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La pareja I: Antecedentes

Santiago Heyser
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De Ser a Ser, por: Santiago Heyser. 

En la actualidad, los términos pareja y matrimonio son
parte de nuestra vida, pero no siempre ha sido así. Como seres sexuales, la
unión de un hombre y una mujer forma parte de la historia de la humanidad, no
así el matrimonio ni el compromiso.

En un principio, podíamos encontrar sobre la tierra personas que se
unían de manera diferente o que simplemente se apareaban pero no se unían, fue
una época en donde el concepto de pareja simplemente no existía, como tampoco
existía el concepto ‘familia’, ya que la llegada de un nuevo ser, en muchas
culturas no estaba asociada a la relación sexual (El Clan del Oso Cavernario de Jean M. Auel,
antropóloga francesa).
En esa
etapa de la historia de la humanidad, la gente se unía para sobrevivir, para
enfrentar depredadores, para ayudarse y cuidarse, el papel reproductivo de la
mujer la circunscribía a una vida casi de encierro en cuevas en donde se
dedicaba a actividades artesanales y a cuidar a los niños de la tribu, el
hombre era cazador y proveedor y ello le daba el derecho a aparearse con
cualquier hembra, las relaciones eran comunitarias, de hecho, no se tenía
certeza alguna de quién era el padre de cada hijo, por lo que los hijos y su
formación, eran responsabilidad de todos; la posesión y el celo no existían ya
que no tenían sentido, se vivía bien y en armonía unos con otros respetando los
liderazgos naturales, el más fuerte o el más inteligente era el macho alfa en
la tribu. El afecto y la sexualidad era algo que se compartía, al igual que la
comida. La idea de exclusividad no cruzaba por la mente. Esto era lo natural, y
así lo fue durante miles de años.

Con el paso del tiempo los seres humanos se fueron asentando, formando
así las primeras comunidades, aldeas y pueblos, dejaron de ser nómadas,
floreció la agricultura, comenzó el trueque, nació la propiedad privada, el
comercio, la adquisición de bienes, así como la segmentación de las clases
sociales y castas; las cosas comenzaron a funcionar de manera distinta, en esta
época se conformaban parejas y familias de forma libre y natural. Con el tiempo
surgió una nueva necesidad, ahora había que resguardar los bienes y títulos
adquiridos (la herencia de bienes y títulos), el concepto de familia tuvo un
nivel de funcionalidad pragmático con un motivador económico y social, los apellidos
tomaron una relevancia nunca antes vista, así como la necesidad de tener hijos
varones para preservarlos, la mujer no contaba; la fidelidad era un asunto de
certeza jurídica y consanguínea. El matrimonio se inventa como moneda de cambio
para hacer asociaciones políticas y proteger los intereses personales de clanes
y familias, se inventa el derecho de sangre para gobernar, avalado por la
Iglesia, de hecho, los pobres no se casaban, no era necesario ya que no tenían
bienes ni títulos que proteger o heredar. Pero nada de esto tenía que ver con
el amor y muchas veces ni siquiera con los sentimientos de las personas que
formaban la pareja y se casaban, había un materialismo intrínseco, así como
intereses de terceros que ‘arreglaban’ matrimonios para sus intereses
personales. Esto era ‘lo normal’, y así lo fue durante cientos de años.

Llegamos a la modernidad, en donde la familia con base en el matrimonio,
se convirtió en el eje de la sociedad y el contrato obligatorio para todos,
entró la religión y afianzó el matrimonio como sacramento implicando relaciones
que ‘no debían’ disolverse por más dañinas que estas fueran, ello daba control
civil y religioso.

Hoy las cosas están cambiando y el futuro se vislumbra diferente. Un
gran porcentaje de las nuevas generaciones, no sólo están convencidas del daño
que genera a la pareja el matrimonio como un modelo caduco y disfuncional, sino
que se oponen abiertamente a él. Algunos jóvenes están formando familias en las
que tienen mascotas en lugar de hijos para no frenar su desarrollo personal ni
económico, mientras que otros, están regresando al pasado y tienen relaciones
con varias personas, a este concepto le llaman poliamor.

Independiente de la historia y, aunque algunos ya no son partidarios del
modelo de pareja, lo que es un hecho es que muchos de nosotros compartimos
nuestra vida con alguien o queremos hacerlo, pero constantemente tenemos
conflictos en nuestra relación; el matrimonio y los deberes ser que éste
implica, con el cambio de roles del hombre y la mujer se ha vuelto
disfuncional, la sociedad y las personas cambiamos, el matrimonio no. La
cultura y las tradiciones son poderosas, lo que nos lleva a olvidar con
frecuencia el valor de las personas y de cada individuo de la pareja, así como
su derecho de vivir su vida encontrar la felicidad fuera de las tradiciones,
después de todo la constante somos las personas, la historia nos demuestra que
eventualmente la cultura y las tradiciones cambian, lo que evidencia que no son
absolutos. Lo que es un hecho, es que la única razón para vivir en pareja, es
que se viva mejor que estando solo, si no, no tiene ningún sentido… ¡Así de
sencillo!

Un saludo, una reflexión.

Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx

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