Por: Marco Antonio Cortez Navarrete.
Desde 1979, año cuando decidí incursionar al mundo de la comunicación, he sido testigo de lejos y de cerca de todas y cada una de las batallas que se libran en el ambiente político por ostentar el poder sea este el de una comisaría, un municipio, una ciudad capital, la gubernatura, secretarías de estado y la mismísima presidencia de la república.
Las mieles del poder, preciso, no sólo tienen como metas principales los cargos públicos antes mencionados, no, también están en el poder económico; en las grandes empresas transnacionales, nacionales y locales y otros sectores donde también la lucha por el poder se torna complejo dejando de lado al formalismo y la educación, hablo de las instituciones públicas de educación superior y de los centros de investigación.
En cada sexenio, trienio o cuatrienio, según sea el caso, escuchamos prácticamente los mismos argumentos, los mismos planteamientos, las mismas necesidades y obvio las mismas propuestas y promesas para sus soluciones. Al final todo quedó atrás, poco o nada se logró o avanzó, la población en México además de aumentar en número, aumenta también en pobreza y desigualdad, en la falta de más y mejores empleos, más y mejores hospitales, más y mejores niveles educativos, mayor número de viviendas, transporte, etc, etc, etc.
México se recicla periódicamente, luego entonces cuál o cuáles son los objetivos de los gobernantes y funcionarios que se aferran a mantener el poder y de aquellas nuevas generaciones que buscan a cómo de lugar colarse entre la clase política, ya no importan las ideas, las convicciones, los colores de o los partidos políticos, no, lo que interesa es mantenerse en el poder, lucrar y enriquecerse con el poder, a costa de lo que sea y cómo sea, no importa si tienen que pisar a un amigo o a un familiar para salvar su trayectoria.
Esto vemos el día de hoy en México; el PAN y el PRI, este último por décadas, ya probaron las mieles del poder pero a cómo de lugar pretenden recuperarlo ¿para qué? para continuar haciendo lo que hacían. Recordemos que cayó el muro de Berlín, se desintegró la URSS y la política en México no es más que lo mismo solo que disfrazada de otro color, uno innovador, que nada tiene que ver con los colores de los partidos que han gobernado o desearon durante mucho tiempo hacerlo, asimismo, de los partidos satélites que como rémoras navegan junto al tiburón buscando una posición que les de vida y sacie su hambre de poder económico, político y social.
Vienen las elecciones de 2023 en el Estado de México, bastión del priismo nacional, y en Coahuila, el nuevo partido gobernante, Morena, integrado por ex militantes de todas las ideologías, tendencias y colores, perfectamente supeditados y ordenados por su creador, el hoy presidente López Obrador, se preparan para continuar aplicando la estrategia que les ha funcionado de maravilla en las entidades donde una vez cumplido su periodo el gobernante de otro u otros colores cede con sutileza ante la barredora creada por el político tabasqueño.
Esta estrategia no tan solo ha dado buenos resultados a Morena sino que los “opositores”, ante la falta de hueso (cargo público) y sin recato alguno, optan por abandonar las filas de sus partidos y con argumentos literalmente estúpidos deciden incorporarse a las filas del llamado “Nuevo PRI” ó “PRIMOR”. Todo lo anterior con un muy claro objetivo: “mantener el poder, el estatus, y acceso a presupuestos y dinero que le sigan dando los niveles de vida que han tenido y tienen”, esto está muy claro.
PD. Detrás de toda esta “revolución” no se si cuarta, quinta o décima, evidentemente hay una lucha por el poder mediático que, quiérase o no, va de la mano con los gobernantes porque ambos se necesitan, no puede concebirse uno sin el otro. Alguien tiene que manejar la imagen del político con y sin cargo, pero político al fin que aspira, suspira y respira para llegar a tomar o retornar el poder, aquellos cargos que los encumbraron y les dieron las llaves y fórmulas para obtener más riqueza a costa de los poco más de 130 millones de personas, de las cuales 60 millones están en pobreza y de estas el 50 por ciento (30 millones) en extrema pobreza. ¿Qué tal?.
Hasta la próxima.
