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La guerra de la pulga

Carlos Capetillo Campos
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Reflexiones en voz alta, por: Carlos Capetillo Campos.

carlos_capetillo@hotmail.com / @capetillocampos

En repetidas ocasiones he mencionado el
libro La Guerra de la Pulga, que hace referencia a la guerra de Vietnam, donde
se analiza como un ejército poderoso, bien alimentado, bien entrenado, con
armamento de punta en tecnología y cantidad suficiente, sistemas sofisticados
de comunicación y sin embargo el ejército de Estados Unidos, no le pudo ganar a
un ejército mal vestido, peor armado, sin sistemas de comunicación, mal
alimentación, el de Vietnam y esto lo compara con lo que pasa entre un perro
bien alimentado, fuerte, poderoso, pero nunca le gana a una pulga, a un
insecto, simplemente porque la pulga le está fastidiando al perro el lomo, el
perro levanta la pata pensando que de un golpe la matará, pero solo el golpea
el mismo ya que la pulga le brinca a la pata y allí le fastidia, el perro
piensa que rascándose la puede matar y nada, la pulga le brinca a la cola que
el can aporrea en la pared y nada, la pulga le sigue fastidie y fastidie. Y eso
le pasó al ejército americano, entrenado para la guerra formal tradicional, no
estaba entrenado para la guerra de guerrilla, a luchar en la selva, con enemigo
que no encontraba y que además defendía su patria, su territorio y EUA se tuvo
vergonzosamente que retirar.

Y esta es mi preocupación en este momento,
que entre las promesas de campaña del Presidente Electo y la realidad del país
especialmente la presupuestal del gobierno, el Presidente Electo entre a una
guerra de la pulga entre sus promesas de campaña y las realidades.

Absolutamente todos los mexicanos, independiente
de por quién hayan votado, todos le desean que le vaya bien, porque sería un
reflejo de lo bien que la va al país.

La campaña ha terminado.

Llega el momento de tomar sus primeras
decisiones que tendrán un impacto nacional: plantear sus prioridades en función de su conocimiento
del país y de lo que le expusieron durante su campaña que duro 18 años y que le
ha llevado a recorrer varias veces el país con detalle y que seguramente
influyó en la gran cantidad de votos con los que ganó la elección; y su segunda
prioridad es escoger a sus colaboradores, aquellos que tendrán la
responsabilidad de cumplir los programas que el Congreso de la Unión, hasta
este momento un anexo del Presidente Electo, autorice los presupuestos
correspondientes.

Esto es de lo más delicado, porque ante el
grado de hartazgo de la sociedad que quizás por esto volcó su confianza en
Andrés Manuel López Obrador y sabe que es su facultad los nombramientos de su
gabinete, pero nombrar a personas con negro historial, pueden afectar su hasta
ahora fuerte imagen.

Defender a personas que la sociedad
considera indefendibles, como Rosario Robles, cuya conducta en la afectación
del erario público por su relación amorosa con el argentino Carlos Ahumada; sus
desplantes de ser la responsable del combate a la pobreza que azota a 53
millones de mexicanos, cuyo problema no resolvió, pero si resolvió sus propios
problemas; su ostentación personal al presentarse ante los más necesitados del
país.

Pensar que es el dueño del poder absoluto
y dueño único de la verdad, no lo ayuda. El Presidente de un país tan complejo
y grande como el nuestro, necesita colaboradores en quienes confíe, que los
escuche, debata con ellos cuando sus puntos de vista no coincidan y tome la
mejor decisión, no son decisiones para su afectación personal, afecta al país y
a veces sus consecuencias duran un largo plazo. Limitarse a tener subalternos
sumisos, regresando a los tiempos del “Si señor”, “a las horas que usted ordene
señor”, que tanto daño causaron a México.

Necesita personas con conocimiento no solo
del tema del que serán responsable, sino lo que significa ser servidor público,
que no solo tenga currículum, sino que lo soporte los resultados que haya dado
en los cargos que ha desempeñado.

Son tiempos difíciles, no solo en el interior
sino en el marco internacional.

Sus frases de campaña que despertaron
aplausos y júbilos, hay que dejarlos a un lado para plantar con seriedad las
soluciones adecuadas a los problemas del país.

Decir que el país está en bancarrota no
ayuda en nada al país y tampoco a él, porque se piensa que se está curando en
salud.

Manosear tanto un tema tan importante como
el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, pidiendo y recibiendo
opinión de Colegios autorizados, operadores del tema, organismos internacionales
relacionados con el tema para terminar con que hará una consulta popular para
definir si se continúa el aeropuerto donde se viene construyendo o se empieza
uno nuevo en Santa Lucía, ignorando que ya se invirtieron 130 mil millones de
pesos, que se han firmado contratos por otros 130 mil millones de pesos que de
no cumplirlos originará multas cuantiosas, a más de que México aparecerá como
un país que no cumple sus compromisos y esto es muy grave.

Si hay corrupción y hay pruebas, procedan
a castigar ejemplarmente a los responsables y así empezará a combatir en serio
la corrupción, una de sus banderas de campaña más útil.

En fin, es indispensable que el señor
Presidente Electo se tome su tiempo para meditar y serenarse para que enfoque
sus decisiones a las mejores para bien de México.

Te saludo cordialmente.

Carlos Capetillo Campos
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