Por: Haidé Serrano.
La denuncia valiente de Sasha Sokol sobre el abuso
sexual del que fue víctima pone en la conversación masiva una práctica
gravísima y persistente en nuestra sociedad: las violencias sexuales en contra
de niñas, niños y adolescentes.
Sasha Sokol reveló a través de sus redes sociales una
historia que para much@s era vox populi: el abuso sexual infantil en el mundo
del espectáculo mexicano. Pero que gracias a los cambios sociales empujados por
las feministas podría derivar hoy en la “cancelación” —esperemos que sí— de
tótems del mundo del espectáculo como Luis de Llano.
Ella, una adolescente de 14 años; él, un adulto de 39
años. No fue un noviazgo, fue un delito. Él era el productor de la cantante.
Ella creía que su vida y futuro dependían de él. Él así se lo hacía creer. Él
en una posición de poder, casi incuestionable por los familiares y amigos de la
artista. Ella sin el soporte familiar necesario para protegerla y buscar
justicia para el depredador.
La historia de Sokol nos refleja una realidad que no
queremos ver. Una complicidad vergonzosa como sociedad que lastima a l@s más
vulnerables. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos
(OCDE) ha señalado desde 2019 que México está a la cabeza a nivel mundial con
más casos de abuso sexual infantil.
Más de 5.4 millones de niñas, niños y adolescentes son
víctimas al año de este delito. Además, se trata de una cifra que sólo reporta
los casos denunciados. La mayor parte de las veces, estos no llegan a las
Fiscalías. No se convierten en carpetas porque no les creemos a las víctimas.
La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la
Violencia contra las Mujeres (Conavim) también denuncia constantemente que el
abuso sexual infantil se perpetra la mayor parte de las veces en el entorno
familiar y de amistades, y este es cometido por varones.
Según datos de la Comisión, el 90 por ciento de los
abusos suceden en el interior del hogar de la víctima, donde se supone debería
estar más segura. Como fue el caso de Sasha Sokol.
La pandemia agravó el peligro en que se encuentran las
niñas, niños y adolescentes. Según We Protect Global Alliance, el abuso sexual
y explotación se incrementó en un 59 por ciento. Resultado, entre otros
factores, de una exposición más prolongada y sin vigilancia a las redes
sociales. Situación que los depredadores, así como redes de explotación sexual
—la otra pandemia—, aprovecharon para contactar a sus víctimas.
La “conversación” en las redes sociales también ha
dejado muy en claro lo que hace falta por avanzar. Es evidente cómo un
porcentaje importante de la gente sigue pensando que las niñas, niños y
adolescentes provocan a los pederastas y pedófilos. Que no son víctimas, sino
que son culpables y que están en las mismas condiciones que los depredadores
para elegir.
Vimos a conductores de programas, actrices y actores
salir en defensa del abusador. Escuchamos, por ejemplo, los mismos argumentos
que se han repetido para justificar a los sacerdotes abusadores. El
patriarcado, por cierto, goza de excelente salud.
Es por eso que el Fondo de las Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF) realiza llamamientos constantes al Estado Mexicano —y a la
sociedad— para atender lo que es su responsabilidad. Velar y proteger los
derechos de la infancia, entre ellos, derecho a una infancia libre de
violencia.
Como he insistido en otros espacios. Tod@s crecimos en
el mismo sistema patriarcal, en una sociedad machista, misógina, que a través
de diversos medios nos obliga a ver una realidad similar. En la que hay
desigualdades que se sustentan en muchas prácticas violentas. Sin embargo, esto
no justifica nuestra ignorancia y responsabilidad para ponerle un alto a esta
violencia sistemática.
Tod@s podemos dejar de normalizar la violencia hacia
la infancia. Abrir los ojos a esos casos que están cerca, en nuestros círculos
familiares y de amistades. Denunciarlos. Escuchar y acompañar a las víctimas.
Tomemos conciencia y tengamos tolerancia cero a las
violencias en contra de niñas, niños y adolescentes. Está en nuestras manos.
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@HaideSerrano es conductora del programa de radio
Feminismos en Corto sin Tanto Rollo. Está dedicada a la comunicación sobre
feminismo, perspectiva de género, desigualdad y violencia. Ha trabajado en
diversos medios de comunicación, entre los que destacan Reforma y Excélsior.
Ahora columnista de Luces del Siglo. Es licenciada en Comunicación por la UNAM,
maestra en Administración Pública, y Género Derecho y Proceso Penal.