De Ser a Ser, por: Santiago Heyser
“Si quieres saber si creces, pregúntate si estás
amando. Si quieres saber si amas, pregúntate si estás creciendo”. Faustino
Castro (qpd).
Si compartimos la idea de que durante el tiempo vida, desde una
perspectiva, nuestro objetivo o razón de existir es para crecer y desarrollar
nuestro potencial, la pareja debería ser alguien que contribuya y aporte a este
proceso individual y existencial, no porque sea una condicionante, sino porque
de otra manera sería un lastre.
Cuando el amor funciona, es cuando comprendemos que el otro es un
individuo independiente, separado de nosotros, al que debemos apoyar y alentar
para que cumpla con su objetivo de crecer a la vez, que en reciprocidad
amorosa, el hace lo propio con nosotros; es decir, debemos comprender que el
amor en libertad es el único camino para crecer juntos y cuidar el no caer en la
tentación de actuar como si la otra persona fuera de nuestra propiedad o
debiera pensar y comportarse de acuerdo a nuestras expectativas. El único
compromiso que debe de existir en una relación es con nosotros mismos al
procurar nuestra vida y crecimiento. Las obligaciones no existen, lo que existe
es el gusto por hacer equipo con la otra persona porque nos sentimos bien al
hacerlo, no porque “tenemos que” o “nos toca”, así las acciones fluyen, los
conflictos se resuelven y no hay tensión.
Cuando el amor funciona, trasciende más allá de los sentimientos y
emociones que sentimos a partir de la otra persona, la vida se enriquece y
nutre en compañía de la pareja, en términos generales vivimos mejor que cuando
estamos solos. El compromiso de estar cuando la pareja nos necesita, nace de la
alegría de solidarizarnos con ella, no de una obligación, así, se vuelve
natural en nosotros querer hacer sentir bien y apoyar a la persona amada. Las
diferencias derivadas de nuestras distintas personalidades y visiones, lejos de
ser motivo de conflictos, nos permiten ampliar nuestras perspectivas e impulsan
para aprender e intentar cosas nuevas que enriquecen nuestra vida.
Cuando el amor funciona, el ego deja de ser una barrera, no hay interés
en querer controlar a la otra persona. Nos responsabilizamos de nuestra vida y
de las consecuencias de nuestras acciones y dejamos de culpar a la pareja.
Cuando el amor funciona, buscamos influir positivamente, de forma creativa, sin
manipulación ni mentira, al tiempo que comprendemos y respetamos la
individualidad de la otra persona y su derecho a vivir o hacer lo que quiera,
aún en contra de nuestra visión o de nuestros deseos… y estamos bien con eso.
Cuando el amor funciona, valoramos y disfrutamos el tiempo de vida compartido,
como el bien más preciado que alguien puede tener. Cuando el amor funciona nos
sentimos bien y relajados, estamos tranquilos respecto a la pareja y no son
necesarios ningún tipo de garantía ni de compromiso, lo que nos permite
enfocarnos en vivir bien cada momento, cada día. Cuando el amor funciona, no
existen ansiedades provocadas por nuestras inseguridades y nuestra felicidad no
depende de alguien, más bien, somos felices y compartimos ese estado con la
pareja. Cuando el amor funciona hay aceptación total; la vida en pareja es
divertida y se disfruta. Cuando el amor funciona hay un esfuerzo conjunto por
salir de la monotonía y mantener la frescura en la cotidianidad, hay risas y
sonrisas, hay alegría; también hay paciencia, respeto y comprensión. Cuando el
amor funciona, hay más que una idea romántica e idealizada del amor, hay
franqueza y hay verdad. Cuando el amor funciona, somos quienes somos sin temor
a ser juzgados, nos expresamos sin mesura y sin matices, nos exponemos y nos
mostramos vulnerables… y, cuando siendo como somos nos aman, y a su vez, amamos
a la pareja siendo quien es y sin querer cambiarla, es cuando el amor funciona…
¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.
Twitter: @SantiagoHeyser
Correo: heyser@deseraser.mx


