La Revista

La oportunidad perdida

Jordy R. Abraham Martínez
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Sobran los motivos, por Jordy R. Abraham Martínez.

Coloquialmente se asevera que el deporte
favorito de los mexicanos es el de quejarse. También se dice que entre broma y
broma la verdad se asoma, por lo que deberíamos reflexionar sobre la supuesta
veracidad de este dicho que se menciona en tono satírico.

Históricamente, nuestro país ha tenido
que enfrentar retos muy complejos, muchos de los cuales todavía siguen siendo
asignaturas pendientes. Con base a determinación y esfuerzo se ha ido consolidado
un rumbo en el cual la nación ha optado por fortalecer sus instituciones y
robustecer su vida democrática. El recorrido no ha sido fácil, pero las
generaciones han empeñado el trabajo duro con el propósito de construir un
mejor porvenir. Ha sido vasto el aprendizaje en poco más de doscientos años de
existencia como nación independiente.

En primer lugar, debe establecerse que
la crítica es necesaria para aspirar a cualquier tipo de progreso comunitario.
Realizar un diagnóstico en el cual se plasmen las áreas de oportunidad con
claridad, es sumamente útil para ajustar la dirección sobre las cuales se
esgrimirá el proyecto deseado hacia el futuro. Para detectar lo bueno y lo
malo, es indispensable contar con un panorama amplio e incluso con diversos
puntos de vista que sean complementarios entre sí. Así, la inclusión se vuelve
determinante en la importante labor de producir una radiografía de la situación
en la que se halla el plan de desarrollo concreto.

El conflicto viene cuando las partes que
conforman la sociedad se limitan a criticar e injuriar todo aquello que los
rodea, sin aportar ideas que abonen al crecimiento anhelado por todos. Lo
anterior es grave, pues pareciera que los individuos que recurren a las
descalificaciones más agresivas agotan sus energías en la censura, sin procurar
entablar diálogos propositivos. La única vía para resolver los problemas que
agravian al tejido social, es por medio de la presentación de propuestas
viables que sean aplicadas con organización y compromiso.

Por supuesto que es válido alzar la voz
para opinar cuando algo no nos parece correcto, pero las palabras se las lleva
el viento. Lo realmente trascendente es materializar las ideas expresadas en
acciones contundentes. Es sabia aquella afirmación que refiere, quien no es
parte de la solución entonces es parte del problema. Quejarse recurrentemente y
rodearnos de negativismo puede ser exhaustivo. Nada comparable con la
satisfacción de ejercer un auténtico liderazgo social que se encamine a obrar
conforme a valores que se traduzcan en resultados de impacto visible. A partir
de las acciones se forjan las historias que son dignas de contar. Del decir al
hacer, opta siempre por hacer y hacerlo bien. No es lo más sencillo, pero si lo
más provechoso. Cuando la inconformidad no se vuelve propuesta de mejora, no
hay productividad sino fatalismo.


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