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La Iglesia amenaza al padre Solalinde

Manuel Triay Peniche
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¡AH QUE CURITA!

-No puede ser funcionario de gobierno y al mismo tiempo ejercer el ministerio sacerdotal: ¡No puede!, manifestó el padre Miguel Angel Flores Ramos, director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Nacional Mexicano. Así de seca y contundente fue la sentencia contra el padre Alejandro Solalinde, quien suena como titular de la nueva Coordinación Nacional de Asuntos Migratorios.
Suena duro y feo, pero, quien menos se sentirá sorprendido es el propio sacerdote, activista de siempre y cura por accidente. El padre Solalinde acostumbra navegar en aguas procelosas. En mi opinión, don Alejandro ha sido un inconforme de por vida, no le teme a nada y, si en algún momento debe cambiar métodos y formas para conseguir sus objetivos, no mira hacia atrás.
Yo lo conocí aquí, en Mérida, hace algunos años, y me obsequió con una plática extensa, sincera, abierta, que yo no esperaba. De él supe que, en su juventud, perteneció a los Caballeros de Colón, y al terminar sus estudios de secundaria quiso ingresar en la Compañía de Jesús pero lo disuadieron sus superiores, porque los Jesuitas son una Compañía «demasiado progresista», y entonces se metió a estudiar al Instituto Preparatoriano de los padres Carmelitas de Guadalajara, donde cursó dos años de letras clásicas.
Don Alejandro no se apena de las cosas que le han sucedido y las cuenta hasta con orgullo: “Fui expulsado de los Carmelitas, me dijo, porque era renuente a muchas ideas, e ingresé al Instituto Superior de Estudios Eclesiásticos para cursar filosofía y teología, pero, de ahí también me corrieron”.
Resulta que no estaba de acuerdo con la formación sacerdotal y aunque sólo le faltaban tres años para ordenarse, abandonó el seminario junto con otros quince seminaristas y formó un grupo, denominado Consejo Regional de Seminaristas. Posteriormente, pasados varios años, fue finalmente ordenado presbítero por don Arturo Vélez, obispo de Toluca. No me quedó bien claro por qué, al fin, lo hicieron cura, pero creo que a él tampoco.
Solalinde es muy conocido por su labor en favor de los migrantes indocumentados que han sufrido todo tipo de violaciones a los derechos humanos. En 2007 fundó en Ixtepec, Oaxaca, el albergue Hermanos en el Camino, para ofrecer un lugar seguro a los migrantes; ahí les proporcionan alimentos, ropa, posada y asistencia médica o psicológica, además de orientación jurídica.
Dos Alejandro abandonó el país en 2012 debido a una serie de amenazas que recibió por su labor humanitaria y, según medios de comunicación, después de su exilio forzoso de dos meses regresó a Oaxaca, donde recomendó a los miembros del PRI hacer un acto de contrición por sus errores y abusos cometidos durante los 71 años que gobernaron el país, y al presidente Enrique Peña Nieto le pidió emprender el camino de la democracia.
Según refieren algunos periódicos, en diciembre de 2018 avaló una sátira del catolicismo al utilizar una figura de un nacimiento que presentaba al niño Dios disfrazado de Andrés Manuel López Obrador, al tiempo que acudía y observaba una pastorela de homosexuales en un teatro de la Zona Rosa, en el Distrito Federal, acompañado de Martí Batres y otros miembros del partido Morena.
Si toda su vida ha estado al borde del precipicio, esa conducta lo puso al borde de la excomunión, tanto que en tiempos de la inquisición se iba de inmediato. Su conducta podría considerarse una grave ofensa contra la fe católica, por lo que alcanzaría una pena de excomunión “latae sententiae” y eso ha provocado, además, una investigación para verificar la validez de su ordenación sacerdotal.
Así ha sido la vida de este conocido sacerdote activista, nada le ha sido ajeno cuando de imponer sus principios se trata. Es posible que muy pronto la sentencia de la Confederación del Episcopado Nacional Mexicano se haga realidad y tengamos a don Alejandro Solalinde como funcionario público, o haciendo campaña por algún puesto de elección, desde luego vestido de guinda, color que actualmente comparten los Obispos y Morena.

Manuel Triay Peniche
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