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Las barras y las estrellas de Narciso

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Por: Fernando Helios Labriego.

Por primera ocasión en la historia de EU como nación independiente respecto de cualquier potencia extranjera, pero no de su propia plutocracia, un presidente tiene que negar que es mentalmente inestable y declarar: “De hecho, a lo largo de mi vida mis dos ventajas mayores han sido mi estabilidad mental y ser como que muy inteligente… Fui de ser un empresario muy exitoso a una de las estrellas de televisión más altas, a presidente de Estados Unidos (en mi primer intento). Creo que eso calificaría no como inteligente, sino como genio… ¡y un genio muy estable además!”

Lo dijo Donald John Trump a 14 días de
cumplir un año despachando en la Casa Blanca, durante una conferencia de
prensa, rodeado de sus más fieles legisladores republicanos e integrantes de su
gabinete, con motivo de la publicación (adelantada por las amenazas de Donaldo
Juan) del libro Fire and fury, de Michael Wolff, que está en el centro del
debate político y en el que son citados asesores y amigos del presidente y
señala que no es apto para el puesto.

El volumen al circula por las redes en
México desde el momento que Amazon lo puso a la venta en inglés el viernes 5 y
para el domingo 7 la traducción al español se reproducía mucho.

Para el esposo de Melania, Wolff  “es un fraude” y el libro “una obra de
ficción”. Lamentó que las leyes contra los “libelos” sean tan débiles e
insistió en que “el autor no me conoce nada y no me entrevistó”. Pero Michael
Wolff asegura que sostuvo tres horas de pláticas con el mandatario
(institucional del imperio aún más poderoso y peligroso de la aldea).

Como registran los corresponsales, en
particular David Brooks (La Jornada, 7-I-18) el libro presenta “una imagen de
caos, conflicto, incompetencia y cada vez mayor sospecha sobre la salud y
capacidad mental de Trump” en los primeros meses de su errática, contradictoria
y verborreica gestión a base de tuits. Desde el miércoles 3 que se dieron a conocer
partes del libro, la Oficina Oval puja por descalificarlo, y amenaza con
demandar a la editorial y el autor por ser un libelo que hizo estallar al
magnate inmobiliario y presidente número 45 de USA, porque la idea central es
que tiene problemas mentales.

Con segmentos difíciles de confirmar,
Fire and fury, ratifica la imagen de un presidente Trump “incompetente,
narcisista e inestable”, que alarma a algunos de los que trabajan con él y para
él, como Rex Tillerson –secretario de Estado y durante 2006-16 director
ejecutivo de la poderosísima Exxon Mobil Corporation–, quien lo llamó “imbécil
de la chingada”, e incluso su amigo y magnate australiano-estadunidense Rupert
Murdoch, lo llamó “idiota”.

La reciente respuesta de Trump a Kim
Jong-un, por medio de Twitter, como es natural en él, consistente en “yo tengo
una más grande que la tuya”, respecto a los misiles intercontinentales y el
botón nuclear, alertó la preocupación entre expertos, exfuncionarios y
militares, porque su “inestabilidad mental podría llevar a una guerra nuclear”.

Y por supuesto que ganan espacios y
voluntades las iniciativas políticas, legislativas y siquiátricas, entre otras
la de aplicar la Enmienda 25 de la Constitución, la cual permite destituir al
mandatario si el vicepresidente y la mayoría del gabinete determina que está
física o mentalmente incapacitado. O los 100 profesionales de la salud, que
instan a los que rodean a Trump a “tomar medidas para controlar su
comportamiento, con el propósito de evitar una catástrofe nuclear, que pone en
peligro no sólo a Corea y EU, sino a toda la humanidad”.

La clave del problema no es Donald John,
sino el entramado de intereses económicos, militares e incluso criminales que
lo instalaron y mantienen en Washington.

Ahora que nadie le regatea a Trump sus
méritos personales pero despegó desde una plataforma muy cómoda: los millones
de dólares de su padre, existen en la historia muchos gobernantes que lograron
mucho más con menos y según mis limitados conocimientos, ninguno se
autocalificó como “genio”.

Recordemos que desde la campaña
electoral del año pasado, muchas voces republicanas se erigieron señalando que
si Trump perdía era malo pero previsible pero si ganaba iba a ser mucho peor
porque ponía en riesgo el futuro de todo el partido del elefante, al parecer
dicho escenario se está cumpliendo.

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