación de los resultados electorales de los ayuntamientos de Izamal, Hunucmá y Progreso, comenzaron a circular versiones entre los equipos de los dos partidos políticos principales (Morena y PAN), en relación a quién (o quiénes) habían tenido “la culpa”, sobre todo después de que el equipo jurídico… corregimos respetado lector, el que se ostenta como la guardia pretoriana jurídica del gobernador electo, encabezada por el magistrado en retiro Marcos Celis Quintal y Gaspar Alemañy, entre otros, se la pasaran presionando a los magistrados del Tribunal Electoral de Yucatán para que resolvieran en favor de restituir las elecciones en dos de aquellos tres municipios.
En el ámbito jurídico- electoral es conocida la estrategia llevada a cabo por muchos que conforman dicho equipo “pesado”; pretender pasar agachados en especial cuando las cosas no resultan beneficiosas para ellos o sus jefes, pero apresurarse a ceñirse hasta la más mínima victoria pírrica o escaramuza sin la mayor trascendencia.
Resultará por demás interesante ver la conformación del próximo cabildo meridano, y no nos referimos a los integrantes de cada grupo concejal, sino a las posturas que sus integrantes tomarán en cuanto al papel político que pretenderán desempeñar en los próximos tres años.
En especial habrá que poner la lupa en los regidores del partido de Movimiento Ciudadano, Jesús Rivero Covarrubias y Gabriela González Ojeda. ¿Cuál será el papel que irán a desempeñar en el próximo cabildo? ¿Acaso serán los férreos opositores, vigilantes de la correcta aplicación del erario y mensajeros de las propuestas de la “nueva política”? o también podrían optar por ser los dos votos que Cecilia Patrón necesita para sacar adelante la aprobación de sus proyectos o, una tercera vía, (como les encanta a los emecistasllamarle), ¿ser los regidores más cotizados de este trienio entre una alcaldesa y un gobernador? Sin duda, interesante panorama el que se aproxima en el Ayuntamiento de la capital meridana, la cual por cierto, cada vez menos blanca, más sucia y deteriorada.
Ante el fallo de la Sala Regional de Xalapa, en el que se ratifica el triunfo de Erik Rihani en la ciudad de Progreso, las reacciones no se hicieron esperar. La primera en manifestar su enojo fue doña María Esther Alonzo Morales, cuya voz circuló en coléricos audios que dicen más o menos así: Esto lo hacen para que dividan a Morena; para que dividan a la gente. Los mismos panistas. La misma prensa pagada. Por que también ellos reciben una buena lana del ayuntamiento. Entonces hay que defender, de verdad, esto que están diciendo. ¡Y creo que mi hija les ha demostrado a todos, cómo trabaja y cómo está apoyando al doctor!, refiriéndose al pan sin sal del doctor Raúl Alvarado, quien ya se hacía con la victoria en el Puerto.
En otro mensaje sonoro, la ex legisladora federal y madre de la diputada local electa María Esther “Chelita” Magadán Alonzo, se escucha: ¡Ya basta de que estén diciendo esas cosas. Mi hija demostró con… su trabajo, caminar diario acá, acompañar al doctor, estar con el doctor en todo momento su apoyo. No puedo permitir que, toda la vida, nos echen la culpa de algo que no es verdad, porque a un idiota se le ocurrió decir que nosotros y que ella, es una chapulina. Ella no es ninguna chapulina, porque ella nunca estuvo en un partido. ¡Y ya estoy cansada de que a nosotros nos echen la culpa de todas estas cosas! ¡Nosotros no somos magistrados, nosotros no tuvimos la decisión, ni tampoco somos jurídico!
Pese a lo que pudiera parecer una batalla ganada, cabe precisar que, aún queda una instancia: la de la sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la cual es la última instancia jurisdiccional en materia electoral que conoce y resuelve en forma definitiva e inatacable las controversias electorales presentadas por ciudadanas y ciudadanos, candidatas y candidatos, partidos y demás actores políticos.
La mano de Liborio Vidal se dejó ver en la designación de Carlos Carrillo Paredes como secretario de participación ciudadana del ayuntamiento de Cecilia Patrón.
Quien conoce al célebre “diputado kimbomba” , apodo que se ganó por la figura que adoptó y que le impedía caber en la curul, sabe que es un junior de la política que siempre ha buscado vivir del erario. Desde que Ivonne Ortega lo creció, como a muchos otros, sin el menor mérito más que la bandera del cambio generacional, la cual por cierto, defraudó a Yucatán en su forma de gobernar.
Cómo diputado ,Chelito Carrillo, se dedicó a “la buena vida”; llegaba crudo a las sesiones del congreso -si es que asistía- y era asiduo cliente de centros nocturnos.
En el segundo distrito local, la gente no lo recibe ni lo quiere ver, pues nunca regresó al distrito.
Posteriormente ocupó el cargo de subsecretario de desarrollo social y asuntos religiosos del estado, dónde tuvo un desempeño mediocre, gris y sin vocación de servicio.
¿Por qué ponerlo en una cartera que requiere de alguien de probada capacidad para solucionar los problemas de forma inmediata y eficiente?
Veremos.
