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La exhibición de los fracasos

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas

La semana anterior a los cierres de campaña el presidente López Obrador montó un circo: se presentó en Veracruz en sus “giras privadas” y posó con una nena de brazos de nombre Maya mientras detrás de él se veía a sus papás y su hermana mayor.

Y no era para menos. El presidente necesitaba verse gentil, humano luego de su negativa no sólo a visitar a los lesionados de la línea 12 del metro capitalino luego del accidente que cobró 26 vidas, sino que su belicosidad contra sus opositores en pleno proceso electoral si lesionó su imagen y afectó a su partido que, hay que decirlo, ha caído en la preferencia electoral hasta donde se veía imbatible.

Fue una semana de reveses tanto para él, su partido como para su gobierno no sólo porque decidió meterse en la elección como actor central sino porque esa intromisión, que deja a la de Fox en 2006 como un juego, le costó una sanción de la Sala Superior del Tribunal Electoral quien determinó que hizo propaganda gubernamental personalizada en medio de la veda electoral.

Se argumentó que el informe de sus 100 días de gestión del tercer año presidencial sí constituyó propaganda gubernamental personalizada, en términos de lo dispuesto por el artículo 134, párrafo octavo de la Constitución, y su difusión contrarió a la prohibición de difusión de propaganda gubernamental en periodo de campañas, prevista por el artículo 41, base III, apartado C, segundo párrafo de la Constitución, al tener el objetivo de persuadir a la sociedad de que el estilo de su gestión gubernamental resultaba loable, en una fecha en que ya había iniciado el proceso electoral en todo el país y se desarrollaban campañas en seis estados.

Pero las malas nuevas no pararon ahí. Anunció con bombo y platillo la compra del 50.04 por ciento de las acción de la refinería Deer Park que en 1993 concretó Salinas para Petróleos Mexicanos y de inmediato se detectó que pagó un diez por ciento por una refinería que tiene la misma capacidad de la de Dos Bocas donde su gobierno invierte 10 mil millones de dólares y que terminaría, según dicen, en 6 u 8 años. La adquisición resultó no sólo polémica sino contraria porque una corte holandesa había condenado a Shell, la propietaria, a deshacerse de esos activos para reducir sus emisiones contaminantes a la atmósfera y pudo lograrse un mejor precio de venta.

La refinería tiene deudas por 980 millones de dólares y el año pasado ya no registró utilidades.

La polémica decisión no sólo fue recibida con críticas sino que se concretó precisamente al mismo tiempo que el presidente Joe Biden anunció que su gobierno pondrá fin al consumo de combustibles fósiles y fomentará la construcción de vehículos electricos.

Si la mala racha fuera poca, a la injustificable inversión en Dos Bocas se sumó la reducción del grado de seguridad en el espacio aéreo mexicano que no sólo nos castiga por la regulación sino que impide que hayan nuevas rutas y nuevas opciones aéreas desde el país hacia el exterior.

La noticia no sólo afecta al país y se responsabiliza a la Secretaria de Comunicaciones y Transporte del actual gobierno sino que el castigo de la autoridad internacional evitaría que desde Santa Lucía, otra obra simbólica del presidente, tampoco pueda tener permisos para tener vuelos desde ese aeropuerto. La Agencia Federal Internacional de nuestro principal socio comercial le bajó la clasificación no sólo por la falta de personal, capacitación además de procesos en 28 anomalías.

Los tropiezos empiezan a ser más frecuentes precisamente porque las afectaciones en distintos rubros están haciendo crisis luego del austericidio en el que se tiene metido al país después de un efecto de pandemia que provocó que la inversión extranjera cayera el 29 por ciento.

Las malas decisiones en el gobierno se han sumado a las de su partido. En todo el país, donde hay 15 elecciones para cambiar gobiernos locales, Morena había empezado como franco preferido en 14 de ellas y sólo se contabilizaba una derrota segura que sería en Querétaro.

Conforme han pasado los días, las encuestadoras más serías acreditan que Morena ya no tiene esa certeza ni siquiera la consolidación de las diputaciones federales en los 300 distritos en disputa.

El presidente está enojado. Lleva semanas así. Las cifras le dicen que ya no le alcanza para ganar esta elección y él, animal político al fin, tiene claro que si los comicios se descarrilan y se anulan, él podría tener más posibilidades de operar para lograr que su proyecto pudiera consolidarse, pero a ese costo: violentar la elección, sembrar miedo o incertidumbre y denunciar un fraude, en lo que tiene experiencia.

La desesperación es mala consejera y los errores en el gobierno, más temprano que tarde, pasan factura. Por eso el clásico siempre dice: el poder desgasta y la impericia en el gobierno tiene costos muy altos.

José Francisco Lopez Vargas
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