La hora de hacer la estúpida tarea ya había terminado. Ese momento tan nefasto en el que nos hicieron trabajar y hoy seguimos pensando para qué nos sirvió. En fin, ya pasó ese rato amargo. Llegó el momento de hacer lo que más placer nos da: escuchar música. La grabadora estaba conectada al enchufe. Hora de poner el botón en “On”. Justo en ese momento tu mamá te llama para que le hagas un favor. Vas, lo realizas y regresas a tu máquina. Pones un casete con la idea de grabar algunas canciones para después reproducirlas en tu carro o con tus amigos.
El 3 de agosto de 1987 fue una fecha especial. Ese día, el álbum más exitoso de la banda Def Leppard salió al mercado. “Hysteria” llegó a vender más de 20 millones de discos. Canciones como “Pour Some Sugar on Me”, “Animal” y “Armageddon It” alcanzaron los niveles más altos en las listas de popularidad del mundo. La portada del disco, el ojo en medio del triángulo, es un icono pop de la generación “X”. Ver a Steve Clark tocando la guitarra en los videos musicales nos hizo sonar en ser músicos. El grupo, bajo el liderazgo de Joe Elliot, ha logrado trascender como uno de los más grandes del glam.
Le cambiamos de estación para escuchar algo diferente. Así llegó el 28 de agosto de 1988. Ese día salió a la venta un disco que iba a transformar el rock mexicano para siempre: Caifanes Volumen I. Cuando “Viento” comenzaba, con sus notas de guitarra y bajo, la adrenalina fluía por las venas. Bailar “La Negra Tomasa” era el mejor antidepresivo que existía. Al final, cantar a coro con Saúl Hernández “Mantenme porque me Muero” era motivo de fiesta. Escuchar a los Caifanes con tus amigos, hacía que los lazos se volvieran más fuertes. Y nada se iguala al poder de “Perdí Mi Ojo de Venado”.
Un poco más de música antes de salir a la calle. Cambiamos de estación y buscamos de nuevo Glam americano. El 19 de septiembre de 1988 la banda Bon Jovi sacó al mercado su disco “New Jersey”. Cuando la canción “Born to be my Baby” empezó a sonar, sus letras le dieron sentido a un amor adolescente. Llegó la hora de apagar la grabadora. Algunas canciones quedaron grabadas en el casete. Ya podremos escucharlas con más calma en la noche. Por ahora, hay que salir a montar bicicleta en el parque. Haber sido un adolescente en la década de los ochenta es una experiencia inolvidable.