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¿La gobernadora tiene quien le escriba?

Elda Clemente Reyes
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Sic Sac, por: M.A Elda Clemente Reyes.

A poco más de cien días de gestión, la Gobernadora Layda Elena Sansores San
Román, ocupa el máximo cargo al que aspira llegar cualquier ciudadano nacido en
esta tierra. Con un índice muy alto de popularidad y grandes expectativas sembradas
en el pueblo, fue la primera mujer en romper con la hegemonía priista que
gobernó el estado durante más de 90 años. Un logro histórico luego de 24 años
de una lucha que inició en 1997, con la primera represión orquestada desde el
Cuarto Piso del Palacio de Gobierno.

Hay que decirlo, su llegada no trae nada bueno a los antiguos liderazgos,
sindicatos y a quienes practican la opacidad, nula rendición de cuentas y que acostumbraban
a hacer de las suyas sin transparentar nada.

Ser titular del Ejecutivo es una de las principales funciones de un mandatario,
así como ejercer el poder y, sobre todo, mostrar destreza y habilidad, para ostentar
el control político de su Estado. Además de exhibirse como jefa de su partido
negocia con los grupos políticos, exgobernadores, sector empresarial, y al
final determina quiénes ocupan los cargos públicos estatales. Tradicionalmente
todos los que reciben el visto bueno son parte de sus querencias y afectos.

Layda arrancó con una alta
aceptación ciudadana, la gente prácticamente se volcó a votar por un cambio que
les garantizara no repetir capítulos vividos en el pasado que tanto lastimaron la
democracia. De la mano del Partido del Trabajo (PT), la hazaña dio los resultados
que en otras campañas se les había negado por la fortaleza estructural e
ideológica de un sistema político que negaba su decadencia, producto de los
excesos de sus gobernantes y el voto de castigo que recibieron el 6 de junio de
2021, socavando su legado.

Mediáticamente a Layda no le va
muy bien. Hay un gran golpeteo en medios de comunicación y redes sociales,
orquestado la mayoría de ellos, por quienes perdieron privilegios porque no
saben otra forma de escribir. Ocultos en perfiles falsos han tergiversado
información, redactan notas falsas, carecen de investigación y fuentes
oficiales.

Del otro lado de la banqueta, se
ubican los comunicadores que analizan la situación y contenidos, cuyos
cuestionamientos duros y críticos ofrecen una visión objetiva, imparcial,
acorde a los tiempos actuales en los que la libertad de expresión sigue siendo la
cereza en el pastel. Por fortuna, hay periodistas que sí están analizando y
debatiendo con seriedad en sus páginas personales. En sus textos, relatos y
publicaciones, brindan un enfoque propositivo. Sin embargo, la vocería oficial
y el área de comunicación social tienen que hacer una valoración seria de las
plumas y los editorialistas que suman no restan a la causa de la gobernadora.

Cada vez que Layda desata una
crisis mediática no veo una estrategia de contención cuando declara o exhibe por
error, algún suceso de forma descuidada, inconsciente o no intencionada, lamentablemente
se han dado varios casos en los que se presenta sin información veraz y
argumentos sólidos. Eso no puede volverle a pasar, tiene que aprender a
comunicar. Por ello, me surge la duda ¿Quién la asesora? Qué diablito le habla
al oído y en lugar de ayudarla la perjudica, dejando al descubierto la falta de
una asesoría profesional que la pone en bandeja de plata a los pseudoperiodistas,
frente al escrutinio público y de sus adversarios.

Lo más fácil para un comunicador es
denostar lo complicado es equilibrar los criterios para evidenciar lo bueno y
poner luz sobre lo malo para corregirlo, proponer alternativas o posibles
soluciones con objetividad sin echar mano de la diatriba, la ofensa y el
insulto.

Son varios frentes que le toca
sortear a la nueva administración que actualmente realiza ajustes
presupuestales, estructurales, reformas y nueva normativa, que impactará el
funcionamiento, la operatividad y la imagen del Gobierno del Estado, en los
próximos seis años. El factor electoral es otra batalla que está a la vuelta de
la esquina y 2024 será la catarsis para muchos.

El esfuerzo que está haciendo la
gobernadora en los 13 municipios, para intentar empoderarse como la guía que
encabezó a los liderazgos en la Resistencia Civil del 97, donde participé con
una férrea convicción a prueba de balas y cañonazos, la misma dirigente que hoy,
pretende llevar a Campeche a otro nivel, tiene que borrar de su memoria la etapa
de campaña, ya no es candidata, gobierna para todos sin distingos de colores y
tendrá que definirse como administradora, política o estadista.

Nadie le puede regatear su logro
de poner fin a un régimen, pero debe empezar a medir los tiempos para dar
resultados contundentes, cumplir sus promesas de campaña y los compromisos
adquiridos, para evitar que el desencanto y la desesperanza permee en el ánimo
de los que aún confían en su capacidad, su inteligencia y su carácter para
poner en su lugar a los que quieran meterle zancadillas, endulzarle el oído con
palabras bonitas y calentarle su cabecita con inventos y cuentos.

¿La gobernadora tiene quien le
escriba? Por ahora sí, el tiempo dirá hasta cuándo y cuál será la línea
editorial y las plumas que en el corto plazo seguirán respaldando su proyecto. No
olvidemos que la política es de circunstancias, acciones y decisiones.

A escasos meses de su encomienda,
Layda se muestra receptiva, ojalá así continúe, abierta a los consejos,
opiniones y criticas positivas. La mayoría de los campechanos no la han dejado
sola en el laberinto de la inmediates, que muchas veces marea al inquilino del
Cuarto Piso. “Amor con amor se paga”, es y debe ser su bandera hasta el fin de
su sexenio, si acaso pretende dejar una huella como la que acuñó su padre
Carlos Sansores Pérez.

Presidenta
de #SoyGenteDelPueblo

Integrante
de Comunicadores A.C.

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