Claroscuro, por: Francisco López Vargas.
De escándalo en escándalo. Así podría resumirse el
desempeño del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los beneficiados de la
4T.
De resultados es mejor no hablar porque siempre habrá
otros datos que aunque son inverificables, la palabra presidencial los avala
aunque para ello mienta cientos de veces en sus mañaneras, convertidas pronto
en la campaña permanente de Morena para ganar la presidencia aunque se
violenten las leyes que el mismo presidente promovió cuando era líder opositor.
Al diablo con sus instituciones, gritó el “presidente
legítimo” que sigue sin aceptar que fue derrotado en 2006 por su némesis
personal Felipe Calderón y desde esos días, Andrés Manuel López Obrador tiene
el odio como su principal motor, y quizá por ello su palabra se ha convertido
en ofensa, en destrucción a los que no se le cuadren y más a los que censuren,
critiquen o no les guste su proyecto de gobierno y de país.
El que se dijo diferente, el que prometió ser distinto
se ha convertido en el peor presidente de la República no sólo porque no lo es
para todos los mexicanos sino porque utiliza todo su poder no para darle gusto
a los gobernados sino para hacer su voluntad mientras un séquito de fieles le
aplauden la destrucción, en los hechos, del México moderno aunque incompleto y
muy diverso y desigual que vivimos.
Los efectos de ese gobierno se vieron reflejados en
los comicios de 2021 cuando Morena no sólo perdió su bastión tradicional en la
Ciudad de México sino que, a pesar de ganar 21 gubernaturas, su votación ha ido
en disminución real lo que ha llevado no sólo a adelantar la campaña,
violentando la ley, sino que las denuncias por la intervención del crimen organizado
para favorecer a Morena han sido constantes aunque no se han traducido en
demandas penales ni formales ante el temor de represalias.
La acelerada promoción de Claudia Sheinbaum y la
violación flagrante de los ordenamientos electorales obedece a la ausencia de
carisma de la aspirante favorita a quien pareciera el presidente trata de
imponer a toda costa.
Adán Augusto López, el secretario de Gobierno, y
Marcelo Ebrard, el canciller, pareciera sólo servir de comparsa para quien, de
todos modos, sigue figurando como la más destacada por el afecto presidencial.
Ricardo Monreal es evidente tiene una franca distancia
con el presidente, sobre todo porque optó por hacerle un boquete a la jefa de
gobierno y eso, como hemos visto, ha resultado imperdonable.
Sin embargo, el que se describió como un demócrata
ahora quiere que el tema electoral se regrese a los años 70´s cuando el
gobierno en pleno no sólo convocaba y controlaba la elección sino que también
la calificaba.
Hoy, la ciudadanización electoral es real y no debería
ser siquiera una opción menos cuando para justificar los cambios se le vende
basura informativa y mentiras a una sociedad que ya entendió que sin el INE
estaríamos a merced del gobierno y regresaríamos a los tiempos del partido
hegemónico
La calidad moral de la 4T no sólo está en duda,
tenemos la certeza de que opera a su favor el crimen organizado, como sucedió
en buena parte de los estados del norte en el pacífico; es real cuando no
respetan las leyes que ellos mismos propusieron, y estamos ante la duda latente
de que el ejército, hoy tan favorecido en el presupuesto, sea la institución de
la nación o se doble a la propuesta de la 4T.
Hoy la desesperación presidencial de modificar la ley
implica la regresión a normas que no eran candados para la limpieza electoral.
La 4T se quiere quedar en el poder, usufructuar el presupuesto del la nación
más de un sexenio, y si se puede otros 80 años.
El reparto del poder hoy tiene que ver con la
disposición del ciudadano, no de la imposición del dedo elector como sucedía en
los tiempos del triunfo seguro e “inobjetable”, los días del carro completo y
el fraude democrático del que tanto nos costó salir.
Pensar que la farsa del gobierno de todos es legal
sólo acredita el desprecio por la ley que hasta los diputados de Morena han
cometido al hacer un fondo de promoción para Claudia Sheinbaum violentando la
ley electoral que marca los tiempos de campaña.
La desesperación y la violación a la ley dice que
ganarán cómo sea y a pesar de todos. No los dejemos, así no.