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La crisis Rusia-Ucrania

Ariadne Morales Acevedo
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Por Ariadne Morales Acevedo y Susana Contreras Ahedo
Las tensiones entre Rusia y Ucrania en la actualidad son irrefutables, y el problema es que no es un conflicto tan simple como dos Estados en desacuerdo, sino un conflicto con años de historia y tensiones entre los actores involucrados – Estados Unidos, Rusia, Ucrania y la OTAN.
¿Qué está pasando en la frontera de Rusia y Ucrania?
Rusia ha movilizado más de 100,000 soldados y ha colocado material militar como tanques, artillería autopropulsada e incluso misiles balísticos de corto alcance a lo largo de su frontera con Ucrania.
Es claro que dichas acciones fueron tomadas como una amenaza tanto por Ucrania como por la OTAN y el amigo-enemigo favorito de Rusia, Estados Unidos.
¿Cuál es la razón?
Vladimir Putin ha exigido garantías legales de que Ucrania nunca se unirá a la OTAN, concesiones que probablemente no recibirá, ya que la OTAN y EE.UU apoyan públicamente a Ucrania. Sin embargo, Rusia -desde la caída de la URSS- ha considerado a Ucrania y al resto de los países soviéticos parte de su esfera de influencia. Y la política exterior de Putin siempre ha sido clara en este aspecto.
Muchas de las armas pesadas estacionadas cerca de Ucrania llegaron en la primavera, cuando Rusia puso cerca de la frontera unos 110,000 soldados con tanques y otro armamento pesado. Rusia regresó a algunas de sus tropas, pero no todas, después de que Putin consiguiera una cumbre con Joe Biden en mayo de 2021. Es decir, que dichas tensiones llevan latentes casi un año. Aunque toda la comunidad internacional sabe que las tensiones entre Estados Unidos y Rusia tienen más historia.
En diciembre de 2021 se dio a conocer un informe de los servicios de inteligencia estadounidenses que alertaba que Moscú preparaba una invasión en varios frentes en Ucrania “tan pronto como a principios de 2022”. Se trataría de un contingente formado por “175.000 soldados, junto con tanques, artillería y equipos”. Tras dicho informe, el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, anunció que además de las sanciones económicas que Estados Unidos va a imponer a Rusia si toca Ucrania, también generarían un contraataque, apoyados por la OTAN, si Rusia decidía atacar a Ucrania.
En vista de las crecientes tensiones, los líderes de las potencias militares, Biden y Putin, sostuvieron una reunión el 7 de diciembre, sin embargo no se llegó a nada, únicamente se reiteraron los deseos de Rusia y la negación de dichos deseos por parte de EU. Rusia no retiró sus tropas de la frontera.

Lo que nos trae a las conversaciones de Ginebra entre Estados Unidos y Rusia en enero 2022.
El lunes 10 de enero comenzaron las pláticas entre Estados Unidos y Rusia.
Para el gobierno de Biden, las conversaciones directas que comenzaron el lunes en Ginebra tratan de desactivar las posibilidades de una gran guerra en Europa -potencialmente generada por una invasión rusa de Ucrania- y de mantener el principio de que las naciones no pueden redibujar las fronteras internacionales por la fuerza.
Para el Presidente Vladimir Putin, la cuestión es claramente mucho más amplia: Si puede hacer retroceder el reloj hasta la década de 1990, utilizando este momento para recrear la antigua esfera de influencia soviética.
Tanto los funcionarios estadounidenses como los rusos salieron pesimistas de las reuniones en Ginebra, sin una respuesta a la pregunta más importante que enfrenta la comunidad internacional hoy: ¿Cómo evitar una guerra en Europa entre las potencias bélicas?
La tercera sesión el día 13 de enero culminó una semana de intensas reuniones en las que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN esperaban que Rusia siguiera un camino de “desescalada y diplomacia” en lugar de movilizar las decenas de miles de tropas rusas cuya presencia ha aumentado a lo largo de las fronteras de Ucrania.
Pero los funcionarios rusos reaccionaron con frustración e impaciencia al salir de las reuniones, sugiriendo que estaban dispuestos a abandonar las discusiones por la negativa de Estados Unidos y la OTAN a atender las principales demandas de Moscú: Una garantía de que nunca se permitirá a Ucrania entrar en la OTAN y que la alianza retroceda en su expansión en Europa del Este. Estados Unidos y sus aliados de la OTAN han dicho en repetidas ocasiones que estas propuestas de Moscú no son viables.
El viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, que encabezó la delegación rusa en las conversaciones con Estados Unidos en Ginebra, dijo que las discusiones estaban llegando a un punto muerto. “No veo ninguna razón para volver a sentarnos en los próximos días, para reunirnos de nuevo y comenzar estas mismas discusiones”.
Las tensiones siguen escalando hasta el día de hoy.
Este lunes 24 de enero, la OTAN anunció que está reforzando sus fronteras orientales con fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, ha dicho el secretario general de la alianza militar, ya que una invasión rusa de Ucrania parece cada vez más probable.
El director general de la OTAN, Jens Stoltenberg dijo “La OTAN seguirá tomando todas las medidas necesarias para proteger y defender a todos los aliados” además aseguró que el

“deterioro de la situación de seguridad” había llevado a los aliados de la OTAN a preparar fragatas, aviones de combate y tropas para su “defensa colectiva”.
Además del anunció de la OTAN y la movilización de equipo militar por parte de los Aliados, Estados Unidos y Reino Unido ordenaron este domingo 23 de enero que todos los familiares y personal no esencial en Ucrania sea evacuado. El departamento de Estado de EE.UU. también anunció que “Hay informaciones que sugieren que Rusia planea una acción militar significativa. Las condiciones de seguridad, son ahora mismo impredecibles, y pueden deteriorarse sin previo aviso”.
Esta semana parece crucial para esta crisis entre potencias. Las tensiones escalan con rapidez. ¿Se avecina la -cada vez más posible- guerra en Europa?
El panorama actual parece estar encaminado a una inevitable guerra entre los históricos rivales, una guerra peleada en Ucrania -quien no se ha recuperado de la guerra de 2014- a pesar de que el presidente Ucraniano declare que están listos para detener a las tropas rusas.
Recapitulemos cómo hemos llegado hasta aquí.
En agosto de 2008, Rusia invadió Georgia y tomó el control de dos de sus provincias. La administración Bush protestó pero no hizo casi nada. Después de que Barack Obama ganara la Casa Blanca ese otoño, persiguió un “reset” con Rusia. En 2012, redujo los niveles de fuerzas de Estados Unidos en Europa a sus niveles más bajos en la historia de la posguerra y se burló de Mitt Romney por llamar a Rusia su principal amenaza geopolítica.
En septiembre de 2013, Obama se retractó de su línea roja contra el uso de gas nervioso por parte de Bashar al-Assad en Siria, aceptando en cambio una oferta rusa de mediación que supuestamente habría eliminado el arsenal químico de al-Assad. Ese arsenal nunca fue destruido del todo, pero Vladimir Putin tomó nota de la palpable reticencia de Obama a involucrarse.
En febrero de 2014, Rusia utilizó “hombrecillos verdes” (soldados enmascarados de la Federación Rusa con uniformes verdes no marcados del ejército) para apoderarse de Crimea y luego anexarla. El gobierno de Obama protestó pero no hizo casi nada. A continuación, Rusia aprovechó los disturbios en el este de Ucrania para explotar dos provincias ucranianas, al tiempo que desencadenaba una guerra que ha durado siete años y ha costado más de 13.000 vidas. Obama respondió con débiles sanciones a Rusia y una persistente negativa a armar a Ucrania.
En 2016, Donald Trump se presentó a las elecciones cuestionando la voluntad de Estados Unidos de defender a los miembros vulnerables de la OTAN. En 2017 trató de bloquear nuevas sanciones a Rusia, pero fue efectivamente desautorizado por el Congreso. Al final, la administración Trump adoptó una línea más dura con Rusia y aprobó una venta limitada de armas a Ucrania. Pero Trump también trató de mantener como rehén la asistencia militar a

Ucrania a cambio de favores políticos antes de ser expuesto, lo que llevó a su primera destitución.
Lo que nos lleva a Joe Biden, quien prometió en su candidatura una política más dura con Rusia. Ha sido todo menos eso. En mayo, su administración eliminó sanciones contra el gasoducto ruso Nord Stream 2 hacia Alemania, que, cuando esté en funcionamiento, aumentará la influencia energética de Moscú en Europa. Desde su llegada al poder, la administración ha hecho poco para aumentar el relativamente escaso flujo de ayuda militar a Ucrania. Que ante una invasión rusa, lo más probable es que sea ineficiente – a pesar de que el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky asegure que Ucrania está preparada para la invasión rusa.
Luego está el fiasco de la retirada estadounidense de Afganistán, todos los enemigos sacarán la lección de que Estados Unidos es una potencia irresponsable. La actual crisis de Ucrania es tan hija del debacle de Biden en Afganistán como la última crisis de Ucrania fue hija del debacle de Obama en Siria.
Ahora la administración de Biden está reivindicando el mensaje de debilidad al amenazar con “consecuencias masivas para Rusia” si invade Ucrania, casi todas en sanciones económicas. Amenazas que aparentemente no han servido de mucho.
El escenario -no tan improbable- de lo que podría pasar entre Rusia y Estados Unidos sería que las fuerzas rusas avanzaran más hacia Ucrania. Estados Unidos respondería aislando a Rusia del sistema bancario mundial. Pero el Kremlin (que ha incrementado sus reservas de oro y divisas hasta alcanzar máximos históricos) no se quedaría quieto. Respondería a las sanciones cortando el suministro de gas en pleno invierno a la Unión Europea, que obtiene más del 40% de su gas de Rusia. Putin buscaría exigir un tratado de seguridad entre Rusia y Europa como precio de la reanudación de los suministros y excluir a Estados Unidos de la negociación, al menos hasta que Washington demuestre su buena voluntad abandonando las sanciones financieras.
Una medida de este tipo obligaría a Washington a escalar o a rebajarse. Se podría cumplir la vieja ambición de Putin de romper la columna vertebral de la OTAN. Además, atraería a China hacia una mentalidad de agresión similar, probablemente contra Taiwán.
Lo que Putin realmente quiere es claro, y lo ha sido siempre –acabar con la alianza occidental. En cuanto a Estados Unidos, dos décadas de debilidad bipartidista frente a Rusia parecen tenerlos cerca de una debacle geopolítica. Biden tiene que mostrarse duro con Ucrania para salvar a la OTAN.

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