Por René Arce
El pasado domingo 24 de abril, en varias ciudades de México, las mujeres salieron a las calles para manifestarse y evidenciar el descontento al acoso y a la violencia machistas que viven diariamente. A la par de las manifestaciones en las calles, varias mujeres relataron en redes sociales sus primeras experiencias de acoso; dichas expresiones tuvieron el objetivo de traer a primer plano, y a los ojos y oídos de todos los ciudadanos, la violencia que experimentan las mujeres diariamente y que no es reconocida ni evitada por los gobiernos ni por la misma sociedad.
Las implicaciones de la marcha van más allá del 24 de abril de 2016, y demuestran una histórica lucha del género femenino por la obtención de derechos, por la búsqueda de respeto y por la visualización de una desigualdad frente al hombre desde tiempos propios del inicio de la vida en sociedad del ser humano. Ese es el mayor recordatorio, cada avance obtenido por parte de las mujeres no han sido concesiones, han sido victorias a través de la sistemática lucha.
El mensaje que nos mandaron fue poderoso, no se puede normalizar la violencia de género. El peligro que corren las sociedades es que actos como éstos sean vistos como parte de la vida diaria y no generen una reacción en los ciudadanos, porque entonces se “normalizan” los actos de atropello a otras personas. Tal es el caso histórico de los abusos sistemáticos a las mujeres en todos los aspectos de la vida, los cuales pasan inadvertidos. Son acciones como todo lo sucedido alrededor del #24A, las que evidencian la necesidad de escuchar, entender y cambiar nuestras actitudes frente a las violencias que diariamente sufren las niñas y mujeres mexicanas. La normalización del acoso, los ataques y las agresiones contra las mujeres deben ser eliminados, y es fundamental generar una conciencia colectiva en la que predomine el respeto universal, y el reconocimiento de la lucha feminista como parte de la creación de una sociedad equitativa.
En esta serie de avances que ha obtenido el género femenino en la Ciudad de México, destaca el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Representó un cambio de paradigma en el empoderamiento de las mujeres sobre su propio cuerpo, ese hecho icónico de la V Legislatura en la Asamblea, cambió las concepciones de salud, educación, valores, respeto, etc. De la concepción de libertad de decisión individual en su propio cuerpo.
Como políticos tenemos la responsabilidad de conocer la realidad que pretendemos gobernar, en el caso de las interrupciones de los embarazos, era claro que se realizaban de forma clandestina dejando incuantificables las muertes por procesos médicos mal realizados. Sin embargo, dichos avances no han sido bien vistos por las partes más conservadoras de nuestra sociedad y ahora en vista de la Constitución de la Ciudad de México, preocupa que una de las propuestas que más enfatiza el ala conservadora sea el regreso al castigo a aquellas mujeres que quieran ejercer su derecho a decidir sobre sus propios cuerpos.
El deber de quienes sean electos constituyentes deberá ser el salvaguardar los derechos ya obtenidos y situar a la Ciudad de México como la entidad más progresista de México en la que todos los grupos sociales se sientan representados en sus derechos y que marque la pauta de las leyes que deberían de impulsar las demás entidades federativas.
Finalmente, no queda más que reconocer el valor de tantas mujeres que se manifestaron el domingo; quienes han hecho el llamado a que en la búsqueda de una mejor sociedad mexicana, la violencia de género debe ser señalada, castigada y erradicada. Para lograr lo anterior, todos los integrantes de la sociedad debemos concientizarnos y comprometernos a que el cambio debe venir por parte de todos y no sólo de unos cuantos. #NiUnaMás
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