La Revista

La mentira

José Francisco Lopez Vargas
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Claroscuro, por: Francisco López Vargas.

El honesto vive hasta que
se demuestra lo contrario y vaya que a quien hizo de su “sencillez” y
“honestidad” un discurso y un baluarte de cambios en el país, hoy se derrumba
acreditando que sus palabras eran tan huecas como quienes lo antecedieron en el
cargo, pero peor porque éstos no se promovieron como diferentes, como la
solución a todos los males, como el gran transformador de un país consumido por
la impunidad.

¿Aún le crees a López
Obrador? Esa sería la gran pregunta que hoy, a poco más de tres años de
gestión, deberían hacerse esos millones de mexicanos que lo vieron como la
redención de los peores males de la política nacional.

El que podía descalificar
a todos hoy se quedó sin argumentos, sin calidad moral para hacerlo. Las dos
pesas y las dos medidas de sus testimonios terminan por acreditar que todo fue
una farsa, un engaño basado en lo que la gente deseaba oír y ya en el poder
revelar su auténtica personalidad, lo falso de sus postulados, lo hipócrita de
su propuesta.

La “honestidad valiente”
se ha visto masacrada por las exhibiciones descarnadas y perturbadoras,
realidades exhibidas en vídeos, con documentos y declaraciones: la familia
presidencial es corrupta y su guía moral no lo es más porque los justifica, los
disculpa, no los castiga, pero tiene a dos políticos de oposición a su gobierno
encerrados sin derecho a fianza por delitos que no ameritarían su prisión
preventiva. La impunidad en su máxima expresión en beneficio propio.

Sin embargo, no solo su
familia, sus hijos y hermanos están implicados en actos de corrupción, de
conflicto de intereses, sino hasta sus primos, su cuñada y muchos de sus parientes
y más de uno de sus colaboradores.

Sólo necesitamos tres años
para que Andrés Manuel López Obrador se mostrara descarnado ante la sociedad,
sino que quedó claro que el ataque a los medios que lo exhiben lo son en un
intento primitivo de ocultar la verdad, esa que lo hizo ganar cuando se
publicaban los excesos de Peña Nieto, los errores de Calderón o las
frivolidades de Fox.

Quienes apoyaron a López
Obrador como Carmen Aristegui, Denise Dresser o Víctor Trujillo hoy son
sus principales críticos y con Carlos Loret de Mola se han erigido ante él
exhibiendo sus mentiras, sus excesos, sus falsedades documentadas que él solo
desestima pero no desmiente con documentos, con hechos.

La Casa Gris de Houston no
sería un escándalo si los involucrados mostraran contratos de arrendamiento, de
pago de rentas y depósitos bancarios, pero no existen y ello prueba el uso del
poder político para favorecerse a ellos mismos, a sus cercanos, a sus
incondicionales.

Nada nuevo, el presidente
que asegura que lo sabe todo, terminó por consentirlo todo, aunque con ello
fomente la impunidad y tire por la borda su discurso moralino, casi religioso.

¿Qué se puede esperar de
los gobernadores de Morena con ese ejemplo? Que serán abyectos hasta la
ignominia si les dan tanta impunidad como hoy se revela ante ellos con los
delitos y tráfico de influencias de los Bartlett, de los Bejarano Padierna, de
los Sandoval, de los Cuitláhuac García que gobierna con puño de hierro Veracruz
violando leyes, encarcelando sin delito a quien ose oponerse a sus designios.

En Campeche, ¿Será el
gobierno de Layda la continuación del latrocinio de Álvaro Obregón? o ¿la
reedición de ese gobierno atrabiliario que muchos campechanos padecieron en los
tiempos de su padre gobernador?

Lleva 150 días y lo que
vemos es un show de descrédito de adversarios pero no cárcel ni denuncias
contra la corrupción que ondeó como bandera de campaña. Nada contra Alejandro Moreno Cárdenas, hoy presidente del PRI, o contra Carlos Miguel Aysa González, a punto de convertirse
en embajador, en representante del gobierno de la 4T, y muy lejos de las
acusaciones de encubridor y de cómplice de Moreno, cuyo gobierno concluyó con
beneplácito presidencial y el blindaje de la actuación de la propia familia -parte
del gobierno de Moreno- de la hoy titular del Ejecutivo.

Un Plan Estatal de
Desarrollo que describe generalidades como el presidencial que hoy le permite
al presidente despilfarrar el dinero público sin rendición de cuentas y sin
reglas de operación.

Pobre México, pobre
Campeche, de desilusión en confirmación que quienes se empecinan en llegar a
los cargos solo lo hacen para cumplir sus aspiraciones personales, para
consolidar su futuro, pero no para servir a los ciudadanos, esos que tienen
tanta culpa por haberlos elegidos a pesar de las evidencias exhibidas de cada
uno de ellos.

Y lo que nos falta por
ver, mientras tanto ¿le crees a Andrés?, ¿le crees a Layda Sansores? Al tiempo.

P.D.
Con tal de desviar la
atención y tratar de ocultar la corrupción, se ha llegado al extremo de romper
o congelar las relaciones con España. La política exterior deteriora más cada
día las relaciones con otros países como Canadá y EEUU o Panamá y España.
Desastre de un gobierno que intenta todo para ocultar la farsa de honestidad y
capacidad.

José Francisco Lopez Vargas
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