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La campaña que fue

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: 

Francisco López Vargas

Esta semana amanecimos con varias dudas despejadas: el presidente si respetará la veda electoral aunque violó la Constitución al participar en campañas políticas siempre a favor de su partido y atacando a sus opositores; los ex gobernadores del PRI en Campeche, para aquellos que lo dudaban, si participaron en el cierre de campaña de Christian Castro Bello en un evento que acreditó esa unidad que el tricolor siempre presume y que cuando la hay les reporta triunfos.

Como esperábamos desde el inicio, en Campeche la elección se cerró aunque Morena se desinfló y las acusaciones contra Eliseo Fernández fueron de tal magnitud que el ex alcalde capitalino se la pasó defendiéndose de ellas y alegando que, sin mostrarlas, sólo eran argumentos de campaña para desprestigiarlo. Él pudo esclarecerlo todo y el fin de semana anterior a la elección, él su hermana y algunos cercanos acudieron a la justicia federal en búsqueda de un amparo que no necesitarían si, como decían, no tuvieran nada que temer.

Dice el refrán que cuando uno no quiere dos no pelean y aquí el único que se ocupó de armar estrategias y propuestas fue Christian Castro, el candidato de la Alianza va por Campeche. Trataron de minimizarlo sus oponentes y eso le permitió a él construir más de 90 propuestas que ofreció a los campechanos y que hoy son un compromiso formal. En más de una ocasión explicó cómo se lograría cumplirlas.

El gobierno de coalición que promueve el candidato de la alianza, tiene que ver con la certeza a todos los ciudadanos y militantes, de una administración incluyente, que servirá de base para que todas las propuestas y puntos de vista sean considerados para armar esa visión del Campeche que vaya que necesita crecer y desarrollarse pero más incluir a todos en ese proceso.

Los dos candidatos, la de Morena y el de MoCi, no sólo se enfrascaron en acusaciones, ambos se acreditaron desvíos, latrocinios, cuentas falsas, empresas fantasma y al candidato de la Alianza sólo pudieron acusarlo de “portación de tío prohibido” cómo si alguien fuera responsable de la familia que tiene.

Sus propuestas nada tienen que ver con el cómo harán que Campeche sea grande y desarrollado, nada de cómo se financiará a las poblaciones más desprotegidas en lo que se consigue ese crecimiento y desarrollo y menos cómo incentivarán las inversión y la generación de empleo y de empresas, industrias y el fomento con políticas públicas para atraerlas a una entidad que le sobra territorio y le falta empleo.

Una ofrece traer a la entidad a la 4T cómo si en Campeche no se hubiera vivido que el apostarle a tener un presidente cercano sólo ha servido para que el gobernador y sus cercanos escalaran en la vida política pero la entidad no recibiera los beneficios de esa relación.

Otro dice que combatirá la corrupción y cambiará al Campeche de unos cuantos para beneficiar a sus “unos cuántos”, los que lo acompañaron en el ayuntamiento capitalino y que se beneficiaron del presupuesto mientras se dejaba de atender a las colonias y los servicios públicos básicos: sin alumbrado público, sin agua potable, sin recoja de basura.

Los dos habla de combatir la corrupción, pero ambos son acusados de ser corruptos: una por tradición de familia y el otro por decisión propia. Los dos tienen arreglos en lo oscurito que le ocultan a los electores, a los votantes, a quienes les pagarán sus sueldos y salarios y serán los principales aportantes para las obras del gobierno que, dicen, quieren depurar.

Layda nunca ha sido la promotora de la alternancia y vaya que tuvo oportunidades para formar gobiernos de transición en los que a ella se le ofreció participar. No, ella prefirió apostarle a quienes, con el dinero de todos, se arreglaron con ella y le entregaron lo suficiente para enriquecer su patrimonio personal, ese que por herencia tiene vestigios de despojo. Nada de eso vieron sus seguidores, sólo sus alfiles.

Eliseo finge ser cercano a López Obrador, finge ser honesto pero oculta las cuentas, finge ser austero mientras les da sobres en efectivo a sus regidores no sólo para completarles el sueldo sino también para tenerlos atados, para exigirles sumisión y acatamiento.

La señora Sansores no ha negado ese casi millar de propiedades que se le exhibió en el debate en una carpeta, Eliseo trató de negar el fraude a CFE y no habló nada del de Banobras que hasta firmas falsas tiene el expediente que justifica una obra que no se hizo.

A Christian Castro sólo le reclaman el tío que tiene, pero nadie exhibe o alega que sea corrupto, ladrón, mentiroso o un sinvergüenza. Ha sido funcionario público federal y estatal y, hasta hoy, él es la mejor opción para tener resultados, esos que ni el presidente ha entregado a un estado que vaya que los necesita.

En Yucatán, la elección pareciera de trámite. Renán Barrera ratificará su fortaleza electoral y mantendrá el ayuntamiento, mientras el Congreso se avecina de mayoría para el gobierno local gracias a ese pacto de facto que ya hubo con el PRI y el PRD que hasta al tercer sitio en la elección municipal financia.

Ramírez Marín será el gran derrotado y no podrá justificar esa mayoría en el senado, Verónica Farjat se llevará el triunfo del pragmatismo y del éxito de cambiar de caballo a mitad del río y llegará a la otra orilla presumiendo que no perdió.

La elección complicada se pelea a lado, aquí todo parece ir de acuerdo con lo planeado: Vila seguirá como buen gobernador y después de la elección seguirá el crecimiento y desarrollo económico de un estado que supo apostarle a la inversión privada.

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