Confesiones, por Guillermo Vazquez Handall
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Ricardo Anaya pensó que lo tenía todo bajo control con miras a imponerse primero, como candidato presidencial de Acción Nacional y adicionalmente del galimatías llamado Frente Amplio Ciudadano; el de las tres mentiras, porque ni es frente, ni amplio y mucho menos ciudadano.
Anaya daba por hecho que el pacto que logro establecer con Alejandra Barrales y Dante Delgado, dirigentes nacionales del PRD y Movimiento Ciudadano respectivamente, era más que suficiente para blindar su postulación.
Sobre todo porque cada uno de ellos obtenía lo que quería de esta negociación, Anaya ser candidato a la Presidencia de la República, Alejandra Barrales a la jefatura del gobierno de la Ciudad de México y Dante Delgado a una posición dentro del eventual gobierno de esta atípica conformación, como jefe del gabinete.
Aunque en el último caso, la intención más importante para Dante Delgado es fortalecer la candidatura de Enrique Alfaro actual alcalde de Guadalajara, al gobierno de Jalisco apoyado por las otras dos fuerzas y que por fin el partido de su pertenencia y propiedad tenga a su primer gobernador.
Con este acuerdo cupular y claramente individual, Ricardo Anaya incluso calculo poder enfrentar la renuncia de Margarita Zavala a su añeja militancia panista, que en teoría al optar por la candidatura independiente no le restaría simpatías importantes a su propia imposición como abanderado del frente.
Sin embargo la principal oposición en contra de Anaya no es la que representa la esposa del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa, esta proviene de actores que unidos son mucho más fuertes, inteligentes y poderosos que la señora Zavala de Calderón.
Estamos hablando del ex gobernador de Puebla Rafael Moreno Valle, y del actual mandatario michoacano Silvano Aureoles, quienes ya han establecido una suerte de alianza precisamente para cerrarle el paso a Anaya.
Dicha asociación temporal no supone todavía que alguno de ellos, en su momento decline a favor del otro, simple y llanamente se trata de evitar la auto imposición anayista.
Para el efecto y en conjunto el neo panista Moreno Valle y el perredista Aureoles Conejo, han logrado que varios gobernadores, senadores y diputados federales, así como un muy buen numero de alcaldes de ambos partidos, hayan aceptado firmar una carta-desplegado, mediante la cual exijan a los tres dirigentes nacionales de los partidos que forman el frente, que el proceso de selección de al menos la candidatura presidencial, sea abierto, democrático y transparente.
En este momento Moreno Valle y Silvano Aureoles están haciendo lo propio para convencer al gobernador de Nuevo León Jaime Rodríguez “el bronco” rebautizado por Eduardo Ruiz Healy como el “pony capado” para sumarse al frente pero sobre todo en contra de Anaya.
Independientemente de que esta exigencia resulta lógica si se entiende como un esquema que busca abrir la competencia y que además esta sea equilibrada, en términos reales representa una rebelión en contra del tirano. Se puede anticipar como un movimiento que más que romper el frente, lo que va a promover como objetivo esencial es frenar la aspiración de Ricardo Anaya.
Situación que por sí misma antepone la fecha de caducidad de multicitado frente, porque si bien es cierto que Anaya podrá imponerse como candidato de su partido, en estas condiciones difícilmente lo podrá hacer en el frente y esto significa su deceso anticipado.
Cada partido y sus dirigentes tienen objetivos y estrategias diferentes, pero más aun intereses, lo que hace que se vea materialmente imposible que Ricardo Anaya pueda hacerlos transitar en una misma dirección, sin dejar de lado que aparte de la carencia de talento negociador, Anaya ha conseguido con gran empeño, gracias a su actitud arrogante, poner a la gran mayoría de ellos en su contra.
De hecho y dejando lado el plano personal, el acuerdo con el PRD no es lo suficientemente consistente a pesar de la posible nominación de Alejandra Barrales a la jefatura de gobierno capitalina, porque todavía falta la definición al respecto del actual mandatario de la Ciudad Miguel Ángel Mancera.
Por lo que visto así, la rebelión en el frente, que no es más que un levantamiento sinónimo de rechazo hacia el Presidente de Acción Nacional, sugiere que con todo y que este controle los órganos internos electivos del blanquiazul, muchos de quienes integran ese partido, tanto figuras como operadores, tienen ya trazada una hoja de ruta para contener a quien mediante la imposición se ha ganado su repudio.
La idea del frente a pesar de su incongruencia ideológica, planteada como herramienta electoral resulta un formato más que adecuado en las condiciones actuales, sin embargo por sí sola no es más fuerte como para poder aplacar pasiones y peor aun intereses.
Luego la principal competencia no termina por ser frente a los rivales, sino entre los mismos compañeros y está comprobado que la división subsecuente, siempre concluye en fracasos.