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La mañanera

El conde Montecristo
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Poco después del Domingo de Pentecostés y pasando el día 93 desde que inició la pandemia en México, San Pedro acudió apresurado a la Dirección General Adjunta de Oraciones.

Había reunión de Consejo, organismo donde tenían asiento con voz y voto eminentes santos y doctores de la Iglesia, representantes de coros y potestades así como profetas y patriarcas que han formado parte de la historia de la Salvación.

Como su presidente, San Pedro no perdió el tiempo y enseguida tomó la palabra en la amplísima sala de juntas:

-Bueno señores, como ustedes saben, el mundo está viviendo lo que la humanidad llama una crisis sin precedentes. La cantidad de oraciones ha sido tal, que Dios Nuestro Señor me ha instruido a realizar una “Mañanera” para responder muchas inquietudes y preguntas, particularmente de una diócesis latinoamericana muy activa…eh…¿Cómo dicen que se llama?

-Yucatán, Señor, Yucatán,- le respondió uno de los analistas de sistemas cuánticos que ya empezaba a redactar la orden del día.

-Ah, si… Yucatán, – respondió San Pedro, tocándose la barba. Por cierto, preguntó, arqueando las cejas, ¿No es allá donde tuvo lugar ese video de la tortuga?

-Así es Pedro,-le respondió San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, quien le informó, que de acuerdo a sus instrucciones, ya estaban listos en la Sala de Prensa, decenas de Ángeles de la Guarda dispuestos a exponer las dudas de sus respectivos devotos yucatecos.

Los ángeles, eternos mensajeros, podrían transmitirles a su vez, las respuestas divinas si así lo dispusiera El Señor para devolverles la paz arrebatada.

-Bueno, pues ¡No se diga más! responderemos las inquietudes de estos espíritus inquietos, y peinándose la barba con un soplo, entró al recinto que estaba a reventar.

Poco a poco, San Pedro fue contestando decenas de preguntas relacionadas con la pandemia y sus graves efectos sobre las personas. Hubo toda clase de inquietudes y peticiones y a cada uno les pedía que se identificara antes de que lanzaran la pregunta.

-Soy el Angel de la Guarda del Sr. Madáhuar. Le pregunta a Dios si la Ley Seca durará para siempre,-dijo un ángel de rizos dorados.

-Dile que nada es para siempre, pero que le baje un poco al lúpulo de su lager yucateca, me sabe un poco amarga. Ah, y dile que le espera un buen futuro surtiendo a hoteles en la Riviera Maya.

-Soy el Angel del Sr. Xacur. Pregunta si el rayo que cayó en su casa de la playa es un designio divino para que ya se reactive la bolita yucateca.

-No, para nada. Lo mejor que puede hacer es sortearla y con ese recurso pagar a sus vendedores que llevan dos meses sin ganar un solo peso.

-Soy el Angel del Sr. Menéndez, pregunta si el periódico de la Vida Peninsular podrá llegar a los 100 años ahora que ya no hay publicidad de empresas.

-Ni la habrá pronto. Pero será bueno, porque ahora, al igual que hace 15 años, tendrá la oportunidad de demostrar que no depende de la publicidad oficial. Por cierto felicítalo, dile que no me pierdo Notas de la Arquidiócesis.

-Soy el Angel del Sr. Gómory. Pregunta si con la pandemia vendrán más galletas extranjeras a Yucatán.

-Dile que está escrito en el Cielo que las galletas Dondé, no son una golosina, son un alimento y que nunca perecerán.

-Soy el Angel del Sr. Patrón. Pregunta si algún día verá su sueño de que se terminen hospitales en todo Yucatán.

-Dile que es el único ex gobernador de Yucatán que no escribe ni ha escrito. Que deje las redes sociales y que empiece a escribir sus memorias, tal vez así abone a cumplir ese sueño.

-Soy el Angel del “Chopy” Martínez, pregunta si…

-Son muchas preguntas de un mismo tronco familiar, otro ángel por favor.

-Soy el Angel de una de las Rezadoras del Congreso. Pregunta si el Sr. Vila las puede contratar para que le aprueben su presupuesto del 2021.

-Dile que como están las cosas, es una gran posibilidad.

-Soy el Angel de la 500. Pregunta si su casa no será objeto de actos vandálicos a causa de la ignorancia de la gente.

-Dile que hable con Renán Barrera para que al fin su casa ya se considere Patrimonio Cultural de Mérida. Por cierto, ¡Cómo extraño la comida de “La Nao de China”!

-Soy el Angel de Morita. Pregunta si vendrán días soleados para retomar sus shows.

-Dile que cualquier día es bueno para multiplicar, como lo hizo nuestro Señor Jesucristo con los panes y peces, la alegría de la niñez yucateca.

Viendo San Pedro que las peticiones de la grey yucateca eran de carácter terrenal se entristeció al punto de no encontrar una oración que abonara a la amistad verdadera con El Padre.

Ya no quedaba ninguna pregunta salvo la de un pequeño querubín, que callado, alzó la mano al fondo de la sala.

-Soy el Angel de un joven yucateco cuya esposa padece una grave enfermedad. No pide nada, sólo, quiere dar las gracias porque por conducto de esa triste enfermedad ha podido conocer de cerca la generosidad de la gente. Pregunta si puede ofrecer todos sus sufrimientos por todos aquellos que han muerto en la pandemia sin recibir los auxilios de la Iglesia.

San Pedro hizo como que no escuchó bien, pero la gracia de Nuestro Señor le hizo derramar una lágrima por la mejilla.

-Si,-dijo, dile que sí, musitó en voz baja, y dio por concluida la rueda de prensa.

Se cuenta en el seno de ese Consejo que en ese mismo instante, al finalizar la rueda de prensa, Dios Nuestro Señor hizo llover sobre la Península de Yucatán durante 40 horas seguidas sin descanso como un símbolo del refrigerio espiritual que marcó al final de la cuarentena.

Algunos afirmaron que esa gran lluvia de 40 horas era propiamente la lágrima de San Pedro. Otros afirman que esa gran precipitación fue el efecto de una oración contestada. Al parecer, así fue.

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