Por: Aida Maria Lopez Sosa.
Postulado de Carlos Martín Briceño.
“La
verdadera felicidad cuesta poco; si es cara, no es de buena clase”. Francois-René de Chateubriand
“Después
de un gusto, un susto”, “El que quiera azul celeste, que le cueste” o lo que es
lo mismo “Toda felicidad nos cuesta muertos” (2020), título del último libro de
tales noir del escritor peninsular Carlos Martín Briceño,
bajo el sello de Lectorum en la colección Marea Alta. Cinco relatos fincados en
adagios que nos llevan al fondo del infierno y apenas nos dejan salir a la
superficie a tomar pequeñas bocanadas de aire para continuar con el gozo de la
pluma de un cuentista consolidado en el oficio.
Para
el vizconde de Chateubriand, precursor del romanticismo francés, si la
felicidad es cara, no es de buena clase. Bajo esta premisa podríamos cuestionar
la calidad de la felicidad de los sujetos de Martin Briceño, debido a que si
consideramos que lo más preciado que tenemos es la vida, pagar con ella
momentos memorables es carísimo. Siendo el estilo de Carlos realista, alejado
del idealismo del escritor francés, el título cobra significado cuando entramos
en contacto con las noticias y no podemos refutar lo que parece una verdad
inexorable: al asesinato- casi siempre- preceden momentos felices, de ahí que
no se prevén los riesgos. Nos muestra y demuestra que la muerte nos puede
sorprender en cualquier lugar y puede perpetrarla cualquiera. Los lugares donde
la felicidad cobra con la muerte están a la vista de todos. Los motivos son
variados e inquietantes, así como las respuestas ante situaciones extremas que
se prolongan en el tiempo, las cuales dependen de factores intrapersonales. La
ira, el despecho, el coraje, la malquerencia, son los detonantes de las
acciones de individuos que, impulsados
por emociones negativas, buscan la catarsis dejando sin vida a los que
consideran causantes de sus desgracias.
Las
historias están dispuestas en equilibrio: AbAbA; donde A son los cuentos largos
y b los cortos, lo que seguramente no es casual, ya que cada relato te lleva a
un distinto círculo del infierno dantesco y necesitas tiempo para reponerte y
continuar descendiendo. El libro inicia con “Montezuma´s revenge”, ganador en
2012 con el Premio Internacional de Cuentos Max Aub. La venganza de Moctezuma
si bien muchos la conocen como los problemas estomacales que aquejan a los
extranjeros que visitan el Estado por la condimentación de la comida yucateca,
en el cuento adquiere otra dimensión cuando el gringo le grita al protagonista
mexicano: “go fuck yourself, brownie!”
La muerte del racista/clasista como venganza por la vejación.
El
segundo cuento en primera persona: “Hombres de bien”, hecho de la vida real ocurrido
en una escuela pública de Mérida, muestra que no se necesita un asesino y un
arma para matar. El sexto sentido ausente de la madre fallecida, arroja al
protagonista a circunstancias de abuso que arrastra en la adultez, cuando en
lontananza mira los hechos frente a su hijo púber. “Los mártires del Freewey”,
el tercer cuento y más largo del libro
-hecho real-, nos adentra en el mundo homosexual del Centro Histórico de
Mérida, así como la impunidad y el desprecio de las autoridades ministeriales
hacia nuevas generaciones de expertos, quienes se alejan del empirismo para
cursar estudios formales y dignificar el oficio de investigador.
El
cuento más corto de los cinco de gran intensidad: “Cibercafé”, es una historia
real de venganza como Montezuma´s revenge, relata cómo débiles motivos pueden
emerger el lado más oscuro del ser humano, sus deseos reprimidos, aun
cuando nunca se haya tenido la pulsión.
Por otra parte se cumple la hipótesis de que quien mata animales es capaz de
matar personas. “El caso Montelongo” es el último y único relato protagonizado
por una mujer, cuyo destino oscila entre la muerte y la petite mort, haciéndose patente la banalidad del mal. En cuatro
apartados nos conduce a los peligros a los que se enfrenta un periodista de
nota roja cuando realiza las investigaciones y mucho más cuando es del género
femenino.
Imposible
leer a Carlos Martín y continuar con la
belle indifférence. Leer fácil es producto de la escritura difícil. Su
prosa ágil, conformada de ideas y frases perfectamente articuladas, es
comprensible tanto para lectores principiantes como expertos, capaces de
desentrañar los intríngulis de la estructura narrativa y con esto alcanzar el
deleite estético de la buena lectura.


