Por: Cristina Padín.
Entonces la villa se dividió en dos. En un lado se quedaron los que se creían poderosos. Y en la otra parte estaban los que eran serenos y sensatos, los que sabían vivir sin presumir lo que no hacían, los que eran cultos y leían, eran sensibles y sentían, eran amantes de la tradición y la emoción, el toreo y la música.
No se podía entrar en un territorio si no se pertenecía a él…
Una mañana D se despistó. Era atractivo y soñador… y cruzó la línea sin enterarse…
El castigo sería horrible. Le preguntaron de qué zona venía. Los poderosos ocupaban la tierra gris, los pasionales la blanca. Se le ocurrió decir que venía de un sitio neutro: de la tierra de color arena. Allí hablaban otro idioma. Y le pidieron que lo hablara. Así lo hizo… inventó palabras…
Lo hizo con términos del flamenco y del toreo. Le encantaban esas artes. Con ruedo y palo inventó ruelo; con lance y bulerías hizo bulance… y así. Lo había visto en el cine, en la bella El profesor de persa. Los que se creían poderosos, nada más poseían incultura, le dejaron libre a los tres días…
Y al tercer día regresó D a su hogar. Había memorizado cada palabra. El alcalde editó un libro. Le llamó El idioma del valiente y regaló un ejemplar a cada vecino. Desde entonces festejan una fiesta que se llama Loa a la Valentía… ymsiguen sensatos y con sentido..
Y con sentidiño, también A la película
El profesor de persa. Perfecta!
Jamás el horror nazi puede repetirse.
A los idiomas: tesoro y riqueza
A las personas sensatas,
serenas y que no se creen
tonterías
Al toreo. Y a Juli..
Al flamenco. Y a Nani Cortés..
A los M
A D: valiente protagonista de
este relato
A la valentía y los valientes
A los lances
A mi Luis
A Carlos
A Manuel
A Grethel
Y a la verdad y a la cultura
